No perdamos la memoria, ni la historia. Y más en un tiempo cuando queremos acordarnos de la Reforma con sus principios y fines.
Empiezo por pedir disculpas a los lectores que están fuera del mínimo contexto de este enclave monumental: el monasterio de San Isidoro del Campo, en Santiponce, al lado de Sevilla. Aunque este monasterio se cita siempre con la referencia de que aquí estuvieron los frailes jerónimos Casiodoro de Reina, el primer traductor de la Biblia completa al castellano, y su posterior revisor, Cipriano de Valera.
La semana anterior, en conexión con la labor exigente y modélica de trasladar la historia que realizó Luis de Usoz y Río, al que esta semana le dedicamos el congreso sobre Reforma Protestante española en la universidad Complutense, les avisaba de un episodio que pone al descubierto lo fácil que es perder la historia, incluso en parcelas que tenemos en la palma de la mano. Se trataba de recordar que ese monasterio (una buena parte del mismo) fue propiedad de los evangélicos hace nada. Y se perdió.
No sirve de nada sacar pecho para recordar emocionados lo que en ese monasterio hubo, si no recordamos, no sé si con la misma emoción, lo que ayer mismo había. También ayer allí estuvieron los evangélicos, y no se fueron precisamente huyendo de la Inquisición.
Es curioso cómo hoy es un episodio del que nadie quiere hablar, y no es tema menor. Incluso en sus dependencias llegaron a vivir varias familias durante unos años, entre ellas la del historiador Gabino Fernández. Les cito sobre ese episodio lo que él pone en su entrada “Fundación Evangélica Reina-Valera”, dentro del apartado Enciclopedia de su Centro de Estudios de la Reforma. Y fue alguien que vivió allí.
Fundación Evangélica "Reina Valera" Tras su constitución en 1981, por un grupo de evangélicos de distintas partes de España, la Fundación Evangélica Reina Valera, compró el conjunto de edificios que eran propiedad de una empresa dedicada a la fabricación de cerveza y que forman parte del Monasterio de San Isidoro del Campo; que ya fue declarado monumento histórico artístico en 1872. El lugar consta de una serie de edificios con sus jardines, terrenos colindantes y una huerta; distribuidos sobre 30.000 metros cuadrados, de los que 5.000 están edificados. Cada uno de los edificios está destinado a un uso específico. En la parte noble, claustro gótico (s. XV-XVI) y torre barroca (s. XVIII), está el Centro de Estudios, Biblioteca, Museo y Archivo de la Biblia. El resto está dedicado a Salón de Conferencias, Proyecciones y Encuentros. Aparte y además del valor y significación que tiene el hecho para todos los evangélicos.
Pero no informa de cómo eso todo se perdió en unos años. Y el problema es que, como pasen unos cuantos más, será un tema casi olvidado. Antes que la gente que sabe se muera, que cante y cuente.
El mismo Gabino Fernández, y lo cito porque es historiador, y porque incluso vivió allí (que vivió la historia, vaya), al tratar el asunto en su libro Reforma y Contrarreforma en Andalucía, tras informar de lo que ya han leído en la entrada anterior sobre la Fundación Reina-Valera, la propietaria del edificio, dice:
En 1988, la Junta de Andalucía, compró a la Fundación Evangélica Reina-Valera su sede en el antiguo monasterio de San Isidoro del Campo, por 22.304.940 pesetas y un terreno de 1.200 metros cuadrados, edificables a dos plantas, en los aledaños.
De manera que, tras el párrafo donde leemos las características, extraordinarias ciertamente, de la edificación y usos propiedad de la citada fundación, pasa en el siguiente renglón, sin explicación alguna, a … En 1988, la Junta de Andalucía, compró…
Entre esos renglones, habrá pasado algo. ¿Cómo es que eso se perdió? No perdamos la memoria, ni la historia. Y más en un tiempo cuando queremos acordarnos de la Reforma con sus principios y fines.
El problema es que en no pocas ocasiones gusta más la imaginación que la historia, casi siempre incómoda. Pero si queremos la verdad, hemos de recurrir a la historia, a los datos, a los hechos. Les pongo un ejemplo, sin relieve ciertamente, pero que es una metáfora de lo que se ha hecho en el monasterio. En ese monasterio de San Isidoro del Campo existen multitud de imágenes de san Jerónimo, en cuya iconografía siempre se incluye el gorro cardenalicio (se llamará de otro modo) y el león. El bueno del león está por todos lados. De modo preferente en unas imágenes en los muros de la sala capitular, donde se representan escenas de la vida del santo, con sus frailes empleados en la labor de lectura y traducción de la Biblia. Pues para la imaginación evangélica, seguramente porque así se ayuda a la causa, la de su imaginación, ese buen león es el diablo. Y en una escena, especialmente cuadra como diablo, incluso como símbolo de la Inquisición, porque está persiguiendo al bueno de Julianillo, con su burro con los fardos de libros y todo. Imaginen puesto que no tienen delante la imagen, que para un evangélico que conoce algo del fiel Julianillo, con sus libros de escondida para la comunidad protestante sevillana, será emocionante, y no se parará a pensar o leer sobre la historia de san Jerónimo y el león, si algún profesor de historia, o teología, le dice que allí se representa a la comunidad protestante interna del monasterio, y que ése hombre que intenta quitarse de en medio con sus burros frente al león es el mismísimo Julianillo. Si así fuese, pues sería una imagen para llorar.
Para llorar es el fraude que se hace con las imágenes de esa historia. Primero, y quizás no en último lugar, las pinturas corresponden a fecha en la que Julianillo ni había nacido. Y, segundo, el león ahí sólo rescata pertenencias, los burros con sus fardos, que eran del monasterio y unos ladrones se llevaron. ¿Y por qué? Pues porque, en la leyenda de Jerónimo con su fiel león, éste se había quedado, como gratitud por haberle el santo quitado un pincho de la pezuña, como guardián del monasterio. Y puesto que había fallado en su misión, no para hasta recuperar las pertenencias. De manera que el diablo no está en la figura del buen león, sino en la mente y boca de quien lo transforma en diablo, y cambia toda la historia a su gusto. Está del lado del profesor que dice esa insensatez.
Pero sigamos, y hagámoslo como buenos protestantes, con ética del mismo nombre. Con la mirada en la verdad, y con la verdad viviendo. Al recordar la semana pasada el penoso episodio de la pérdida del monasterio (no sé si habrá león que lo recupere), me puse a buscar algunos datos y fechas. Y no sé ni cómo, me vi metido en la wikipedia, en la entrada Monasterio de San Isidoro del Campo, y ahí leí lo que les pongo:
En 1835, con la Desamortización de Mendizábal el convento perdió su condición. Tras varios destinos alternativos, desde 1956 hasta 1978 volvió a tener uso religioso siendo ocupado de nuevo por los Jerónimos. En la actualidad se encuentra en fase de reconstrucción para su uso como seminario evangélico, por el Seminario Teológico Al-Ándalus y la Fundación ABRE, en Santiponce.
Ya me dirán qué me entró al leer esto. Porque no existe tal reconstrucción. Es mentira, mentira, y mentira. ¿Quién ha enviado esa falsedad a wikipedia? Pueden imaginar la cara de los responsables de la Junta de Andalucía (porque les he consultado) al ver esta información. Vayamos luego a presentarles un acto de conmemoración de la Reforma. Muy triste, muy miserable.
Pero pasarán de un renglón a otro, tapando la historia. O eso creen.
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