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Protestante Digital

 
 

El poder transformador de la palabra VIII

Cuentos, relato, biografía o poesía en el repaso a los libros que considero imprescindibles.

MUY PERSONAL AUTOR Jacqueline Alencar 25 DE DICIEMBRE DE 2015 21:35 h

La Biblia en España



En un pasaje del libro La Biblia en España (Alianza Editorial), escrito por Jorge Borrow, con introducción, notas y traducción, por vez primera en español en 1921, de Manuel Azaña, se habla de una quema de Testamentos que estaban en manos de unos mareantes de Padrón, los cuales habían recibido éstos cuando se encontraban en Inglaterra. Al volver a Galicia, su tierra, exhibían sus libros y rebatían cualquier opinión en contra de lo que decían las Escrituras, logrando escandalizar a todos, especialmente al clero, quienes ordenaron secuestrar y quemar los libros. Esta historia la oyó Borrow en Santiago, de boca de un sacerdote que había sido testigo de los hechos, un día que se encontraba en la tienda de un librero amigo.



 



La Biblia en España.

Muchas son las peripecias vividas por "Don Jorgito el inglés" mientras recorría los caminos de España. No sólo se dedicaba a cumplir con su misión de distribuir las Escrituras, sino que se convirtió, a mi parecer, en un profundo conocedor de la cultura, la política, el idioma y las gentes del país, sobre todo de las gentes. Si bien después de estar en Rusia su destino era Portugal, no recaló allí por mucho tiempo, pues decidió cruzar la frontera y adentrarse en España, por Badajoz, en 1836. Por él he conocido momentos de esa primera guerra carlista, la inseguridad que se vivía, la libertad religiosa en el siglo XIX. Enviado por la Sociedad Bíblica británica, Borrow tenía el cometido de difundir el Nuevo Testamento sin notas.



El libro es un maravilloso diario de viajes, conformado por tres temas, como dice Manuel Azaña en la Nota preliminar: "la difusión del Evangelio, Don Jorge el inglés y España". Y es un libro autobiográfico donde vamos percibiendo al leer cada parte lo que de su actuar, allá por donde pasaba, iba generando y regenerando.



Con qué precisión y arte describe los paisajes que ojea y retiene en la memoria para después escribirlos para nuestro deleite. Dice Azaña: "Es un apóstol que propaga la palabra de Dios, pero sin el delirio de la cruz, sin romper el decoro; es un caballero andante que se compadece de la miseria  y a cada momento cree uno verle emprender la ruta de Don Quijote, pero sin burlas, sin yangüeses, en una España que creyese en él y le tomase en serio".



Sí, emprende la ruta de Don Quijote, y yo diría que también la de Teresa de Jesús, quien recorrió gran parte de la Península fundando por donde se le permitiera, sorteando los escollos para poder actuar en la realidad que tenía delante. Encarnándose en ella. Así lo hace Borrow, pienso yo. Y es en esa realidad social donde divisa a los gitanos con los que comparte como iguales y se preocupa por traducirles la Escritura para que también sean beneficiarios de las consecuencias de adentrarse en ella. 



Y es que la publicación del Evangelio en caló, la apertura de un despacho de la sociedad Bíblica en Madrid, y los métodos empleados por Borrow para alcanzar sus objetivos, así como la insensatez de algunos compañeros suyos, perjudicaron la labor de difusión evangélica, lo cual desencadenó en la finalización de la obra de Borrow en España. Así, en 1838 el jefe político de Madrid confiscó los libros que tenía expuestos en la tienda que había abierto en esta ciudad, siendo "preso por desacato a la autoridad y por vender libros impresos fuera del reino...". Después de algunos acontecimientos más, la Sociedad Bíblica determina concluir su misión en España. Escasean los reconocimientos por parte de la misma. Regresa a Inglaterra en 1840.



Como salmantina por adopción, no me puedo resistir a citar algunas líneas del relato de Borrow acerca de su estancia en la docta Salamanca: "Salamanca es una ciudad melancólica; los días de su gloria escolar se acabaron hace mucho tiempo para no volver; suceso no muy de lamentar, pues ¿qué provecho ha obtenido jamás el mundo de la filosofía escolástica? ... Sus aulas están ahora casi en silencio; la hierba crece en los patios donde en otro tiempo se agolpaban a diario ocho mil estudiantes lo menos, cifra a que hoy en día no llega la población total de la ciudad. Pero, con su melancolía y todo, ¡qué interesante, más aún, qué espléndido lugar  es Salamanca! ¡Cuán soberbias sus iglesias, qué estupendos sus conventos abandonados y con qué sublime, pero adusta grandeza sus enormes y ruinosos muros, que coronan la escarpada orilla del Tormes, miran al ameno río y a su venerable puente!".



"Mi estancia en Salamanca fue sobre todo placentera por las bondadosas atenciones y la diligente hospitalidad de los moradores del Colegio Irlandés, para cuyo rector llevaba yo una carta...". Del director del colegio dice que "aunque sabía de sobra quién yo era, tendió una mano amistosa al errante misionero hereje, exponiéndose con tal conducta a los agrios reparos de los curas del país, gente de pocos alcances, que me miraban de reojo cada vez  que pasaba junto a los corrillos de la Plaza...".



El colegio irlandés que menciona Borrow, se trasladó a lo que hoy se conoce como Colegio Mayor Fonseca, que pertenece a la Universidad de Salamanca, y en cuyos recintos cada año se hace entrega del premio de divulgación bíblica que lleva su nombre, tal como la asociación que lo concede. Salamanca sigue cumpliendo con los deberes de la hospitalidad que él tanto menciona al hablar de este sitio.



Hablando de Borrow y su talante de andariego distribuyendo Nuevos Testamentos, pernoctando donde le cogía la tarde, recorriendo calles, aldeas, caminos, preocupándose por las gentes de toda condición, me hizo recordar a Jesús, quien también fue un migrante. Jesús, el inmigrante de Dios que vino por un tiempo en busca de mejores horizontes para nosotros, no usó su superioridad para acceder a privilegios. Se humanó, humillándose. Tuvo que huir a Egipto como tantos perseguidos que huyen de la intolerancia de todo tipo. Llegó a tierra extraña donde otrora su pueblo había sido  esclavo. Llega buscando asilo, y no nos cuesta imaginar que en esas condiciones su familia no tuvo facilidades a la hora de buscar vivienda, un trabajo, ayudas sociales. No se nos dice nada al respecto, pero sí que nunca hizo uso de sus privilegios divinos. Entonces imaginas la dureza de su estancia en la tierra del Nilo, como la de cualquier ciudadano de a pie.



Jesús, nuestro Buen samaritano, no escatimó en ensuciarse por nosotros; se hizo peregrino, inmigrante, dejando la gloria para curar nuestras heridas, para romper nuestras cadenas de esclavitud. Con su ejemplo, Jesús nos reta a prescindir de todo aquello que puede hacernos sentir seguros, llevándonos a depender solo de Él, como niños para que pueda decirnos que el reino de Dios es nuestro.



 



¿Bienaventurados los pobres?



 



En esta Navidad memoramos sus ejemplos de solidaridad con los más pequeños y escasos de bienes. A los que no tienen donde recostar la cabeza. Nos dice que son los que más fácilmente podrían entrar en el Reino de los cielos.



Todo ello me recuerda que no debo abstraerme de la realidad social. Por eso cito el libro que lleva por título  ¿Bienaventurados los pobres? La revolución pendiente (2012), cuyo autor es Eduardo Delás, pastor de la Iglesia Bautista de Valencia (Quart) y profesor en la Escuela Bíblica Evangélica de Valencia (EBEVA).



Me remito al prólogo que del mismo hace el teólogo y escritor Samuel Escobar para decir que con este libro “Delás insiste en refrescarnos la memoria como ya lo ha hecho en sus libros anteriores, exponiendo la vida de Jesús y tratando de explicar lo que significa seguir a ese Jesús hoy en día.  El elemento de análisis y crítica de la sociedad de consumo en que nos ha tocado vivir resulta necesario al autor para entender en qué dirección nos empujan los valores predominantes en esta sociedad. Al analizar y criticar el autor no puede evitar un tono de denuncia que podemos describir como profética”.



Acerca de la temática del libro, nos dice el mismo Delás: Hace ya algunos años me puse a pensar en la teología de la pobreza/riqueza interpretándola en el contexto de nuestro mundo, y descubrí algo que, no por evidente resulta menos inquietante y perturbador. A saber: 1. Dinero, prestigio y poder son aspiraciones extraordinariamente adheridas a la condición humana. Existe una “devoción” absolutamente perruna, rastrera y compulsiva hacia estas cosas. 2. Las estructuras sociales que nos rodean han sido construidas y perviven sobre el fundamento de estos valores y prácticas. No existe poder humano que pueda revertir eso. Los hombres y mujeres de este mundo somos autores y víctimas, a la vez, de un mundo deshumanizante y atrozmente injusto y desigual. En una realidad social como ésta vivimos y nos movemos y somos. Creer, en un entorno así, reclama también pensarnos a nosotros mismos como cristianos para resituar correctamente la praxis de la fe.  De ahí nace la inquietud que me condujo a  la elección del tema



Recorriendo las páginas podemos tomar conciencia de que los “Pobres hoy, los tenemos aquí a nuestro lado. Son nuestros familiares, amigos, vecinos, conocidos, conciudadanos. Personas que han sido y son permanentemente empobrecidas, humilladas, ofendidas, oprimidas por unas estructuras sociales injustas que les han ido despojando a fuego lento de lo más esencial para vivir: Trabajo, salario, hogar, ilusión, seguridad, confianza, esperanza en el futuro. Seres humanos desposeídos, desamparados, explotados, desorientados y desalentados, muchos de ellos hasta el punto de la desesperación. Y están aquí, a la vuelta de la esquina. Se cruzan todos los días con nosotros, les conocemos, existen, no son invisibles, tienen rostro y nombre”.



Delás nos recuerda cuál fue la pobreza de Jesús, aquella que debe ser imitada como un camino que nos sitúa en conformidad con lo enseñado y vivido por él. Que nuestras motivaciones no se decanten por acumular sino en la desposesión de uno mismo y en el compartir, marcando la diferencia con los patrones vividos por una sociedad que en gran parte se decanta por la injusticia social y el atentado contra los derechos más elementales.



 



Canción de Navidad



Los pobres, los migrantes, los refugiados deambularán buscando un lugar esta Navidad. Se les cerrarán las puertas. Como hace el protagonista del libro Canción de Navidad (Ediciones Destino, una versión para niños), de Charles Dickens, Ebenezer Scrooge. Es un hombre ya mayor, rico y avaro, que detesta la Navidad y no quiere saber nada del prójimo. Ya al inicio de la historia cuando le piden que colabore con los más necesitados responde que los pobres deberían morir para evitar el exceso de población.



Hoy hablo de una versión para niños, regalo de una amiga a mi hijo, una Navidad de hace unos quince años. Lo guardo con afecto y lo presto de vez en cuando a algún pequeño que nos visita. 



Se dice que el germen que originó esta novela corta fue la idea de elaborar un panfleto político que debía titularse An Appeal to the People of England, on behalf of the Poor Man's Child / Apelación al pueblo de Inglaterra en nombre de los hijos de los pobres.



La lectura de un informe parlamentario sobre los efectos de la Revolución Industrial en los niños pobres le dio esta idea, que después decidió aplazar, y más tarde se vio materializada en su famosa novela. Una etapa difícil en su vida lo llevó a conocer los bajos fondos de Londres: la pobreza, los niños trabajadores de las minas... Nada sucede por casualidad, esto lo llevó a tomar consciencia sobre la situación de los menos privilegiados en el auge del capitalismo industrial allá por mediados del siglo XIX, si no me equivoco.



El libro se inicia con la aparición del socio de Scrooger, fallecido anteriormente. Éste le comenta su condena de no descansar debido a la vida que había llevado al pasar por este mundo. La misma que estaba llevando el protagonista de la historia. Le anuncia que tres personajes (los espíritus) lo van a visitar. Estos lo acompañarán en un periplo por las Navidades pasadas, presentes y futuras. Lo hacen recorrer pasajes de su niñez y juventud, como por todo aquello que había menospreciado o no había hecho y por aquello que podría perderse si no tomaba una decisión de dejar atrás la vida que hasta ahora había llevado y empezar una nueva reconciliándose con todo. Puede observar cómo no es necesario poseer mucho para disfrutar de una verdadera Navidad. Deja atrás aquellas ideas de que lo menospreciado y defectuoso tendría que desaparecer. 



Al final de la historia nos encontramos con un Scrooge transformado, que restituye y comparte con los menesterosos, emulando al Zaqueo de los evangelios.



En el libro se percibe ese intento de recuperar el verdadero sentido de la Navidad, de celebrar ese acontecimiento, como dice en alguna parte: "... porque a veces es bueno hacerse niños, y ¿qué mejor ocasión que la Navidad cuando el mismo que la fundó era también niño?...". "Muchas cosas vieron ... El espíritu se paraba junto a lechos de enfermos, que al momento se reanimaban; en tierras extrañas, y enseguida se sentían como en su casa; junto a hombres que se agotaban en sus faenas, y de pronto se mostraban pacientes y llenos de Esperanza; en medio de la pobreza, que inmediatamente se tornaba riqueza. En hospicios, hospitales, cárceles en todos los escondrijos de la miseria  que la efímera y futil autoridad humana no vedada al espíritu, dejaba éste sus bendiciones y enseñaba a Scrooge sus preceptos". Pasajes como ése me hicieron recordar a Jesús mientras iba por calles, caminos aldeas, enseñando, sanando, alimentando...



 



"Mi papá es campesino" y "¿Dónde está mi valor?"



En estos días reencontré dos libritos que conseguí en un stand de libros para niños durante un retiro de mujeres. Allí me interesé por los títulos de los mismos:  Mi papá es campesino que habla del principio de honrar a los padres y de muchos valores de la familia; y ¿Dónde está mi valor?, un cuento que habla del valor que tenemos para Dios, de la editorial Kaleb, que nació para prestar ayuda a los padres en la tarea de inculcar valores en los más pequeños, según me comentó la autora de los mismos, Dana Solé Molins. "Todos sabemos que muchos valores se están perdiendo en la sociedad. Así que es un deber de padres y educadores velar y trabajar para que esto no pase". "Hacer literatura educativa con principios bíblicos es ayudar a la iglesia a discipular a las naciones, en este caso a las generaciones emergentes".



 





La colección se llama “Cuentos para la Paz”, y cuando se le pregunta el porqué del mismo, dice: "La paz es uno de los grandes valores y de las grandes riquezas de Dios como dice Efesios 1:18. Podemos ser pobres y pasar necesidad, pero si tenemos la Paz de Dios estamos completos. La Paz de Dios es la seguridad de que él está con nosotros aunque el resto del mundo nos maltrate. Debemos educar para la paz, paz de saber relacionarnos con los demás, paz de ser auténticos; no hablo de una paz conformista sino la paz proactiva, comunicativa, que dice la verdad sin contienda, sin resentimiento, con espíritu perdonador".



Al preguntarle por qué no aparece la figura de la madre en los cuentos, aclara: "Una de las cargas que tengo como escritora es animar a los padres varones a tomar un papel activo en la educación; no es que no valoremos a la madre, es que pensamos que ella ya ha tomado esa responsabilidad más frecuentemente. A veces los varones están más fuera de casa y delegan la educación a la madre. Simplemente queremos animarlos y reforzar su papel educativo que es de gran importancia".



"Me ha ocurrido, como escritora, de estar contando estos cuentos a niños que no tienen padres en casa, hijos de mujeres separadas, y en ese caso les digo tenemos dos padres: uno en el cielo y otro en la tierra, y que los padres de la tierra se equivocan pero el padre del cielo es perfecto; este es el padre que Dios es para ti y ese es el padre que Dios quería que tuvieras. Este padre muestra el corazón que Dios tiene para los niños, muestra el corazón de Dios Padre para nosotros".



Recalca que a un niño se le puede enseñar a quererse y valorarse: "Lo enseñamos cuando les decimos con nuestras palabras y nuestros hechos que ellos son de gran valor. Aun cuando se equivoquen, deben saber que aún son de gran valor. Como dice proverbios, el misericordioso hace bien a su alma, pero el cruel se atormenta a sí mismo. Les debemos enseñar a no hundirse por sus errores, sino a perdonarse a sí mismos y levantarse. Les debemos enseñar que ellos son tan valiosos como para que Dios enviara a Su Amado Hijo a morir por cada uno de ellos. Este es el valor que tenemos para Dios, el valor de la Sangre de Jesús".



El personaje de ¿Dónde está mi valor? tiene celos de su hermano.  La autora comenta en el librito cómo superar esta situación: "Enseñándole que cada hijo es único, especial y de gran valor. Este es el principal mensaje, pero el padre también le enseña que cada uno tiene una mezcla de diferentes habilidades, capacidades y aptitudes usando las biografías de dos grandes hombres muy distintos, David Livingston y Albert Einstein". Muy lindo para regalar. Lo tengo en casa.



 



Cartas a mis nietos



Cartas a mis nietos (Stuart Park, Ediciones Camino Viejo), ¿un libro para niños? Sí, porque en este proyecto los destinatarios son los nietos del autor, pero de seguro también fue escrito queriendo seguir la línea de Jesús en lo concerniente a los niños, cuando dijo: Dejad que los niños vengan a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de los cielos. Stuart Park emplea un lenguaje que les acerca, que les hace sentir parte de las historias contadas, ya que esas historias son también sus historias. Les son familiares porque el autor es parte de ellas y esto lo quiere transmitir a los hijos de sus hijos.



 



No obstante, conviene recordar que todos llevamos un niño dentro y “Cartas a mis nietos” te lo aflora. Una vez empiezas a leerlo te encadena y te sientes motivado a adentrarte en sus páginas. El lenguaje utilizado es claro, sencillo, sin adornos, pero que provoca imágenes como si de una película se tratara. ¿Cómo no ver la mano de Dios, de Jesús, en todo lo creado, al oír hablar sobre un petirrojo que construye su nido primorosamente, o de las amapolas que embellecen y dan colorido a la ancha Castilla? ¿Viendo sobrevolar las cigüeñas, los gavilanes, el rabilargo, los mochuelos? ¿Viendo las ovejas pastar por verdes prados? ¿Al buen pastor ejerciendo su oficio?



Pareciera que se superponen tres tiempos, el Antiguo y el Nuevo Testamento, y también este que nos toca vivir. Para señalar que todo es real e interdependiente.



Sorprende esa facilidad con que te lleva del Antiguo Testamento al Nuevo, y viceversa; sin confundirte; es más, logra transportarlos hasta nuestros días para demostrar que Dios estaba ayer, pero es el mismo de hoy; y será. Nos hace sentir que, como los personajes bíblicos, los cristianos también estamos metidos en la historia de la humanidad. Nos insiste en que cada personaje tiene algo de Jesús, el hilo conductor de todo ese libro maravilloso que es la Biblia.                 



Me encanta su preámbulo sobre las murallas de Ávila antes de contar la batalla de Jericó, una ciudad amurallada. Haciéndonos imaginarnos esa ciudad de las palmeras, sintiendo su perfume. Enlaza la entrada de Josué con aquella otra de Jesús, siglos después,  para  salvar lo que se había perdido. Las bellas ilustraciones de Anna Kus Park refuerzan esta labor. Realmente es una edición sumamente cuidada, trabajada con delicadeza.



Estas treinta cartas me han permitido viajar por lugares hasta ahora desconocidos; por su historia, como la de Preston, ciudad natal del autor y cuna de la Revolución industrial. No desaprovecha para introducirnos en sus recuerdos familiares y personales. Hasta podría decir que se ven retazos de unas Memorias.



Nos cuenta sus paseos familiares por el lago Grasmere para describir la travesía de Jesús y sus discípulos por el mar de Galilea. O Auschwitz, donde murieron más de un millón de mujeres, hombres y niños, para relatar la historia de Israel con sus aciertos, debilidades y penalidades. Nos hace pasear por Cambridge y su universidad para hablar de la sabiduría de Salomón… Tierra de Campos cubierta de cereales para hablar de Rut en la era de Booz. O describe una estatua de un rey asirio que está en el museo de Londres para luego relacionarlo con el profeta Jonás y, por ende, con Jesús. La dinámica de los tiempos, personajes y lugares logrando conmovernos. He podido viajar a Tordesillas, San Petersburgo, Philadelphia, Cracovia, Sepúlveda, Patmos, Belén, Roma, Surbiton, Susa…



El recorrido nos hace pensar, pues creer es pensar. La fe no se impone. Por eso menciona a aquellos científicos que creían en Dios como Newton, Boyle, Faraday… Por si no lo sabíamos, fe y razón van juntas.



Este libro de seguro acerca a la Biblia, y puede estimular a los niños y mayores a descubrir quién es Dios, y qué quiere de ellos. No; no es una manera más de contar. Os invito a leerlo.



 



Mirad@zul



 



Hace poco me encontré con la Mir@dazul (CEM), de Pedro Tarquis, un libro donde el poeta y Director de Protestante Digital, nos deleita con cincuenta y nueve textos agrupados en siete apartados. En sus versos percibo que derrama su sed de Justicia por todo lo que ve en la realidad cercana y lejana, la guerra, la corrupción , los desastres, la muerte... Pero al final se convierte en dependiente del Padre, quien es el que lo traspasa con su Amor, le llena su aljibe vacío... Dice: "Creo en ti, en Tu amor y en Tu justicia / ... Tú serás mi brújula y mi antorcha".



Son poemas de diálogo con Dios, el Padre, con el Hijo, en un constante reconocimiento de la debilidad humana, de la duda, de la soledad, pero también del descanso en Dios. Está en diálogo con la esposa, con la tierra natal, con aquellos que le han marcado, como Juan Antonio Monroy, Henar Corbi, José Cardona, José Mª Martínez... Un diálogo con los ancestros, con los hijos, con la realidad.



Dice Manuel Espejo en su prólogo: "Estamos ante un poeta que no se siente ligado a rimas, ritmos o estrofas concretas. En él la forma se acomoda al contenido, a su vivencia y estado de ánimo. El poeta de mirada penetrante que sabe ver en el acontecer de hoy, el ayer trasnochado a través de la mirada del omnipotente...".



 



EL REY EN LA CELSA



«No quedan hombres honrados».



Levantamos las cejas,



y con justa rabia y tristeza



continuamente protestamos.



«Hoy todo el mundo roba».



Corrupción y pelotazo.



No quedan sino pedazos



de lo que se llamó honor y honra.



 



Pero casi nadie se acuerda



de Aquel que lo dejó todo 



para sumergirse en el lodo 



de estas nuestras miserias.



 



El Rey que quiso nacer en la Celsa



de un suburbio de Belén.



No visitarla, sino ser



oriundo de su frío y su pobreza.



 



No salió en televisión, 



ni escribió un solo libro. 



Ni fundó ningún partido, 



ni creó una religión.



 



Nosotros, los que queremos honradez, 



le crucificamos un día por hereje. 



Quisimos hacernos nosotros reyes, 



eliminándole primero a Él. 



 



«No quedan hombres honrados....» 



«Hoy todo el mundo roba...» 



Aunque ya no es moda el pecado, 



está presente en cada boca. Traiciones, violencia, avaricia, 



violaciones, mentiras, guerras. 



¡Y es Navidad! 



¡Qué locura de fiesta!. 



¿Qué podemos celebrar, señores? 



¿Queda aún algún motivo? 



Sí, no se asusten, aquel Niño 



aún cambia los corazones.



 



Aún convierte nuestros pesebres 



en lugar de luz y de encuentro, 



donde ángeles, sabios, pastores, 



descubren que es allí, de rodillas, 



donde se transforma el ser entero, 



donde el mundo reencuentra valores, 



donde se olvidan y perdonan pesadillas, 



donde vuelve a sonreír otra vez el cielo.



 



Jesús es Navidad. Gloria a Dios en las alturas./Y en la tierra paz./ 



Para con todos los hombres/ paz y buena voluntad.



 



Con motivo de una visita (cercana a la Navidad) que realizó Juan Carlos, rey de España, al barrio marginal de la Celsa.


 

 


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