Artículo primero

Empecé este primer “Desde el Corazón” para el 2016, escribiendo: “a mis lectores que leerán este artículo, con el deseo de que encuentren en sus líneas otro poco de mí y otro poco de ellos mismos…” pero viéndome incapaz de soslayar el hecho de que otro año ha pasado y lo que esperamos está ausente, y consciente de que el presente es nuestro, pensé que debo hablar del tiempo. No del clima, somos lo bastante amigos como para que no nos importe la temperatura… el tiempo no existe por sí mismo. Fuera de nosotros no existe. Medimos días, noches, años, sucesos, estaciones, pero no el tiempo. Medimos las medidas del tiempo, convencionales o no convencionales. Sabemos que el futuro tiene muchos nombres, para los débiles en su ser interior es lo inalcanzable, para los temerosos lo desconocido, pero para los valientes, según el concepto bíblico, la oportunidad. La pureza de corazón, como enseñaba el Maestro produce la catarsis que actúa en la memoria del mismo eliminando los malos recuerdos y magnificando los buenos, y gracias a este artificio no solamente logramos sobrellevar el pasado, sino que nos capacita para gobernar nuestro futuro con la belleza de los sueños. El hombre natural es como el vino, los años agria los malos pero mejora los buenos. 

Y como sucede en los días en que un año termina y otro comienza, uno escucha y lee muchas ideas acerca del tiempo. Alguien muy enterado afirmaba: “ya no estamos ante la tercera generación de ordenadores. Hemos entrado en la séptima: la de los ordenadores inteligentes, capaces de entender la voz. Reciben órdenes verbales, no por manipulación de teclas, sino por el simple tono de voz” y siendo yo un neófito en estos temas, “Desde el Corazón” me pregunto, si no se nos estará colocando al mundo en la coyuntura de que el noventa por ciento de la Humanidad pueda ser analfabeta y, no obstante usar ordenadores, es decir, ocupar un puesto útil, respetable y de élite en la sociedad. El diez por ciento restante será el que fabrique los ordenadores. La cultura se adquirirá a través del oído y de la imagen: no será necesaria la lectura. Tal es la meta de la revolución a la que asistimos, la más moderna de todas: el hombre sólo bien comunicado, el hombre culto analfabeto. Y ¿qué debo entender yo por bien comunicado? ¿qué debo entender por culto? ¿que la huella actual del hombre no sea ya sólo dactilar, sino más bien digital?. Nuestra identidad –dicen los expertos y datos personales están en internet y expuestos a quienes quieran hacerse con ellos y utilizarlos para cometer crímenes, desde simples ataques en la red a atentados terroristas. 

“Desde el Corazón” puedo indicar que aún leo algunos libros, y para este 2016, uno de los que ya en sinopsis he ojeado, se titula: “los hombres que susurraban a las máquinas” y cuyo autor, especialista en estas lides, Antonio SALAS, pone al descubierto una inquietante biografía del mundo digital, el mundo oscuro de los ciberdelincuentes, el cibercrimen que mueve ya más dinero que las drogas o el tráfico de armas. El negocio de piratear los móviles por sólo unos 50 euros, de forma que nuestra privacidad está de saldo. 

Con este panorama, además de los propios de la corrupción, violencia, guerras que no sirven para nada, fanatismos políticos, religiosos, económicos y de egoísmos inter-relacionales ¿podemos augurar un próspero Año Nuevo?. Sí, si volvemos nuestra mirada al Dios Creador, y sujetos a sus leyes realizamos nuestras vidas, talentos, adelantos y capacidades al bienestar del hombre. Las cosas del hombre se vuelven contra nosotros si no las usamos para el propósito del Creador.

Al rechazar la ley moral producimos el efecto que no buscábamos, lo que nunca ocurre como resultado de las buenas acciones. Si uso el ordenador para escribir y sus muchas y múltiples aplicaciones, no lo deterioro, pero si lo uso para el mal lo demonizo por usarlo con fines contrarios a sus propósitos.

Si desenvolvemos la vida con sus propósitos superiores y busco la Verdad y el Amor, perfeccionaré mi existencia. Si vivo según mis impulsos animales, fracasaré lo mismo que si uso mi estilográfica como abrelatas. El mal mutila siempre la personalidad. Quien vive como se debe vivir, llega a ser hombre, quien hace lo que su capricho le dicta se convierte en una bestia, y en una bestia desgraciada. El hombre que bebe en exceso no se propone arruinar su salud, pero lo consigue. El viajero que no sigue las señales indicadoras, acaso halle su objetivo… pero al final se encontrará en un camino equivocado. El desorden es un severo maestro. El egoísmo, el progreso robótico, la tecnología y la ciencia sin ética y valores espirituales, pueden triunfar a veces, pero será por poco tiempo. Porque el bien se defiende a sí mismo, y el mal a sí mismo se derrotará: así que para este 2016 “no seamos vencidos de lo malo, venzamos con el bien el mal”.