Los cinco sentidos

Poner los cinco sentidos en alguna actividad significa cumplirla con meticulosa perfección. La más importante actividad del ser humano –aunque sólo fuese porque abarca y comprende a todas las demás- es la de vivir. Y, “Desde el Corazón” opino que si la cumplimos con tanta deficiencia (hablo de mí y de quienes me asimilen) es porque no ponemos los cinco sentidos en vivir.

Los sentidos son los puentes levadizos a través de los cuales nuestras más o menos profundas moradas interiores se comunican con el mundo, incluyendo en él a nuestros semejantes. Tales puentes con inoportuna asiduidad, en lugar de estar abatidos y fáciles al paso de las mejores sensaciones, están levantados con el fin de impedirlas, o al menos obstruirlas para que nada entre del todo con plenitud y con comodidad. El resultado es que vemos la vida a rachas, que la saboreamos aprisa y sin regusto; que la oímos sin atención, que la olemos fruncidos y a distancia; que la palpamos como si quemara. O sea, que vivimos a medias; que convertimos en verdad la ominosa afirmación de la antífona que cantan los monjes benedictinos de Santo Domingo de Silos “media vita in morte sumus” que ya lo vivía el hombre medieval sabiendo que a la mitad de la vida ya somos de la muerte, dejando en mal lugar a Quien inventó la vida, y que no la inventó para que la viviéramos a medias, sino que como Él enseñó, la viviéramos “en abundancia”.

Este “aprendiz de escribidor” y mucho más “aprendiz de Teología”, sabe que con los cinco sentidos, los hombres generalmente aprendemos: al escuchar, por audición, por lo que la “fe viene por el oír” y, el genio del cristianismo que es la predicación, tiene sus métodos acústicos desde los Génesis, así como también aprendemos por visión; desde los mismos Génesis tenemos los ópticos, la rica simbología y tipología de las Escrituras y las lecciones por observación de las vidas ejemplares. Palpando en el descubrimiento aprendemos con el tacto, y sólo “los que no tienen tacto”, siguen siendo maleducados. Y “Desde el Corazón” me falta tiempo para evidenciar que también se aprende por el olfato, pues no en vano se paraboliza la oración y la alabanza, con “olor suave que asciende a los cielos”. El gustar es un precepto bíblico: “gustad y ved qué bueno es el Señor”; por lo que es didáctica, la forma en que el Maestro expuso y persuadió de su resurrección, al discípulo que no creía creer: Tomás; le convenció por medio de todos los sentidos.

Este “aprendiz de Teología”, sabe muy bien, que el pecado del hombre altera todos sus puentes de aprendizaje, y los obstruye en su rebeldía, pero así y todo, están si no para producir la fe, sí para despertarla, para hacerla razonable. La gran sabiduría del Creador, mantuvo en el hombre los cinco sentidos que deben usarse para la mejor vida y para la protección de las influencias que la emponzoñan. Cinco sentidos despiertos para descubrir los efectos de influencia prácticos y los negativos de la revolución cibernética, la droga que se enchufa, la que puede producir tanto en niños como en adultos virus de alto riesgo. La inhibición del trabajo en casa, el juego al aire libre, el deterioro del lenguaje, imaginación, percepción, aprendizaje, autodirección y las relaciones, por mencionar claros síntomas de corrupción. Programas que estimulan la pasividad, disminuyen la creatividad, rompen y condicionan la familia natural. Y lo peor de todo es que induce al “trance televisivo”: borra la distinción entre lo real y lo irreal y en los recalcitrantes televidentes entorpece la sensibilidad hacia los sucesos reales, añadiendo a todo esto y entrando por el mismo sentido del oído, el deterioro a la capacidad de escuchar.

Sí, “Desde el Corazón” sugiero vivir la vida con los cinco sentidos, y saber usarlos para aprender que el hombre justo, vivirá por fe, porque si es justo, buscará la verdad, la solidaridad, la justicia, la fraternidad, la sanidad, la perfección, la belleza, es decir, todo lo bueno, todo lo que tiene buen nombre, y en esa búsqueda “¿dónde encontrará todo esto sino en Dios? y por otra parte, sabrá levantar los cerrojos en sus sentidos, a todo lo que haga de las personas seres perezosas intelectual y espiritualmente. Cribará todo lo que anule a los hombres a ser críticos intelectualmente, que venzan la peste expectadoritis, que transforma en anoréxica la capacidad de argumentar, dependiendo de la droga de “mirar” en lugar de “pensar”. Que los sentidos, cual puentes levadizos que protegen la fortaleza, se levantan contra la confusión psicológica, pues la mayor parte de producción televisiva pertenece al reino de lo artificial, lo fabricado no de la vida real, sino en los estudios, en los bochornosos estudios que engañan vendiéndose como “realitys shows”, bueno, si “shows” carnavalescos y que tanta influencia causan en el “desorden moral”.

Releo lo que escribo, y debo añadir “Desde el Corazón” que no todos los televidentes imitan automáticamente el comportamiento que se ve en las pantallas, pero en no pocos, poco a poco, “lo normal” comienza a ser modificado. Se comienza a asumir la violencia (al ser provocados), la promiscuidad sexual (al ser incitados) y los gastos de consumo extravagante (al ser tentados). Estamos siendo engañados… por todo ello, vivamos con los cinco sentidos bien abiertos a la Gracia de Dios.