Tenemos un problema, y no es la falta de legislación, papeles, documentos, libros, etc., sino apreciar la provocativa acción de Jesús poniendo como ejemplo a los niños.
Acaba de celebrase el Día Universal del Niño que nos recuerda todo lo acordado por los países que lo han suscrito desde que el 20 de noviembre de 1989 las Naciones Unidas redactaran un acuerdo internacional llamado la Convención sobre los Derechos del Niño (CDN).
Como cada año, esta celebración nos recuerda la aprobación de la CDN, y que lo contenido en ella tiene muchos rubros pendientes, y nos estimula a su cumplimiento por parte de los adultos y a su conocimiento, por parte de los niños.
"La CDN... Reúne derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales, reflejando las diferentes situaciones en las que os podéis encontrar los niños, niñas y jóvenes de todo el mundo. La Convención tiene 54 artículos que reconocen que todos los menores de 18 años tenéis derecho al pleno desarrollo físico, mental y social y a expresar libremente vuestras opiniones. Pero además, la Convención es también un modelo para la salud, la supervivencia y el progreso de toda la sociedad" (Edición: UNICEF Comité Español, 2005. Versión adaptada para jóvenes)
En ella se afirma que los gobiernos tienen la obligación de aplicarla, pero también en la misma se establecen las responsabilidades y las obligaciones de otros agentes como los profesores, los padres, los profesionales de la salud, entre otros, así como también los niños y niñas.
¿Celebramos su día? ¿Y qué de mañana? Me invito e invito a celebrarlo todos los días. El mismísimo Jesús dijo a sus seguidores que los dejaran venir a Él, y que no fuesen un estorbo a ese acercamiento. Algo inaudito en esa época donde este colectivo, junto con las mujeres y los extranjeros, constituían esa trilogía marginada en el pueblo de Israel hasta esa nueva era donde, como dice en el Nuevo Testamento: "Ya no hay judío ni griego, esclavo ni libre, hombre ni mujer, sino que todos sois uno solo en Cristo Jesús". Les dio un valor, un lugar de privilegio. Los puso como ejemplo.
Nos quejamos de todo lo caótico que está nuestro mundo. Pero nos olvidamos del granito de arena puesto para que esto sea así. Y también de aquel que no hemos puesto para mejorarlo. Y nos damos cuenta que hay millones de niños que trabajan para pagar las deudas familiares, para aumentar los exiguos recursos de casa... Según la OIT, todavía 168 millones de niños trabajan en condiciones penosas, para poder comer una vez al día. Esos que viven crisis crónicas. Donde el hambre es un mal endémico. La prostitución es el pan de cada día. Hace muy poco miles de niños deambulaban solos o acompañados de sus padres intentando cruzar las fronteras de Hungría para llegar a la rica Alemania. Mientras otros se ahogaban en las aguas frías del mar. Y también asistimos al rechazo al que se vieron expuestos en muchos momentos. Esos días no salimos con pancartas en su defensa.
Si se hace un diagnóstico de la situación de los niños en el mundo se nos presenta un cuadro como este: abandono, explotación sexual, trabajo infantil, no acceso a la educación, falta de atención sanitaria, desnutrición, hambre, falta de identidad, mortalidad por falta de vacunas, no libertad de expresión, no juegos, falta de amor, sin familia, sin agua potable, violencia, discriminación, etc., etc.
Ya resulta cansino decir que en el mundo, de las 25.000 personas que mueren cada día de hambre el 75% son niños menores de 5 años y mueren por causas que podrían evitarse. El hambre se ceba con alrededor de 13 millones de niños que mueren cada año por enfermedades causadas por esta falta de alimentos. Es más, incluso en los países desarrollados resulta que también la pobreza se pasea.
Y cuando les preguntas a estos niños y adolescentes acerca de sus sueños, dicen que quieren prepararse para tener un futuro mejor, poder jugar como cualquier niño que puede hacerlo; tener paz y cariño en sustitución al maltrato o al trabajo forzado. Ir a la escuela en vez de estar limpiando coches o lustrando zapatos. Tener por lo menos dos buenas comidas al día. No ser un eterno migrante. Poder expresarse y que le escuchen...
Hoy también, por enésima vez, quiero destacar que este año ya se agotó la fecha para que se cumplieran las grandes promesas realizadas a través de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), los cuales han sido sustituidos por los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), que son un conjunto de 17 objetivos y 169 metas destinadas a resolver los problemas sociales, económicos y ambientales que aquejan al mundo, cubriendo los próximos 15 años (2015-2030). A ver qué se puede hacer para que los gobiernos garanticen su cumplimiento.
EL COMPROMISO DE LAUSANA
En otro documento llamado Compromiso de Lausana, que es el resultado de un tercer congreso evangelístico mundial que tuvo lugar en Ciudad del Cabo (Sudáfrica) en octubre del 2010, y que fue gestado en el año 1974 donde se declaró que también la responsabilidad social es parte de la misión de la iglesia, hay una sección dedicada a favorecer a la infancia. Dice:
"Todos los niños están en peligro. Hay aproximadamente dos billones de niños en nuestro mundo y la mitad de ellos está en peligro de pobreza. Millones de ellos están en peligro de prosperidad. Los niños que viven en las naciones ricas y seguras lo tienen todo para vivir, pero no tienen nada por lo que vivir.
Los niños y los jóvenes son la iglesia de hoy, no únicamente de mañana. Los jóvenes tienen gran potencial como agentes activos en la misión de Dios. Representan una enorme fuente de recursos infrautilizados, sensibles a la voz de Dios y con voluntad para responderle. Nos alegramos de los excelentes ministros que sirven entre los niños, y deseamos que este trabajo se multiplique puesto que la necesidad es tan grande. Como vemos en la Biblia, Dios usa a los jóvenes y a los niños -sus puntos de vista, sus palabras, sus iniciativas- para cambiar corazones. Ellos representan la 'nueva energía' para transformar el mundo. Debemos escucharlos y no sofocar su espiritualidad infantil con nuestros enfoques racionalistas de adultos.
Nos comprometemos a:
A. Tomar en serio a los niños mediante una nueva investigación bíblica y teológica que refleje el amor y el propósito de Dios para ellos y a través de ellos, redescubriendo el profundo significado para la teología y la misión la provocativa acción de Jesús colocando a 'un niño en el medio'.
B. Procurar formar a personas y proporcionar recursos para averiguar las necesidades de los niños de todo el mundo, siempre que sea posible trabajando con sus familias y sus comunidades, en la convicción de que el ministerio holístico dirigido a cada próxima generación de niños y jóvenes es un componente vital de la misión mundial.
C. Exponer, resistir y adoptar medidas contra toda clase de abusos a los niños, incluyendo la violencia, la explotación, la esclavitud, el tráfico, la prostitución, la discriminación étnica y de género, los objetivos publicitarios y el descuido voluntario".
Entonces, pienso que debemos reconocer que tenemos un problema, y no es la falta de legislación, papeles, documentos, libros, etc., sino tener la "provocativa acción de Jesús" poniendo como ejemplo a los niños, dándoles un lugar, una misión en su misión, una dignidad. Modelo tenemos; la cuestión es andar en sintonía con ese modelo.
Nos dejan una hoja de ruta magnífica que hay que poner en práctica. No es fácil porque implica diálogo, unidad en medio de la diversidad, ponerse de acuerdo, ceder, pedir... Entre todos.
Tal vez no nos convencen las organizaciones que emiten ideas sobre determinados asuntos, en este caso sobre los niños, pero por lo menos ya están pensando en hacer algo. Los demás pueden mejorarlo. Por lo menos nos hacen repensar sobre todo lo anterior y ver si se necesitan reformas.
SITUACIÓN EN ESPAÑA
Contundentes son estas afirmaciones emitidas desde UNICEF: "Han pasado 25 años desde que se aprobó la Convención sobre los Derechos del Niño, y la situación de la infancia en nuestro país ha cambiado y mejorado en muchos aspectos. Pero todavía los niños y niñas no ocupan el lugar que merecen, todavía la infancia no es una cuestión prioritaria en las políticas públicas". "Los niños son un asunto de todos, su valor social va mucho más allá del ámbito doméstico; son un asunto de sus familias, pero también de todos. Porque sin ellos no hay futuro".
No hablemos de los demás, hablemos de nosotros. En España, somos conscientes que la situación de los niños se ha deteriorado grandemente, pues más de dos millones de niños viven bajo el umbral de la pobreza. Este colectivo es cada vez más pobre en comparación con el resto. Según datos del informe La infancia en España 2014, "un 30,5 % de los niños en nuestro país vive en riego de pobreza infantil y el nivel de fracaso escolar y abandono educativo está por encima del 22,3%".
Entonces te preguntas: ¿Debemos hablar con los protagonistas de estos derechos, es decir, los niños? ¿Deben estos conocer estos derechos y vivirlos? ¿Es este asunto solo una cuestión de las familias o es que todos estamos implicados?
Me pregunto qué papel tiene la Iglesia en todo este proyecto, si es que hay un proyecto. ¿Dejaremos pasar otros 25 años para volver a decir que todo continúa como lo dejamos?
Aprovecho para dar la enhorabuena a las distintas organizaciones evangélicas dedicadas a la Acción Social que cada vez más amplían su rayo de acción, preocupándose por los desfavorecidos de aquí y de allí.
ENTREVISTA A MANUEL GARCÍA LAFUENTE
Os dejo una entrevista que el año pasado le hice, en este medio, y con motivo de la celebración de los 25 años de la Convención de los Derechos del Niño, a Manuel García Lafuente, colaborador comprometido con el proyecto Operación Niño de la Navidad de Decisión. Además, es miembro de la Permanente de FEREDE, y un experto en el arte de la fotografía. Además, es una persona comprometida con la infancia en riesgo de exclusión social.
La entrevista está vigente. Nada ha cambiado.
Pregunta.- Hace 25 años, un 20 de noviembre, se firmó la primera ley internacional sobre los derechos de los niños, niñas y adolescentes. ¿Tenemos motivos para celebrar?
Respuesta.- Las celebraciones de este tipo, sirven sobre todo para sensibilizar sobre los males e injusticias que afectan a tantos niños en el mundo. Visto de este modo, sí tenemos motivos para celebrar. Debemos festejar la vida y reconocer que es un Don de Dios.
P.- ¿Dé que sirve la Convención sobre los Derechos del Niño?
R.- A diferencia de otras declaraciones, que son simplemente “orientativas”, la Convención sobre los Derechos del Niño es un documento “vinculante” para los países que la han firmado, lo que les obliga jurídicamente a cumplir y hacer cumplir los derechos que estipula.
P.- ¿Por qué a pesar de que la Convención de los Derechos del Niño es la que más ha sido ratificada por los gobiernos, en la práctica no ha obtenido logros sustanciales?
R.- No lo sé. Supongo que como tantas otras leyes y derechos reconocidos, muchos de ellos recogidos en las Constituciones de los países, no habrá la voluntad política suficiente para pagar el coste económico y social que ello conlleva. Y, además, los niños no votan… es por ello que la crisis está teniendo un gran impacto sobre la infancia y es un tema que permanece invisible en el discurso político y social.
Es por ello que tenemos que pedir a los gobiernos una mayor inversión y una mayor promoción de programas de sensibilización pública.
P.- Hablamos mucho del derecho a la vida... Y está bien. Pero nos preguntamos qué pasa con los miles de niños que a diario mueren en el mundo por falta de alimentos, medicinas básicas, agua potable, etc., o los que son víctima de la Trata, o los que son explotados laboralmente.
R.- El derecho a la vida debe ser también el “derecho a la vida digna”. Quien defienda una cosa, debe defender también la otra. Lo contrario es un gran cinismo.
168 millones de niños en el mundo entre 5 y 14 años están en situación de explotación infantil y más de la mitad realizan trabajos peligrosos.
Los niños y niñas que viven en los hogares más pobres y en zonas rurales tienen más probabilidades de ser víctimas del trabajo infantil.
Es cierto que una de las principales causas de la explotación infantil es la marginación social y la extrema pobreza.
P.- ¿Esas problemáticas deben importarnos a los que tenemos el privilegio de vivir en el Primer Mundo? Uno de los principios fundamentales de la Convención persigue la no discriminación: todos los niños tienen los mismos derechos.
R.- Por supuesto. Pero durante demasiado tiempo nos hemos olvidado de los niños del Tercer Mundo, y hoy –como si fuera un castigo divino-- tenemos la pobreza infantil entre nosotros, en lo que se conoce como “el Cuarto Mundo”, es decir, los excluidos que malviven en las ciudades del Primer Mundo. No hace falta más que leer los últimos datos sobre la pobreza infantil en España y en Europa.
Todos los niños deben ser tratados, protegidos y cuidados de la misma manera. Sin embargo, en el mundo actual, muchos niños y grupos de niños son víctimas de discriminación.
Cuando viajamos a países con extrema pobreza llevando los regalitos de Operación Niño de la Navidad, vemos cómo tantos niños son felices con un pequeño regalo y podemos ver en sus rostros la sonrisa y la felicidad.
P.- ¿Cómo informar y concienciar a la sociedad de que muchos de los productos que adquieren son elaborados por niños y niñas de la India, América Latina o Asia? ¿De que los niños de los países del Tercer Mundo son explotados sexualmente por ciudadanos inescrupulosos de nuestro país?
R.- Creo que eso es, en buena medida, una obligación de los gobiernos. La conciencia ciudadana tiene su lugar, pero también sus limitaciones. Los Gobiernos deberían garantizar el comercio justo y ético, y perseguir con mayor rigor a los delincuentes, dentro y fuera de España, sean de la nacionalidad que sean. El Artículo 34 de la Convención Internacional de los Derechos del Niño establece que “los estados deben proteger a los niños de todas las formas de explotación sexual y violencia sexual”. La cooperación internacional, en este sentido, es fundamental.
Todos debemos contribuir a combatir la explotación sexual al mantener al mundo informado acerca de tales prácticas y denunciar, a las autoridades correspondientes, a quienes explotan a los niños.
P.- Miremos a la infancia en España, un país que ha hecho suyas las directrices de la Convención. Pregunto: ¿Qué pasa con los niños que van a la escuela sin haber probado un bocado, o los que viven en hogares sin las mínimas condiciones de habitabilidad, o sufren violencia en sus hogares o colegios...? Justamente el gobierno ha recortado las ayudas a la educación, los servicios sociales, etc.
R.- Creo que la condición moral de una sociedad se mide por cómo ésta trata a los más débiles y vulnerables, entre ellos --los primeros-- los niños en riesgo de exclusión social. Con eso creo que lo digo todo. Pero repito lo que decía antes: los niños no votan. Somos la sociedad civil los que tenemos que exigir a nuestros dirigentes que actúen.
P.- ¿Cuál debe ser la postura y respuesta de los cristianos ante la vulneración de estos derechos? En la Biblia Dios se decanta por los excluidos... Y más aún, Jesús nos puso a los niños como modelo a seguir...
R.- Cuando Dios decidió obrar nuestra Salvación eterna, nos envió a un niño. La voluntad de Dios es clara al respecto. Los niños están en el centro de su corazón y nuestra obligación es cuidarlos, protegerlos y educarlos en el amor de Dios. Creo que esa es la razón por la cual en nuestras iglesias los niños están en el centro de nuestras actividades y se hacen muchas cosas con ellos y por ellos. Pero todo es poco, a la vista de las circunstancias…
Recuerda que el amor y la comprensión que le des a un niño marcará su vida y será el mismo que él proporcione a los demás que le rodean…
En aquel tiempo, respondiendo Jesús, dijo: Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y de los entendidos, y las revelaste a los niños. Mateo 11:25
Finaliza la entrevista. Gracias, Manuel, por su colaboración y tiempo dedicado para hablar sobre los derechos de los más pequeños.
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