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Protestante Digital

 
 

David y el bumerang: El que la hace, la paga

2 Samuel 11 y 12, novelados.

AHONDAR Y DISCERNIR AUTOR Roberto Estévez 30 DE AGOSTO DE 2015 18:20 h

- Buenas tardes mi comandante, acabo de llegar de Jerusalén. El rey le envía  esta carta.



 El oficial  Urías extrae de entre sus ropas un manuscrito que entrega al General Joab.



 Este le hace varias preguntas sobre la situación en la capital y por algunos de sus conocidos en el palacio real. Luego de un rato de conversación Urías se retira.



Cuando está sólo Joab abre el pliego y lee el mensaje:



“Poned a Urías en el frente más peligroso de la batalla; luego retiraos de él, para que sea herido y muera” (v.15).  Una sonrisa burlona aflora en los labios del militar mientras cavila. ¡Qué iba a sospechar Urías que traía consigo su propia sentencia de muerte! Joab se pasea dando vueltas en su tienda de campaña, lee nuevamente la carta y la incinera en el brasero. Se pregunta que habría  hecho Urías para que el rey tome esa determinación tan drástica.    Al día  siguiente llama a Urías y le dice:



- Oficial, tenemos que tratar de conseguir penetrar a la ciudad.  Yo le voy a dar a Vd. la oportunidad de demostrar una vez más  sus dotes de gran guerrero. Mañana a primera hora quiero que Vd. con un escuadrón especial traten de entrar por la  puerta del oeste porque parece que no está bien resguardada. La empresa  es delicada pero yo sé que un buen soldado como Vd. la hará posible.  ¿Cuántos soldados quieren para la misión? Urías  establece  el número y Joab le promete que él  mismo le va a seleccionar el destacamento.



 A día siguiente Urías  con su escuadrón  se dirige hacia la muralla para tratar de abrir una brecha. Una flecha lo atraviesa y cae. Pocos minutos después su cuerpo queda inerte. En ese mismo momento quizás David está sentado en su estrado. Pero aquel  día quien es realmente victorioso no es el  rey en  Jerusalén apoltronado en su trono con almohadones de decepción y traición  sino aquel soldado fiel que honra a su Dios y  ha cumplido con su deber.



  De inmediato Joab manda un mensajero al rey.  Cuando este llega le da los detalles de la artimaña militar. El rey se enoja por la “falta de cuidado en acercarse demasiado a la muralla” El mensajero prosigue:



- “Entonces los arqueros tiraron contra tus servidores desde arriba del muro y murieron algunos de los servidores del rey. También tu servidor Urías heteo ha muerto. Una sonrisa que no puede disimular aparece en el rostro del rey. Su plan ha salido a la perfección.  Cambia su tono y ahora como un militar profesional dice:



- “Refuerza tú el ataque contra la ciudad y destrúyela” (v. 25).



 La noticia de la muerte de Urías corre en el palacio real. Betsabé hace duelo por su marido de acuerdo a la costumbre.



Pasado el luto, David envió a traerla a su palacio. Los sirvientes hacen sus comentarios y cálculos basados en el hecho que Betsabé está muy avanzada en su gravidez. ¡Y lo más interesante de todo fue que Urías  hacía más de un año que no había estado en su casa!



“Ella vino a ser su mujer y le dio a luz un hijo. Pero esto que David había hecho pareció malo a los ojos del SEÑOR” (v.27).



Han pasado los meses y en palacio todo parece que sigue como de rutina. Bueno, es un decir, porque la gente que está cerca - como  los criados y consejeros -,  notan que el rey ha cambiado. Ya no canta en las mañanas las hermosas melodías que él mismo había compuesto. A veces ha tratado de entonarlas  y es como si estuviera  ronco y disonante. Se le forma “un nudo en la garganta” y no puede seguir  (Sal.51: 15) (*).  Otras  veces trata de tañer el arpa y es como si estuviera desafinada. Unos minutos después la deja abandonada; a veces por muchas semanas.



 Ya no se sonríe como antes (v.8) Los ayuda de cámara  dicen que de noche no duerme.  Se pasa caminando por su cuarto y parece que habla sólo. Los criados y demás asistentes no logran entender qué es lo que dice. Son frases cortas. Las reitera una y otra vez. “No me eches de tu presencia ni quites de mí tu espíritu (v.11).



 Hay días en que todo parece andar  bien pero luego las cosas cambian. David ya no come mucho; ha perdido peso. Por la mañana se queja de no haber descansado y que le duelen todos los huesos (v.8).



Los sirvientes  dicen que sus oraciones son muy cortas. A veces ni siquiera ora.  No tiene más esa paz y alegría  de vivir que antes tenía. Los asistentes  han dicho que a veces actúa como si viera algo delante de sí y se tapa los ojos.



  Esa mañana  el criado anuncia al rey que el profeta Natán quiere hablar con él. Accede, y el profeta  entra en la gran sala.  Es un hombre ya entrado en años. Su aspecto infunde  respeto. Camina despacio y con dignidad. Habla lentamente y con claridad.



- Buenos días profeta – saluda David - ¿a qué debo el gusto de su visita?



 Tras una inquisidora mirada, Natán le dice:



- Quisiera mi rey que Vd. me aconseje en cuanto a una situación  muy difícil  que ha sucedido. Es un problema legal



- ¡Explíqueme!



- “Había dos hombres  en una ciudad, el uno rico y el otro pobre” – comienza Natán. El rey hace un gesto con su cabeza y levanta sus  hombros como diciendo “así es la vida”. El profeta continúa:



- “El rico tenía numerosas ovejas y vacas, pero el pobre no tenia más que una sola corderita.



- Sí, yo sé que hay desigualdades en la vida – interrumpe el rey - pero ¿qué se puede hacer?



 Natán toma  la palabra  nuevamente:



- “Pero el pobre no tenía más que una solo corderita que él había comprado y criado, que había crecido unto con él y sus hijos”.



 El rey pone cara de impaciencia y dice:



- Sí, yo  conozco gente que trata muy bien a los animalitos; son personas que tienen un buen corazón.



El anciano lanza una significativa mirada al rey y prosigue:



- “Comía de su pan, bebía de su vaso...”



- Cuando yo era pastor de las ovejas de mi padre muchas veces alimenté a los corderitos - vuelve a interrumpir David. Se hace un silencio y Natán continúa:



- “Dormía en su seno y la tenía como su hija” 



- Bueno, - dice el rey - yo creo que eso ya es una exageración. Los animalitos son los animalitos y las personas son las personas.



 El profeta Natán repite lentamente las palabras:



- “La había comprado, la había criado, había crecido junto con él y sus hijos, comía de su pan y bebía de  su vaso. La trataba como a una hija”.



En este momento el rey ya ha perdido su paciencia e interrumpe nuevamente y dice



Natán, me gusta su historia, pero estoy muy apurado con mis obligaciones de gobierno.



- Ya termino - dice el anciano y prosigue:  “Pero un viajero vino al hombre rico, y éste no quiso tomar una  de sus ovejas o de sus vacas para guisarla para el viajero que  había llegado, sino que tomó la corderita de aquel hombre pobre…” (12: 4).



- ¡Me imagino que el pobre se habrá resistido! - repuso David.



- Sí, trató de oponerse  pero el rico vino con sus sirvientes que eran muy fuertes y se la arrebató de sus brazos.  ¡Vd. no se imagina como lloraba este pobre al ver que le arrancaban su corderita para hacer un guisado. El pobre hombre gritaba:



- Yo la compré, yo la crié, yo le di de comer”. Todo fue en vano.



- ¿Le dieron alguna explicación por lo que hicieron?



- Sí, el rico dijo: - Yo soy el que manda y  hago lo que se me da la gana.



El rey David se para. Su rostro está enrojecido por el furor. Sus ojos parece que  han agrandado. Levanta la mano y con voz tronante dice:



-   “¡Vive el SEÑOR, que el que hizo semejante cosa es digno de muerte!



 Ahora extiende su brazo con autoridad y agrega:



- El debe pagar cuatro veces el valor de la corderita, porque hizo semejante cosa y no tuvo compasión.



 Se hace un silencio profundo. El rey se sienta en su trono mostrando en su cara  todavía el furor. Los  sirvientes escuchan con atención. El rey repite:



- Yo decreto  que debe pagar cuatro veces.



Hay una larga pausa. Natán se levanta y extiende su mano y dice:



“Tú eres ese hombre”



El rostro del monarca  se pone blanco  como una tiza. Una a una las acusaciones se suceden estallando como salvas de mortero.



Primero vienen los “preliminares”:



- “Así ha dicho EL SEÑOR Dios de Israel: “Yo te ungí como rey sobre Israel y te libré de la mano de Saúl. Te dí a la casa de tu señor y puse las mujeres de tu señor en tu seno. Te dí la casa de Israel y de Judá, y por si esto fuera  poco, yo te habría añadido muchas otras cosas”(12:8).



Ahora viene la pregunta que no tiene respuesta:



- “¿Por qué, pues, menospreciaste la palabra del SEÑOR, e hiciste lo malo ante sus ojos? (v.9)



David se pone más pálido. Su corazón empieza a latir rápidamente y con fuerza



Un  sudor frío le cubre la frente.



- “Has matado a espada a Urías el heteo; has tomado a su mujer por mujer tuya, y a él lo has matado con la espada de los hijos de Amón. Has usado a los enemigos del pueblo de Dios para ejecutar tu malvado plan. Ahora pues, porque me has menospreciado y has tomado la mujer de Urías el heteo para que sea tu mujer, jamás se apartará la espada de tu casa….” (v.10). Tú lo hiciste en secreto pero yo haré esto ante todo Israel y en pleno día, ha dicho el SEÑOR” (v.12).



Se hace un prolongado y sepulcral silencio. El rey se hinca  en el suelo, eleva sus brazos y dice:



- “He pecado contra el SEÑOR” ((v.13).



Las lágrimas corren por sus mejillas. El profeta está de pie; el rey, sobre sus rodillas. No es teatro, es real.



Natán responde:



“El Señor ha perdonado tu pecado; no morirás. Pero como en este asunto has hecho blasfemar a los enemigos del Señor, el hijo que te ha nacido morirá  irremisiblemente” (v.14)



La Historia Bíblica y Nosotros



La caída en el pecado de David ha sido espeluznante. La gracia de Dios es más grande y vence ese capítulo tenebroso de su vida.



Miles de personas que se han hundido  en las profundidades de la impiedad  han  sido impulsadas a buscar la misericordia  al comprender que Dios perdona a aquel que esta realmente arrepentido.   El mensaje del Evangelio es un mensaje de perdón.



Dios manifiesta su clemencia al enviar al profeta quien lo confronta. Como resultado, la constricción  de David es absolutamente profunda y real. No se arrepintió porque “las cosas al final salieron  mal” sino porque se da cuenta qué grave es ofender a Dios y perjudicar al prójimo.



Las palabras “lo que David había hecho pareció malo a los ojos del SEÑOR” (v.26)  es una frase de gran hondura. Son como  relámpagos y  nubes muy negras en el horizonte que presagian una tremenda tormenta.



La gran enseñanza de este capítulo es que el pecado trae graves consecuencias. Pero la gracia de  Dios se manifiesta con el arrepentimiento  del pecador.  David lo hace.  Llora por su pecado. Por supuesto,  el daño está hecho.



En un sentido, él no puede restaurar las 4 corderitas que él mismo ha



sentenciado debe pagar. Betsabé ha cometido adulterio y David además un crimen.



En esta  historia  que es  muy sombría  aparece un  personaje luminoso y radiante:  es el profeta Natán. Sin duda que él ha puesto en peligro su propia vida al ir al rey y denunciarle  su crimen  de la manera que lo hace. La técnica que utiliza es muy interesante. El usa una parábola. Nos preguntamos qué hubiera sucedido si hubiera acusado a David de entrada. De la manera que lo hace deja  al mismo David que juzgue y pronuncie la   severidad y  extensión de la  condena.



En la narración, cada personaje,  como en una obra de teatro, tiene que hacer una decisión que va a ser muy importante. Como un castillo hecho con las piezas de un dominó, al caerse una pieza se van involucrando las otras en la caída.



-   



1) David decide invitar a Betsabé.



2) Betsabé opta por aceptar la invitación.



3) Urías determina no ir a su hogar como lo ha maquinado el rey.



4) Urías decide dormir nuevamente en el umbral de la puerta del palacio.



5) El rey resuelve que Urías muera en el campo de batalla.



6) Joab decide acatar la orden criminal del rey.



Si cualquiera de estos eslabones se  hubiera interrumpido  no se hubiera  llegado  al terrible final.



Todos en nuestras vidas tenemos que hacer decisiones que muchas veces traen consecuencias muy serias a largo plazo.



Joab está en una situación similar  a la de  Pilato mil años más tarde. Sabe que Urías es inocente pero lo entrega a la muerte.   Al acatar la orden se produce un fenómeno interesante. De aquí en adelante el mismo rey queda subyugado a Joab quien es su cómplice.



Observemos que en 11:26 se nos dice “al oír la mujer de Urías que su marido había muerto hizo duelo por su marido”. El escritor sagrado guiado por el Espíritu continúa llamando a Betsabé la esposa de Urías. (Mat.1:6).



Al parecer el mínimo  duelo seria por siete días.



Urías probablemente nunca supo que su amada esposa le había sido infiel. Tampoco que su  tan venerado  rey planificaría su muerte ni que su admirado comandante se prestaría a ello con certera precisión. De haber sobrevivido hubiera sufrido el dolor de saber que tres personas  que él respetaba le fueron infieles.   ¡Es muy difícil quedar parado sufriendo tres golpes tan fuertes



¿Quién es en esta historia el viajero o el caminante de la parábola? Sin duda que representa a la pasión carnal del rey. Alguien ha dicho: “Primero viene como peregrino, luego entra como huésped y termina quedándose como amo de la casa”.



Es  probable  que muchos de los elementos de esta parábola  se correspondan a la vida real.  Urías y Betsabé es muy posible  que se conocieron de niños y crecieron jugando juntos. Un día, con el pasar del tiempo se casaron.  Esta es una de las partes de las Escrituras que nos muestra una relación  de esposo con su cónyuge  de un afecto  maravilloso.  La belleza  de la parábola  está en la simplicidad de los términos que tienen un significado profundo.



“La había comprado” por supuesto se refiere al hecho que contrajo con ella matrimonio. Pero no es  una sirvienta que tiene que hacer todo lo que a él se le ocurra. La trata con un cariño excepcional. Comparte con su esposa aún de sus alimentos. “Comía de su pan y bebía de su vaso”. Luego nos da una imagen de ternura e intimidad  muy especial. Dormía en su seno.  Se llega a la cúspide  de la narración cuando dice “y la trataba como una hija”. El amor y el respeto eran las características de esa relación.   El apóstol va a expresar el mismo concepto  “vivid con ellas con compresión, dando honor a la mujer como a vaso más frágil” (1Ped.37)



La acusación  principal no es el adulterio sino el crimen y el   “tomar por mujer” a  Betsabé luego de asesinar  a su marido. El casarse con la viuda del hombre que acaba de matar no fue una obligación moral. Fue un atropello a la ley de Dios.



Está  afrentando y pisoteando la institución del hogar que el mismo Dios  estableció.  David se convierte así  en alguien que ataca la institución divina que es la familia. “Porque me has menospreciado y has tomado la mujer de Urías el heteo para que sea tu mujer,” (v.10).



Natán enfrenta una decisión muy seria. El llevar el mensaje de juicio al rey podría significar su muerte  si el monarca se enfureciera como solía  suceder. Sin embargo Natán es fiel al SEÑOR y  asume el riesgo.  Sin duda ha estado en la presencia del Señor que le ha mostrado exactamente qué decir y como hacerlo. Su intrepidez  y fidelidad deben ser para nosotros un ejemplo (2Tim.2:3).



 Las palabras pronunciadas un milenio después se  pueden aplicar a su vida “He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe” (2Tim.4:7)



Años después va ser uno de los que establece el ministerio musical en el templo (2a. Cron. 29:25)



El v. 11 nos enseña: “Así ha dicho el SEÑOR: He aquí yo levantaré contra tí  el mal en tu propia casa. Ante tus propios ojos tomaré tus mujeres y las daré a tu prójimo, el cual se acostará con tus mujeres a la luz del sol. Ciertamente tú lo hiciste en secreto, pero yo haré esto ante todo Israel y en pleno día”. Este juicio tremendo se va a cumplir textualmente cuando Absalom su  hijo hace exactamente lo que está profetizado.   Este hace eso tan inmoral  es para que no exista duda que el “golpe de estado “es real y que no se va a retroceder. De esa manera al hacer este acto depravado se gana la  adhesión de todos los de la oposición y a nadie le puede  caber la mínima  duda que ha cruzado la línea en que la reconciliación es imposible. La imagen de Absalón desde la azotea cometiendo esas vilezas a la vista del pueblo tiene cierta similitud a los golpistas que aparecen en la televisión rodeados de los altos comandos militares. El efecto que se trata de lograr es muy similar.



David ha dado su propia sentencia. Es digno de muerte y debe pagar cuatro veces. No existía pena de muerte para el robo de un animal. Pero sí para un asesinato (“¡Maldito el que hiera de muerte a su prójimo en secreto!” Deut. 27:24).



Como resultado de este episodio David va a perder cuatro hijos.



Primero muere  el niño de Betsabé. Después  Absalón mata a su medio hermano  Amón como castigo por la violación de  su hermana Tamar (2 Sam.13:29)  Absalón luego es muerto por las flechas de Joab  cuando hace la revolución (2 Sam.18:14). Lo llamativo es que David usa a Joab para matar a Urías que cae por las flechas enemigas. El hijo del rey va a caer por las flechas de la misma persona que el usó para matar a Urías. El tema del “bumerang” se ha repetido” (Gal.6:7).



Por último Adonías es ejecutado por orden del Rey Salomón (1Rey.2:25). En los tres casos tenemos que la muerte está relacionada con lo  sexual. Amón: incesto y violación (2 Sam.13:8-14), Absalón  profana el harem de su padre ( 2 Sam.16:22) y Adonías trata de obtener la que había sido  concubina de su padre (Abisag la sunamita 1Rey.2:22).



En cuanto a la muerte del niño Matthew Henry dice: “¡Contemplemos la soberanía de Dios! Los padres que son los culpables sobreviven y el niño que es sin falta muere; pero nuestras almas son de él, y el puede, de la manera que a él le agrada, glorificarse a si mismo en sus criaturas”.



El principio que el pecado engendra muerte se ha cumplido (Rom 6:23; 7:5). Cuando pensamos en la familia real con tres  muertes violentas y un incesto- violación nos damos cuenta de la importancia del padre de ser ejemplo, y la responsabilidad de instruir a los hijos en el temor reverencial del Señor.  



Dios  no  crea los hechos malos que hacen los seres humanos.  El SEÑOR en su providencia puede actuar dejando a los hombres que actúen sin los frenos y murallas que normalmente Él utiliza para proteger a los suyos.



El Señor nos ofrece el triunfo.



El  hombre tullido de Bethesda tuvo la promesa  del Señor que una vida victoriosa es posible cuando Él le dijo “no peques más”  (Juan 5:14). Esto implica que es absolutamente  factible  apartarse de ese pecado o vicio que parece que es tan difícil o casi  imposible de vencer. “Esto erais algunos de vosotros…” (I Cor. 6:11).



El mismo apóstol Pablo no termina sus días temiendo la posibilidad de la caída espiritual  sino   confiando en la promesa  “El Señor me librará de toda obra mala y me preservará para su reino celestial (2Tim.4.18)



Pero alguien dirá: - ¿Qué seguridad tengo yo que no voy a caer si alguien tan espiritual como David cayó en el pecado?



Hoy los creyentes tenemos cuatro líneas de fortificaciones que David no tenía. Esto no nos hace inexpugnables  pero alabamos al Señor por su gracia.



a)  Somos recipientes  del ministerio de intercesión actual del Señor Jesús a nuestro favor que no   existía en los tiempos del Antiguo Testamento (Heb.7:25).



b) Tenemos la oración sacerdotal del Señor Jesucristo a nuestro favor. “No ruego que los quites del mundo sino que los guardes del maligno” (Juan 17:15).



c) Poseemos el Espíritu Santo que está derramado en nuestro corazones (Romanos 5:5) y que “nos guía a toda verdad” (Juan 16.13).



d) Disponemos de  todo el canon de las Escrituras que es la espada del Espíritu (Efe.6:17).



Por eso la frase “somos más que vencedores” no es una frase imaginaria y  bonita sino que es una meta que por su gracia podemos alcanzar.



No temáis la caída pero mirad a  Aquel que os puede guardar sin caída (Jud.24).



Terminamos esta parte del estudio con las palabras  del amado apóstol “Si confesamos nuestros pecados él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad” (1Juan 1:9).



 



Notas al Margen



Hay algo que parecería una contradicción que por supuesto no lo es porque la Escritura nos dice que cae herido por los flecheros y probablemente  es después acabado  con la espada. A su vez el vocablo    espada es un término genérico que incluye todo tipo de armas.



 Joab  acata la orden del rey  (a lo cual podría resistirse dado su rango de comandante en jefe) porque esto le proporciona más “poder”. Ahora el puede chantajear al monarca.



Urías muere como un héroe. Por el contrario llega el día en que el mismo Joab va a morir como un cobarde agarrándose de los cuernos del altar (1Rey.2:28).



No podemos pensar que el arrepentimiento del rey sucede en alguien que hasta la visita de Natán está viviendo como si nada hubiera sucedido. El Salmo 51 que se escribe inmediatamente después de la visita acusadora  del profeta nos da a entender claramente la angustia y sufrimiento que David tiene antes de su arrepentimiento.



 La frase “mi pecado está siempre delante de mi” (Salmo 51:3)  la interpretamos no como una frase teórica y etérea sino como algo real. Su crimen lo tiene delante de él.



¡Es como si viera a Urías  lleno de vida y despidiéndose de él con una gran sonrisa y luego caído  ensangrentado frente a la muralla apuntándole con su dedo!



El arrepentimiento de David es un proceso largo como lo sugiere el Salmo 51. Es muy probable que el Salmo 32 también se refiera a este mismo momento.  Indudablemente no hay episodio en la vida de David que sea tan tremendo como este. “Mientras callé, se envejecieron mis huesos en mi gemir, todo el día. Porque de día y de noche se agravó sobre mí tu mano; mi vigor se convirtió en sequedades de verano. (Salmo 32:3-4).



La sentencia  de Natán  “Tú eres ese hombre” ha sido llamada  “La frase más dramática del Antiguo Testamento”Estas palabras  tocan lo profundo de ese corazón sobre quien Dios en su misericordia estaba obrando. Cuando un hombre prominente de Dios cae en el pecado sus enemigos se alegran. Sin duda sucedió así con David. Estarían aquellos que dirían - ¡Miren a ese que hablaba tanto de Dios y de la santidad! ¡Miren lo que hizo!



Hemos dicho muy poco desde el punto de vista de Betsabé. Cuando su marido muere en el combate ella probablemente cree que es el resultado natural de la guerra.  En algún momento David - ahora su esposo - le tiene que confesar que los rumores son ciertos y que él  ha sido  realmente el que le ocasionó la muerte. Nos imaginamos  el enorme  sentido de culpa de esta mujer.  ¡Betsabé tiene que vivir el resto de su vida con el peso de dos cadáveres sobre sus espaldas!  El de su esposo (aunque ella probablemente no tenía que ver con la trama) y el de su primer hijo. Cada vez que se acuerda de los buenos momentos que tuvo con su primer esposo tiene que pensar que el actual es el que lo hizo matar.



Sí, es verdad que su pecado es horroroso  pero David tiene el corazón de la persona que un día estaba en comunión y en paz con su Dios, y ahora él no lo está. El incrédulo comete un crimen  y su remordimiento puede ser  poco o nada. El creyente peca y lo va a sentir en el corazón porque el Espíritu Santo es entristecido (Efe.4:30).



La frase “has hecho blasfemar a los enemigos del SEÑOR” se refiere no solamente a los extranjeros  - que no se podrían explicar como un general como Joab hubiera mandado a sus soldados a hacer esa “misión imposible”-, sino a  aquellos del pueblo de Israel que no seguían al SEÑOR.



 



EL LIDER QUE HAY EN CADA UNO DE NOSOTROS



Urías y el profeta Natán son  los verdaderos líderes espirituales de esta historia.



El profeta enfrenta al rey con una valentía increíble. Al mismo tiempo utiliza sabiduría al narrarle la parábola. Cada uno de los detalles que se mencionan tiene un significado en la hermosa relación entre los esposos.



(*) De aquí en adelante cuando se menciona sólo el verso se refiere al Salmo 51.



Temas para enseñar o predicar:



1) Las consecuencias graves del pecado



2) La justicia y gracia de Dios



3) El ser fiel al Señor puede ser peligroso (Natán)



4) El arrepentimiento



5) El perdón de Dios (salmos 32 y 51)



Bibliografia



Mathew Henry.  Commentary On the Whole Bible.  Hendrickson. Vol. 2 pag.392. 1994



 



Sacado de LA LUCHA ENTRE LO BUENO Y LO MALO, publicado por Editorial Mundo Hispano (Casa Bautista de Publicaciones)



 


 

 


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