La gente y Dios...

El otro día mientras caminaba por las calles de la bella Barcelona, veía a miles y miles de personas curioseando por las innumerables paradas de libros y de rosas que estaban por todas partes. No podemos negar que días así nos demuestran que la gente necesita alicientes saludables y que la cultura de las fiestas populares como la del libro y la rosa son muy necesarias para disfrutar de la calle con buenos amigos y quizás hasta se merezca una sabrosa merienda al pairo de un delicioso chocolate y un exquisito croissant.

Pero observando y escuchando a la gente uno se da cuenta fácilmente que cada uno vive en su propio mundo y esos mundos son totalmente ajenos a Dios en su inmensa mayoría, como dice el profeta Isaías, "cada cual va por su camino". La gente vive totalmente ajena a Dios, porque tienen "otros dioses" a los que venerar, y además, ellos creen que no son esclavos de nada ni de nadie, el autoengaño esta servido en bandeja.

El nuevo flautista de Hamelin (entiéndase el mismo diábolo, camufladamente) esta seduciendo a las masas con miles de historias y fascinaciones que los entretienen de cualquier manera imaginable. La gente no busca a Dios, porque un espíritu de estupor los tiene cegados y ensimismados (te recuerdo que muchos de nosotros también estábamos así de hipnotizados por el engaño del pecado y sus múltiples seducciones). Solo la luz del evangelio de la gloria de Cristo puede despertar nuestros sentidos espirituales y abrir los ojos de nuestro entendimiento para ver lo nunca visto.

La gente de hoy esta muy lejos de nuestras iglesias; su percepción respecto a nosotros es muy distinta a como pensamos. Pero, ¿como creerán sino hay quien les predique el evangelio del arrepentimiento y del perdón de los pecados, antes de que sea demasiado tarde para ellos/as?

Dios ama a la gente y el no quiere la muerte del que muere, quiere salvarlos a toda costa de la condenación eterna, pero yo me sigo preguntando, ¿como? si están tan sorbidos de tantas cosas que los mantienen tan alejados de los propósitos de Dios. Finalmente diré que a pesar de un panorama espiritual tan desolador como el descrito, me siento un sembrador de buenas semillas, tal como nos relata el Maestro de Galilea "el sembrador salió a sembrar" hasta que parte de la semilla cayó en buena tierra, por tanto iremos andando y a veces hasta llorando, llevando la preciosa semilla, más volveremos con regocijo trayendo las gavillas.

Y esto haremos, mientras oramos por tantos seres humanos que van de aquí para allá, sin Dios y sin esperanza en el mundo...