No debería cogernos por sorpresa saber que un continente que está en una bancarrota moral presuma de que más y más parejas vivan juntas antes de casarse. La Escritura deja muy claro que una vez que el temor del Señor y el conocimiento de Dios desaparecen de la tierra de los vivientes, a continuación, todas las áreas de la vida se vuelven perversas y retorcidas en todo este maloliente proceso: la vida familiar, la vida laboral, la vida social, la vida política e incluso la vida sexual.
Pablo le dijo a los creyentes de Corinto que no se asociaran con los fornicarios (es decir, aquellos que desobedecían las leyes sexuales instituidas por Dios). Pero él no se refería a los hombres y mujeres que no conocen a Cristo. Él estaba hablando de gente que profesaba el nombre del Señor.
Su lógica es la siguiente: si nunca pasáramos tiempo con los no creyentes sexualmente desviados, entonces, probablemente tendríamos que coger el próximo transbordador espacial a la Luna para vivir el resto de nuestros días allí. Pablo sabía que Corinto estaba sumergido en el pecado sexual. Y cualquier santo con un poco de sentido común sabe que nuestra generación también está sumergida en la inmoralidad hasta las trancas. Dios nos ha dejado en este mundo como un testimonio del Evangelio. Somos la luz en medio de la gran oscuridad que nos envuelve.
El problema surge cuando gente que dice que pertenece a Jesús comienza a vivir juntos y cohabitar.Aquí es donde tenemos que aplicar el mandamiento del apóstol. Él dice: "Más bien os escribí que no os juntéis con ninguno que, llamándose hermano (hermana), fuere fornicario, o avaro, o idólatra, o maldiciente, o borracho, o ladrón; con el tal ni aun comáis." (1ª Corintios 5:11). Es así de simple. No hay forma en la que las palabras de Pablo puedan ser malinterpretadas. Un “creyente” que está viviendo con su novia/novio está en pecado. Están desobedeciendo a Cristo y traen vergüenza a su Evangelio.
El diseño de Dios es que un marido viva con su esposa (y viceversa). La cohabitación, el vivir juntos, con todos sus beneficios son una bendición reservada exclusivamente dentro de los límites del matrimonio.
Pero parece ser que nuestra época ha crecido de una manera tan liberal a nivel ético que ya no pensamos que Dios se preocupa por nuestro comportamiento. Todo lo que Él quiere es que nos sintamos bien y consigamos lo que queremos en la vida. ¡No es así, mis amigos! ¡No es así! La Escritura continúa declarando: “Honroso sea en todos el matrimonio, y el lecho sin mancilla; pero a los fornicarios y a los adúlteros los juzgará Dios.” (Hebreos 13:4).
Dios no ha bajado sus exigencias.
"Vivir juntos" no tiene lugar dentro de los círculos cristianos.Pablo lo desterró de Corinto en el primer siglo y por la gracia de Dios, el Espíritu del Señor lo echará de nuevo en nuestros días.
Recuerdo haber escuchado un testimonio de cómo una chica joven, recién nacida de nuevo después de escuchar la predicación del Evangelio, regresó a su casa después de la reunión de la iglesia, donde su novio la estaba esperando. Ella dijo: "Quiero seguir a Jesús. ¿Quieres venir conmigo?" Él se rio de ella y la insultó repetidamente. Ella contestó: "Bueno, entonces, me voy a hacer mi maleta." Respondió el muchacho: “¿Cómo?” Ella dijo:
"Si no quieres ir al cielo conmigo; yo estoy segura de que no quiero ir al infierno contigo." Esto le costó lágrimas. Pero sabía lo que Dios quería de ella.
Vivir juntos es para el matrimonio. Y no para un segundo antes.Y si conoces a alguien que profesa el nombre de Cristo y está viviendo con su pareja, entonces hazle saber lo que Dios piensa al respecto.
Traducido por: Julian Esquinas
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