Me parece muy interesante el proverbio salomónico que nos dice “que el alma generosa será prosperada”.
Quizás esta pregunta pueda parecer un tanto petulante, pero vamos a intentar respondernos de alguna manera, aunque nuestra respuesta no resulte demasiado convencional ni del todo convincente para muchos.
El dinero a día de hoy nos parece algo ineludible e indispensable para nuestro mantenimiento personal y familiar respecto a la inmensa cantidad de cosas que necesitamos adquirir para vivir dignamente, aunque también hemos de reconocer que por lo general invertimos demasiado dinero en cosas puramente superfluas, que ni en primera ni en última instancia nos resultan realmente necesarias, ni mucho menos indispensables.
Pero bien sea por medio de nuestra propia productividad personal a través del trabajo, o por otros medios más subsidiarios o dependientes, es como acostumbramos a conseguir el dinero necesario para vivir.
El dinero aparentemente es un valor neutral pero enormemente disputado y codiciado en todos los ámbitos de los quehaceres humanos. Antiguamente en vez del dinero el equivalente era el trueque, el intercambio en cuanto al valor de una mercancía por otra.
Sin duda podríamos desarrollar la secuencia histórica del dinero desde sus orígenes como un valor de pago en especies, después en monedas y más tarde el origen del dinero papel se data en la actividad de los orfebres durante la Edad Media, posteriormente, los orfebres comenzaron a reconocer deudas emitiendo dinero papel, teóricamente convertible en oro. El dinero (papel o monedas) no tiene hoy en día ningún respaldo en términos de metales preciosos, sino que su valor descansa en la confianza de cada individuo de que será aceptado como medio de pago por los demás. Si esta confianza desapareciese, el billete o dinero de papel sería inservible.
Por lo tanto el dinero es un valor tan necesario como relativo en muchos aspectos, en cuanto a lo que tratamos de explicar; ¿es posible vivir sin dinero? La respuesta inmediata, fácilmente sería que no es posible en modo alguno vivir sin depender del dinero en mayor o en menor medida, pero aunque pueda parecer utópico me gustaría decir, que si es posible sobrevivir sin dinero en medio de esta jungla de intereses humanos de todo tipo, especialmente de intereses económicos. Aunque esta cuestión sin duda alguna sería largamente discutible por muchos
La última gran crisis mundial que hemos padecido en los últimos años ha sido la crisis del dinero que en definitiva es la crisis del hombre en su raíz más profunda, sustentada por el pecado insaciable de la codicia. Vivir sin dinero sería como vivir anticipadamente en el Cielo, donde el valor de las cosas y las personas se midieran con otros baremos más desinteresados y justos a la vez, pero al parecer de momento todavía tendremos que esperar con gran expectativa ese mundo nuevo.
Lo que si deberíamos replantearnos es, no tanto la utilidad sino la utilización del dinero en nuestro diario vivir. Pienso y creo que la gran mayoría de la gente hemos de aprender a vivir más sobriamente y disfrutar de la vida como nadie, porque las mejores cosas y los bienes esenciales de la vida son completamente gratuitos.
Por supuesto que es discutible que el dinero nos da la felicidad, si bien no podemos negar que puede contribuir significativamente a nuestro bienestar humano si sabemos administrarlo adecuadamente. Pero el problema no es el dinero en sí mismo sino la actitud que cada uno de nosotros tengamos con respecto al dinero para liberarnos de muchas angustias y ansiedades innecesarias por causa de nuestra mala administración personal o familiar. Quizás deberíamos preguntarnos sinceramente a la vez que respondernos ¿Qué relación tenemos cada uno de nosotros con el dinero?, es una relación tóxica, dependiente u obsesiva o es una relación responsable, relajada y sabía a la vez…
Y la última consideración por mi parte sería, el aprender a ser generosos con nuestro dinero y con todo lo que poseemos. Me parece muy interesante el proverbio salomónico que nos dice “que el alma generosa será prosperada” (Proverbios 11:25) y este principio dinámico y veraz de las Escrituras es absolutamente cierto, he podido constatarlo en mi propia experiencia personal y familiar a lo largo de los años. Porque nuestro Dios es un Dios extraordinariamente generoso en todas las cosas que nos da a lo largo de nuestro peregrinaje por esta corta y emocionante travesía de la vida humana.
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