En nuestra serie de predicadores jóvenes españoles, hoy hablamos con Héctor Escobar.
Esta semana estamos en Sevilla con el predicador joven Héctor Escobar (33), el cual lleva quince años colaborando en el ministerio pastoral en Barcelona, Madrid y varias partes de Andalucía.
Además de ser profesor de la Facultad de Teología de las Asambleas de Dios (La Carlota), Escobar sirve como coordinador del Departamento Nacional de jóvenes de las Asambleas de Dios de España.
Desde hace años nuestro hermano participa en conferencias y eventos tanto dentro como fuera de España, compartiendo un mensaje que desafía a todo creyente a seguir a Cristo de una forma diaria y práctica. Actualmente está pastoreando en el Centro Cristiano El Sembrador en Sevilla.
Nombre: Héctor Escobar
Edad: 33 años
Estado civil: Casado con Amparo desde hace doce años y padre de tres hijos
Pasemos a la entrevista.
Will Graham (WG): Bienvenido, hermano Héctor. Me alegro de que puedas compartir un poco con nosotros hoy en Brisa fresca. ¿Cuántos años tenías cuando empezaste a predicar?
Héctor Escobar (HE): La primera vez que prediqué tenía 16 años.
WG: ¿16 años? Qué bien. ¿Y cómo sabías que Dios te estaba llamando a predicar?
HE: Bueno, el predicar fue algo que siempre ardió en mi corazón, otra cosa es que yo creyese que podía hacerlo. Poco a poco Dios fue dándome las oportunidades para poder predicar y cada una de esas oportunidades me hicieron darme cuenta de que era Dios mismo usando mi vida. Así que si Él quería usarme a través de la predicación, ¡yo encantado!
WG: ¿Y cómo pueden otros jóvenes saber si Dios les está llamando a ser predicadores?
HE: Aprovechando cada oportunidad de servirle. Creo que la mejor forma de saber a qué Dios te está llamando, es aprovechar cada oportunidad de hacer algo para Él, sea en el área que sea.
WG: A nivel práctico, hermano, ¿cómo preparas un sermón?
HE: Cada sermón es especial, hay veces donde el Espíritu Santo me habla con mucha antelación y pone una palabra en mi corazón que va trabajando durante días. Otras veces, puede ser el día de antes. Pero siempre me tomo mi tiempo en oración para estar muy seguro de que comparto lo que Él quiere y no lo que a mi juicio es más apropiado. Una vez que tengo claro el mensaje, lo preparo lo mejor que puedo y dedico mucho tiempo para orar por las personas que lo escucharán.
WG: Gracias. ¿Y quiénes son algunos de tus héroes teológicos/ héroes en la fe? ¿Por qué?
HE: Bueno, tengo muchos referentes que me han inspirado y me siguen inspirando. Podría citar muchos, pero por nombrar algunos: Charles Finney, David Wilkerson, Carlos Annacondia, John Wesley, Watchman Nee, el pastor Wilfredo de Jesús pero sobre todos ellos: Jesús de Nazaret.
Lo cierto es que trato de aprender al máximo de otros que llevan mucho más tiempo, siempre hay algo que aprender de los demás. También me impacta la vida de tantos hombres y mujeres que nos precedieron en nuestro país. Pastores y laicos no tan conocidos e incluso en algún momento anónimos, que derramaron lágrimas, fueron encarcelados y sufrieron pero que no desistieron, pelearon y le creyeron a Dios.
Ahora, y gracias a ellos, generaciones como la mía disfrutamos del fruto de su trabajo. En mi caso suelo prestar mucha atención a personas que con su vida muestran aquello que escriben o hablan. Hoy en día hay mucha gente que escribe y/o predica de cómo son las cosas o cómo hacerlas, pero realmente ellos mismos ni siquiera practican lo que dicen.
WG: Sí, nos acordamos de los testigos del Señor que nos precedieron. Amén. ¿En qué consiste, para ti, un buen predicador? ¿Qué cualidades necesita en el púlpito y fuera de él?
HE: Lo dicho, en mi opinión, un buen predicador es aquel que vive lo que dice y sobretodo que conoce a Dios. Creo que la cualidad más importante es la que le dijo Pablo a Timoteo: sé ejemplo. Ser ejemplo de lo que decimos frente al púlpito y frente la calle.
WG: ¿Y cuáles son algunos de los peligros que un predicador tiene que enfrentar?
HE: Creo que son muchos los peligros que enfrentamos. Podemos caer en el error de poner listones a la gente que nosotros mismos no alcanzamos, o lo que es peor, que Dios no pone. Me duele ver algunos predicadores que usan el púlpito para lanzar piedras en lugar de lanzar pan. Otro peligro es el orgullo, el llegar a pensar que si algo pasa o la gente es bendecida, es por nosotros. Muchas veces sin darnos cuenta, podemos dirigirnos a la gente desde un pedestal de éxito que no es real y la gente necesita saber que el que les está predicando también tiene luchas, debilidades y que se equivoca. Y por citar alguno más, olvidarnos de compartir con la misericordia y compasión que Jesús predicó. Sin eso nuestra visión de la gente puede estar desenfocada.
WG: En tu opinión, Héctor, ¿cuáles son los grandes desafíos y las grandes necesidades del cristianismo contemporáneo?
HE: Creo que el cristianismo contemporáneo enfrenta un gran desafío; la pérdida de los fundamentos. A veces la falta de resultados o simplemente la desesperación por ver en nuestras iglesias lo mismo que sucede en otras, puede llevarnos a buscar de forma inconsciente sucedáneos al poder de Dios y acabamos dando de lado nuestros fundamentos. Son muchas las corrientes teológicas, modas o prácticas que sutilmente anulan principios básicos del evangelio.
Veo como suavizamos, maquillamos o adaptamos principios importantísimos, cuando la historia demuestra que lo que acaba cambiando una vida es el poder de Dios.
Por otro lado sin darnos cuenta caemos en un activismo que no puede sustituir la obra del Espíritu Santo. Debemos volver al principio, a la esencia del Evangelio, a los fundamentos. Hay que ser más sencillos y a la vez íntegros en el planteamiento del evangelio, prácticos como Jesús, entender que somos llamados a sembrar y regar que el crecimiento depende de Dios.
WG: Finalmente, hermano, para ir acabando: ¿qué consejo le darías a un creyente joven en nuestros días en España?
HE: Les diría dos cosas que a mí siempre me han servido y me han ayudado mucho.
En primer lugar, prestar mucha atención a lo que sí tenemos. Como jóvenes, demasiadas veces perdemos nuestro tiempo poniendo nuestros ojos en lo que no tenemos y eso puede llegar a generar frustración. Cuando nos fijamos en todo lo que Dios nos ha dado, comprobaremos que Él nos ha bendecido más de lo que imaginamos. Solo hay que echar un vistazo a nuestro alrededor para darnos cuenta de que siempre habrá gente pasándolo peor que nosotros.
En segundo lugar, invertir el tiempo en conocer de forma personal a Jesús. La relación personal con Dios es lo que realmente llena y satisface, por encima de cualquier otra cosa. Pasar tiempo con Él es lo que va transformando nuestra vida poco a poco. Al fin y al cabo, Jesús vino para eso, para facilitarnos el acceso a Dios.
WG: Mil gracias por estas palabras, hermano. Deseamos la bendición de Dios sobre todo cuanto hagas en Su nombre. ¡Un abrazo fuerte y adelante en todo!
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