“Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo.”
Ya en 1611, Don Luis Cabrera de Córdoba2 definía: “De la tradición, según esto es hija la historia, y la escrita que primero fue vocal, y lo son todas, pues tradición es narración, opinión y doctrina derivada vocalmente, sin haber escrito, con el uso de padres a hijos, y de los que vieron las cosas, a los que no las vieron.”
Es sabido que cuando aún no existía la escritura el conocimiento se transmitía en forma oral. Podemos afirmar que la tradición oral comienza, mucho antes que el acto de escribir, el trabajo cultural, la recopilación de experiencias y las tradiciones sociales que se mantienen después de muchas generaciones; estas últimas son acuerdos por los que una comunidad bien definida acepta contenidos dignos de considerarse parte integral de sus usos y costumbres.
Cuando las tradiciones perduran a través del tiempo terminan por consolidarse dando lugar a los denominados 'patrones' o 'idiosincrasias' culturales; como por ejemplo: cuando hablamos de tradiciones griegas, romanas, judías, cristianas o musulmanas, etc. Más comúnmente, uno escucha o lee la expresión ‘tradición popular’ que alude a valores, creencias, costumbres y formas de expresión artística que pueden coincidir en lo que llamamos ‘sabiduría popular’ o folclore.
En el AT leemos del mandato dado por Dios al antiguo pueblo de Israel:
“Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas. Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes. Y las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos; y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas.”3
El notable caudal de testimonios acerca de la doctrina de Jesús que nos legaron los cuatro evangelistas nos permite ver el contraste radical con las doctrinas de sus contemporáneos. Jesús, el Verbo encarnado, introduce en la historia de la humanidad la comunicación más efectiva para desentrañar el engaño de las tradiciones de inescrupulosos que las imponían por encima de la Ley dada por Jehová Dios a Moisés.
En todo su ministerio terrenal – particularmente en el denominado Sermón del Monte – Jesús desnuda la hipocresía de los que decían ser ‘hijos de Abraham’ sin serlo4. Ellos, los fariseos y los escribas, imponían a la gente maneras de vivir que ni ellos practicaban. Muchos inocentes cayeron en la trampa y fueron con aquellos directamente al infierno5.
Los apóstoles de Jesucristo debieron luchar contra la misma muralla de piedra de los religiosos que se creían dueños de la verdad. Así como condenaron a morir en la cruz romana al Mesías que primero rechazaron, enviaron a los apóstoles y a miles de seguidores de Jesucristo a los tribunales romanos. Todo, con tal de no dejar atrás las viejas tradiciones.
Veamos cómo narra Marcos la respuesta que da Jesús a los tradicionalistas religiosos de su época:
“Respondiendo él, les dijo: Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, como está escrito: Este pueblo de labios me honra, Mas su corazón está lejos de mí. Pues en vano me honran, Enseñando como doctrinas mandamientos de hombres. Porque dejando el mandamiento de Dios, os aferráis a la tradición de los hombres: los lavamientos de los jarros y de los vasos de beber; y hacéis otras muchas cosas semejantes. Les decía también: Bien invalidáis el mandamiento de Dios para guardar vuestra tradición. Porque Moisés dijo: 'Honra a tu padre y a tu madre'; y: 'El que maldiga al padre o a la madre, muera irremisiblemente'. Pero vosotros decís: 'Basta que diga un hombre al padre o a la madre: Es Corbán (que quiere decir, mi ofrenda a Dios) todo aquello con que pudiera ayudarte', y no le dejáis hacer más por su padre o por su madre, invalidando la palabra de Dios con vuestra tradición que habéis transmitido. Y muchas cosas hacéis semejantes a estas.” 6
Los rabinos afirmaban que la tradición oral judía tenía el mismo origen divino que la Torah (el Pentateuco). Esta Tradición siguió con fuerza hasta el siglo III de nuestra era, por lo que aún florecía en forma oral cuando se escribió el Nuevo Testamento. Se la conocía como Midrash, consistía en una exégesis que no tenía un enfoque lingüístico o histórico en el sentido moderno. Se basaba en deducciones lógicas, en combinaciones de pasajes relacionados entre sí e interpretaciones alegóricas.
En el fondo, era una búsqueda de nuevo conocimiento, y el texto bíblico sólo se usaba para dar orientación e inspiración a los supuestos de maestros humanos. Por tal motivo fue necesario tener un Midrash para lo histórico-dogmático (Haggadá o ‘expresión’) que se exponía en las sinagogas y un Midrash para lo legal (Halaká o ‘camino’) que se enseñaba en las escuelas religiosas. Muchas de las reglas que se imponían llevaban en sí la pretensión de ser parte de la Ley entregada en el Sinaí a Moisés en forma oral. De hecho sólo eran imposiciones humanas.
Los fariseos y escribas con los que confrontaba Jesús eran de la corriente ‘halákica’ y se ufanaban de tener una vida religiosa y secular escrupulosamente fiel a esas normas7.
¿CUÁLES SON LAS TRADICIONES QUE CONDENAN AL PECADOR?
No encuentro a nadie que haya respondido punto por punto a esta pregunta aplicándola a nuestra cotidianidad mejor que el Dr. Martyn Lloyd Jones. En su prédica sobre el ‘Sermón del monte’ en la capilla de Westminster en la segunda mitad del siglo pasado, este recordado fiel expositor de la Palabra fue demostrando la manera en que las tradiciones de los judíos –generación tras generación- fueron apartando al pueblo de Israel de la Ley de Dios, hasta suplantarla8.
Con esta serie, intentaré construir un puente entre los conceptos tan atinados para aquellos días de la humanidad y los días que nos tocan vivir en la actualidad.
Propongo, entonces, a los estimados lectores que revisemos la doctrina de Jesucristo, luego enseñada por los apóstoles, para confrontarla con las doctrinas de hombres corrompidos que intentan desplazarla y ocupar su lugar en el día de hoy. Recomiendo leer Mateo 5 al 7 porque es sobre esos capítulos que estudiaremos con este enfoque.
He tenido el privilegio de escuchar al Dr. Jones y, afortunadamente, él ha dejado por escrito sus comentarios sobre esos pasajes clave de Mateo que, para él, contienen “lo que podríamos llamar la característica más esencial de todo el evangelio del Nuevo Testamento, y que es la paradoja que lo penetra todo. El evangelio de Jesucristo (…) es esencialmente paradójico; hay una contradicción aparente en él desde el principio hasta el fin.”9
Pues es esta aparente contradicción, esta paradoja, la que hace difícil al no nacido del Espíritu comprender el Evangelio.
Por eso, la inmensa mayoría sigue detrás de líderes carismáticos que toman posesión de la manada y hacen uso de ella como se les antoja.
Esto no es nuevo, en el NT ya tenemos varios casos que se repiten hoy entre nosotros: Simón (el mago) 10, Himeneo y Fileto11, Diótrefes 12, Jezabel13, entre otros. Para librarnos de las tradiciones que nos condenan, vayamos a la fuente de vida que es el Evangelio de Jesucristo, es decir: Cristo, el Hijo de Dios, el Verbo encarnado mismo.
Nos encontramos en la próxima, si el Señor lo permite.
Notas.
Ilustración: A fines del siglo XV los Reyes de Castilla y Aragón colonizaron el Nuevo Mundo e impusieron la religión del Imperio. Recomiendo leer “En busca de Cristo en América Latina” por Juan Samuel Escobar; ir al link http://bibliotecaprotestante.org/gestion/opac/index.php?lvl=notice_display&id=67
1. 1ª Corintios 2:14
2. Historiador español del Siglo de oro (1559-1623), cita de ‘Historia para entenderla y escribirla’
3. Deuteronomio 6:4-9
4. Juan 8:39
5. Mateo 15:14; 23:1
6. Marcos 7:6-13
7. Adaptado de ‘La tradición oral en la religión judía (cuna del cristianismo católico)’. Link:
8. Pueden leerse todos los sermones de este predicador del Evangelio de Jesucristo entrando en:
http://www.iglesiareformada.com/LloydJones_SDM_1.html
9. Martyn Lloyd Jones, ‘El sermón del monte’, Capítulo XXX ‘¿Qué hacéis de más?’, tercer párrafo (del link citado en 8).
10. Hechos 8:9-24
11. 2ª Timoteo 2:17
12. 3ª Juan 1:9
13. Apocalipsis 2:20
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