Todo lo hizo hermoso

Quienes me conocen saben bastante bien, que no soy mucho de correos electrónicos, wasaps, podcasts y otros muchos prácticos medios de comunicación, me gustan notas manuscritas y si es posible añadiendo pequeñas fotos de la naturaleza en esquinas de mis cortas líneas, a cuyo pie escribo generalmente “TODO LO HIZO HERMOSO EN SU TIEMPO” y es que “Desde el Corazón” cuando se tiene deseos y disposición de hacerlo se puede encontrar belleza en todo lo creado. Hay belleza en las hojas secas que amontona el viento. Hay belleza en el tronco caído que se va acumulando de musgo, hongos y helechos, y hay belleza en la roca carcomida por las olas que se cubre de algas y presta asiento a las gaviotas.

El poeta Guillermo VALENCIA, colombiano y uno de los nombres fundamentales de la generación modernista, habla de un perro envenenado, muerto en la calle, sucio, enflaquecido, caído en la acequia, al cual nadie quiere mirar, y el poeta con un tono de musicalidad, tratando de dar un dominio armonioso a la imagen y con precisión casi geométrica, escribe: “atrae la frescura de su boca, donde dientes nítidos, se enfilan como perlas refulgentes”. Era una boca torcida en el postrer rictus del veneno, pero por lo menos, lucía dientes brillantes como perlas.

El sabio Salomón afirma en su magnífico libro de filosofía, que Dios “Todo lo hizo hermoso en su sazón, y ha puesto el mundo en el corazón de ellos, sin que alcance el hombre a descubrir la obra que ha hecho Dios desde el principio hasta el fin”; todo lo que salió de la mano de Dios, salió perfecto. La Biblia dice que cada vez que Dios creó algo, lo miró, “y he aquí que era bueno en gran manera”.

Porque Dios, inteligencia perfecta, amor perfecto y artista perfecto, nada puede hacer defectuoso. Dios creó la tierra, la luna, el sol, las estrellas. Creó las aguas y la tierra, las plantas, los insectos, aunque el estupendo periodista cristiano Philip YANCED diga: ¿por qué no creó sólo 100.000 insectos en vez de más de 300.000 diferentes?, creó los peces y los mamíferos, aunque un niño haya escrito “Dios, ¿creaste la jirafa así de rara o es que te equivocaste?; creó las flores y los frutos. Creó al hombre y a la mujer. Y todo en su primitivo estado de inocencia, era perfecto y hermoso.

Dios creó el sexo. Y en su primitivo estado, el sexo era bello, santo, bueno, gozosa y hermosa parte de la expresión de amor. La verdad es que el hombre ha echado a perder todo con su desobediencia y rebeldía. Fue la soberbia de los primeros padres, Adán y Eva, la que introdujo en la hermosa creación de Dios, el germen de lo malo, y desde entonces los humanos lo cultivamos, alimentamos y entronizamos.

Los sanos y naturales instintos que Dios puso en el hombre, se intoxicaron por el pecado y se convirtieron en pasiones. El instinto de comer, que se satisface con frutas y verduras maravillosas, y carnes seleccionadas, se convirtió en gula; el instinto de beber que se satisface con agua de manantial y con un poco de vino de buenas vides, se convirtió en ansia de alcohol y otros estimulantes antinaturales; el instinto de dirigir, se convirtió en pasión por mandar; y el instinto de descansar, en pereza eufeminizada con una “cultura del ocio, negocio”; y el instinto sexual, se convirtió en concupiscencia desaforada.

Dios lo hizo todo hermoso, y el hombre cuando se deja guiar por los valores espirituales, que aun caídos, conservan cierta presencia de la imagen de Dios, puede contribuir con el arte, la música, la imaginación, la poesía, la artesanía, la literatura, puede comprobar que aún quedan en su corazón, razones para abrirse a la luz y órdenes de Dios. Pero el hombre, usando de su mal dirigida libertad, todo lo puso feo y, “Desde el Corazón”, me pregunto ¿es posible recuperar la hermosura perdida? Sí, es posible. La persona más pobre de este mundo es la persona que no tiene un sueño o una visión, la que no puede ver lo que hay de bello alrededor suyo y la persona más frustrada en el mundo es aquella que tiene sueños pero no sabe cómo llevarlos a cabo.

Visión es un don dado por Dios. Dios ha puesto este don en cada persona. Mientras tengamos este don, es nuestra responsabilidad avivar el fuego, como el Senador Saulo de Tarso, recomendaba al joven Timoteo. Avivamos este don en diversas maneras, del modo que se aviva el fuego echando combustible, perfeccionándolo y, realzándolo simplemente, usando este don. La educación no nos puede dar el don, la misma Universidad de Salamanca, recuerda que “lo que natura no da, Salamanca no presta”; pero recibiéndolo en el corazón y mente de parte de Dios, la formación en Él lo perfecciona y realza. Nuestra visión es la llave en el cumplimiento del propósito de Dios en nuestra vida; el propósito es cuando conocemos y entendemos que nacimos para cumplirlo. La razón por la que existimos, y es así que reconocemos que “Él lo hizo todo bello en su tiempo”… incluso nosotros.