La visión protestante de lo social ha sido siempre más abierta a lo democrático y menos elitista y más cercana a la visión bíblica.
Por su especial interés y actualidad, rescato y presento de nuevo algunas de mis primeras entrevistas, para su valoración. La primera de ellas es la realizada a Samuel Escobar, con fecha de enero de 2014. Escobar es uno de los más destacados teólogos y ensayistas evangélicos de habla hispana, donde reflexiona sobre diversos temas de hoy, en torno a los cuales los evangélicos tenemos mucho que reflexionar y aportar. Tal vez sugiriendo que como iglesia debemos adoptar una actitud de resistencia ante los males que aquejan a nuestra sociedad, como la corrupción, el cinismo, la inmoralidad... Y nos hace preguntarnos hasta qué punto tiene la Iglesia que interesarse por lo que pasa fuera de sus fronteras, pues como decía Dietrich Bonhoeffer: "La Iglesia sólo es la Iglesia cuando existe para los demás [...] Nuestra iglesia habrá de enfrentarse en especial a los vicios de la hybris, de la adoración de la fuerza, de la envidia y de la ilusión, que son las raíces de todo mal. Tendrá que hablar de mesura, autenticidad, confianza, fidelidad, constancia, paciencia, disciplina, humildad, sobriedad y modestia [...]".
Escobar es catedrático emérito de Misionología en el Seminario Teológico Bautista del Este de Pennsylvania (EEUU) y profesor en la Facultad Protestante de Teología (UEBE), Madrid.
Entre sus libros destacan: Decadencia de la religión (1973), Evangelio y Realidad Social (1988), Tiempo de misión (1999), The New Global Mission (2003) o En busca de Cristo en América Latina (2012), entre otros. Y como coautor junto a E. Delás: Santiago. La fe que impulsa a la misión (2011) y Vivir contracorriente. Efesios para nuestro tiempo (2014).
Ha sido participante destacado de los tres congresos Lausana celebrados desde 1974. Y también parte del comité que preparó el Pacto de Lausana.
Pregunta.- Ahora que la inmigración se reduce y aumenta la emigración, ¿qué ha significado para el pueblo evangélico español la presencia de tantos cristianos de otras latitudes?
Respuesta.- Me limito a comentar sobre la presencia de la inmigración latinoamericana. Por un lado las necesidades materiales o de acogida de los inmigrantes han sido un desafío a la conciencia social de las iglesias evangélicas de España. Y me parece que la mayor parte de éstas han respondido notablemente bien, con generosidad y sin grandes debates o vacilaciones. Por otra parte, entre los creyentes inmigrantes que han venido, la costumbre de salir a evangelizar y utilizar los medios de comunicación, por ejemplo, ha dinamizado a varias iglesias animándolas a superar el encerramiento en sí mismas, fruto de los años de persecución y marginación. En cualquier caso el balance final me parece positivo desde el punto de vista de cumplimiento de la misión.
P.- ¿Cuánto nos falta y qué debemos hacer para tener mayor presencia y reconocimiento en los Medios de Comunicación evangélicos y seculares?
R.- Sobre los medios evangélicos no hay mucho que decir porque éstos dan cuenta de la presencia diversa de las iglesias evangélicas, y por lo general están abiertos a reconocer a quienes protagonizan hechos dignos de difundirse. En cambio en los medios seculares hay mucho camino que recorrer. Hay que aprender a dar cuenta de la vida de las iglesias en un lenguaje secular asequible al lector o espectador no evangélico. Hay que cultivar relaciones con los periodistas lo cual es un arte que lleva tiempo y energía. Hay que insistir en corregir estereotipos que los periodistas pueden tener sobre las minorías como escribir “evangelistas” en vez de “evangélicos o “misa” en vez de culto o servicio. Hay que saber encontrar el ángulo que pueda resultar interesante en las actividades de las iglesias y destacarlo. Hay que estar siempre alerta y conocer todo lo que implica el derecho a la información. Todo esto requiere un aprendizaje para una minoría que ha vivido y vive encerrada en su “pequeño mundo”.
P.- Ante una situación de crisis que se está tornando estructural, para largo tiempo, ¿qué podemos aportar y decir los evangélicos, tanto en el apoyo para sacar adelante al país, como en el necesario clamor contra la injusticia social, la corrupción, el abuso de poder, los recortes, etc.
R.- Tenemos que aprender a relacionar las causas de la crisis con las raíces morales y éticas de las acciones que las producen. Y en esto necesitamos desarrollar una perspectiva específicamente evangélica. Por ejemplo, la defensa apasionada del aborto que está planteando un sector de la sociedad española revela, en mi opinión, un cierto descenso moral en la comprensión del papel de la sexualidad humana. Pero también la actitud tradicional de la Iglesia Católica con su oposición al control de la natalidad o el celibato del clero, refleja una visión de la sexualidad que como evangélicos no podemos aceptar. El ataque a la sanidad y la escuela públicas refleja una actitud elitista, y un pobre concepto de la igualdad, propio de la moral católica tradicional arraigada en la cultura española. La visión protestante de lo social ha sido siempre más abierta a lo democrático y menos elitista y más cercana a la visión bíblica.
Pero además de aprender a opinar para alzar la voz de protesta o solidaridad hay que recordar el valor de las pequeñas acciones diarias con las cuales las iglesias evangélicas pueden practicar la solidaridad con los necesitados. Ello puede con el tiempo llevar a la creación de instituciones o mecanismos que buscan respuestas más globales. Cuando se piensa en relaciones laborales, por ejemplo, pocos saben que la Organización Internacional del Trabajo (OIT) fue creada originalmente por un industrial suizo protestante llamado Daniel Legrand (1783-1859), quien en los inicios del capitalismo industrial vio la necesidad de que obreros y patrones dialoguen sobre la justicia en sus relaciones mutuas.
P.- ¿Se van notando algunos cambios en el mundo y en España después de casi 40 años desde que en 1974 se iniciara lo que hoy conocemos como Movimiento de Lausana?
R.- Creo que sí hay cambios pero que hay que tener cuidado de no atribuirlos al movimiento de Lausana sin suficiente información. Creo, por ejemplo, que hoy se trata de cultivar un estilo evangelizador más cercano al modelo bíblico y al ejemplo de Cristo y más alejado de las técnicas de ventas o la manipulación religiosa. Por otra parte, se han creado gran cantidad de instituciones para canalizar el potencial de ayuda social de las comunidades evangélicas y la cooperación institucional en redes como la Red Miqueas. Es difícil, sin embargo, medir el impacto de estos procesos.
P.- ¿Cuánto nos falta para alcanzar una plena Libertad Religiosa?
R.- Si bien hace falta reglamentar la aplicación de la Ley de Libertad Religiosa, creo que en España hay libertad de expresión y práctica de la propia fe. Queda terreno por ganar dada la condición mayoritaria y los mecanismos de poder del catolicismo tradicional de los obispos. Hay que estar atentos siempre a los atentados contra la libertad religiosa, pero también hay que evitar un cierto “victimismo”. El protestantismo español tiene que aprender a vivir como una minoría madura.
P.- ¿Piensa que al día de hoy la Iglesia ha dejado de ser un templo para convertirse en centro de transformación, entendiendo que tiene un compromiso con la sociedad?
R.- El contraste entre templo y centro de transformación que encierra su pregunta requeriría una explicación imposible por el momento para mí. Pero sí veo iglesias aquí y allá que no se limitan al cumplimiento de un ritual evangélico cada domingo, pero que están tratando de responder a diversas necesidades humanas de manera creativa, tanto en la comunicación del mensaje de Cristo como en la atención a sus nuevas generaciones y en el servicio a la comunidad.
P.- ¿Necesita la iglesia pasar por una nueva Reforma?
R.- Las iglesias evangélicas necesitan por el momento regresar a una comprensión renovada de los principios de la Reforma Protestante del siglo 16 y de los llamados avivamientos espirituales de los siglos 18 y 19. En el contexto de nuestras sociedades diversas esto podría llevar a una nueva Reforma. Mejor aún, un regreso creativo a la fuente bíblica que tiene un potencial reformador único.
Finaliza la entrevista. Gracias, hermano Samuel Escobar, por sus valiosos comentarios; como usted bien dice en uno de sus últimos artículos, “En la España de hoy, los protestantes tenemos un desafío teológico y pastoral”.
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