Cuando se suprime la exégesis y no se tolera la crítica, se terminan imponiendo tradiciones humanas en lugar de la Palabra de Dios.
En relación con el debate sobre el movimiento de los "apóstoles" quiero tocar varios temas que quedaron pendientes y varias preguntas que quedaron sin responder. En una u otra forma se trata de la sana crítica bíblica. ¿Es legítima la polémica? ¿Cómo debe realizarse?
En parte por una promesa hecha y porque plantea muchas preguntas básicas, comienzo con citar este comentario sobre mi artículo:
Estimado hermano Juan: con todo el respeto que usted merece, creo que entre los hermanos hay otras maneras de resolver diferencias, más que participar en una entrevista con una agenda que aparentemente no tiene intención de edificar al cuerpo de Cristo. Creo que sus comentarios y participación contravienen el principio de 1 Corintios 6, las cosas de la Iglesia se resuelven en la Iglesia. Usted llama a don Raul "hermano" y "Pastor", reconociendo un lugar dentro de la Iglesia de Cristo, sus comentarios, entonces están completamente fuera de lugar y contravienen Mateo 18:15, Santiago 4:11 y Santiago 5:9. Si usted tiene alguna preocupación doctrinal su deber como Cristiano o Pastor es ir directamente a la persona, y no exponerlo al oprobio, porque en última instancia sufre la Iglesia y el nombre de Nuestro Señor Jesucristo es el que queda expuesto al vituperio por parte quienes desconocen la verdad del evangelio. Don Juan, revise si los comentarios que dio y los expuestos en este foro fueron hechos en amor o no, si no, usted sabe lo que dice el Apóstol Juan al respecto. Lo repetí varias veces porque no me ha contestado, de una vez le indico que no defiendo a nadie ni le ataco a usted, le respeto y honro como hombre de Dios que es, aunque no apruebo su actuar. Gracias...
Vamos por partes:
(1) La crítica no es un pecado, ni sólo un derecho, sino un deber.
En dos pasajes, hablando precisamente de profecías, Pablo ordena "examinadlo todo" (1 Tes 5:21) y "que los demás [la congregación] juzguen" (1 Cor 14:29). También dice que "el espiritual juzga todas las cosas" (1 Cor 2:15; cf. 6:5) ¡y exhorta a los corintios, "juzgad vosotros lo que digo" (1 Cor 10:15)!
Los Bereanos, ejemplares estudiosos de las escrituras, "recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las escrituras para ver si estas cosas eran así" (Hch 17:11).
La misma criticidad bíblica ante toda tradición humana y toda enseñanza humana fue enseñada por Jesús cuando denunció a los escribas y fariseos, "habéis invalidado el mandamiento de Dios por vuestra tradición" (Mt 15:6). Cuando se suprime la exégesis y no se tolera la crítica, se termina imponiendo tradiciones humanas en lugar de la Palabra de Dios.
En gran parte, las aberraciones y herejías que estamos viendo se deben a la supresión de la sana crítica. Es de los problemas más graves del protestantismo latinoamericano hoy.
El problema comienza con el "Amén" irreflexivo, muchas veces antes de que el predicador termine la idea, qué significa "Pastor, cualquier cosa que diga usted, estoy de acuerdo". Aún peor con la manipulación barata de constantes "¿Cuántos dicen Amén?" En muchas iglesias, cuestionar sanamente es visto como pecado (ver mi artículo "No toques al ungido de Dios", 12 agosto 2007). He oído también otra consigna antibíblica, "Al apóstol no se le critica" (cf 1 Cor 10:15).
Es interesante el contraste entre la nobleza bíblica de los bereanos y la rígida mezquindad tradicionalista de los tesalonicenses (Hch 17:1-15). ¡Qué ejemplo el de los bereanos, que cuestionaron tanto la enseñanza de Pablo como sus propias tradiciones judías! Si no hubieran cuestionado, no se habrían convertido. Igual de Pablo mismo, o de San Agustín, Lutero o Juan Wesley. Todos ellos cuestionaron la tradición.
(2) Criticar, aún duramente, no es falta de amor.
A veces la crítica más fuerte es la mayor expresión de amor. Sin duda Jesús amaba a los fariseos, pero los denunció con una vehemencia feroz y un sarcasmo mordaz (Mt 23; ver "Jesús, luchador por la justicia" 25 junio 2009). Estoy seguro que Pablo amaba a Pedro, pero lo acusó de hipocresía (Gal 2:11-13).
El profeta Amós, por la fuerza del Espíritu, aplicó a las mujeres ricas de Samara la insultante epíteto de "vacas de Basán" (Am 4:1). Hay veces que no criticar es una falta de amor, y criticar es su mayor expresión.
(3) He llegado a estar convencido que ya algunos movimientos novedosos en la iglesia han llegado a ser herejía, seriamente contrarios a la Palabra de Dios, igual que en los tiempos de la Reforma o de la lucha entre evangélicos y liberales a principios del Siglo XX.
El hecho es que herejías anti-bíblicas, en nombre de la Biblia mal interpretada (sin hermenéutica ni exégesis, igual que los testigos de Jehová), están invadiendo nuestras iglesias. Es difícil juzgar cuándo una enseñanza errada ha llegado a ser herejía, y su movimiento a ser una secta, pero a veces es necesario. Cuando están de por medio enseñanzas heréticas o se trata de iglesias apóstatas, es diferente la relación que debemos tener (2 Jn 10,11; Rom 16:17s; Gal 1:8; 2Tm 3.5).
(4) Varios me han criticado por colaborar, junto con otros líderes evangélicos, supuestamente en violación de Mat 18:15, 1 Cor 6 y Stg 4:11 y 5:9. Son cuestionamientos serios y reconozco los riesgos que he corrido al seguir los dictados de mi conciencia.
(a) I Cor 6 no dice que todos los problemas tienen que resolverse dentro de la iglesia sino que no debemos ir a los tribunales con nuestros pleitos (cosa que hacen bastantes iglesias en Costa Rica, cuando les conviene). Del "no murmurar" de Santiago como he mostrado arriba, no es lo mismo la sana crítica bíblica y la murmuración. La sana crítica no es un pecado sino un deber. Mat 18:15-17 tiene que ver con ofensas personales, no con problemas teológicos o cívicos.
(b) Nunca he ido a un medio secular con problemas de la iglesia; ellos me han buscado o han encontrado material en internet.
Sabiendo los problemas de la iglesia y la dureza impenetrable de muchos líderes, seguiré aceptando esas invitaciones si veo que será para el bien de la iglesia del Señor Jesucristo.
(c) Uno de los problemas más grandes con el movimiento apostólico, ENLACE y la predicación de la prosperidad (no le veo nada de teología), es que han abandonado los principios básicos de fiel interpretación de la Palabra.
Por eso son capaces de cualquier interpretación caprichosa. Rechazan la hermenéutica, y por eso sus argumentos carecen de toda coherencia.
Cuando falta ese compromiso fundamental con la exégesis fiel de las escrituras, es imposible el diálogo bíblico. Cualquier opinión o especulación se pone por encima del texto. Es como jugar ping-pong en cancha de futbol. Si agregamos a eso el dogmatismo autoritario de estos líderes, y su capacidad de insultar y hasta maldecir, no tiene mucho sentido tratar de aclararles las cosas. Ni por la Biblia se les puede llegar.
(d) Esto no es sólo un problema de la iglesia sino de la sociedad costarricense.
Por un lado hay problemas de finanzas, desfalco, falsas declaraciones de renta anual. Por otro lado, las mega-iglesias son un bloque grande de votos para los partidos políticos, con poca capacidad analítica y crítica de analizar las realidades nacionales y dispuesto a votar ciegamente para cualquier candidato "cristiano". Esos pastores tan duchos en manipular a sus congregaciones para que no piensen críticamente, las manipulan también en lo político.
(e) Toda mi vida he desarrollado, además de trabajo en las iglesias de América Latina y en muchos seminarios teológicos, una larga actividad docente en el mundo secular.
Durante 22 años fui catedrático de la Universidad Nacional, y he participado en actividades políticas. Sé muy bien el pésimo testimonio que proyectan estos pastores, sus enseñanzas y sus vidas. Ellos pueden gritar, muy irresponsablemente, "a mí no me importa un comino", pero a mí sí me importa, y muchísimo. Si por participar en programas de medios “seculares” podemos comunicar a ese público un evangelio más auténtico, ¡a Dios sea la gloria!
(f) Es un problema saber cómo designar a estos "apóstoles" que muchas veces son más dictadores que pastores.
Por "pastor" aquí quiero decir sólo "encargado de una congregación". Entiendo que otros grupos también llaman "pastor" a su líder. Por otra parte, no me siento llamado a juzgar la salvación eterna de nadie, y por eso no tengo problema en llamar "hermano" a alguien con quien discrepo. Quiero que mi círculo de "hermandad" sea mucho más amplio que sólo los protestantes ortodoxos. Quiero sentirme hermano de todo lo que vive, en adoración al Creador de la vida.
Que el Señor use este debate para hablar a la iglesia y rectificar muchas desviaciones, es mi oración.
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