Este pasado 11 de abril León Felipe cumplió 130 años (Tábara, Zamora, 1884 – Ciudad de México, 1968). Lo cito en presente porque su obra siempre está presente en aquellos poetas que buscan anclaje directo en la Biblia. Recuerdo que el primer artículo que publiqué en España fueron mis impresiones conmovidas tras leer su poemario “Españoles del éxodo y del llanto”. Apareció hace 27 años en las páginas de El Adelanto de Salamanca, en su suplemento literario “Gran Vía”.
Con esta anécdota quiero significar la profunda admiración que guardo desde antes, desde mis lecturas peruanas, por este español de dos mundos, magno ejemplo de Poeta-Profeta. Hoy sólo presento al autor de
Antología rota(1947), selección de su obra muy leída en América y España.
Español de dos mundos, pero habitante del único reino, el de la justicia de Dios. Respecto a lo primero, a su eterna gratitud hacia la América hispana que lo acogió antes y después de la Guerra incivil, recordemos estos versos memorables: “América es la patria de mi sangre./ He muerto y he resucitado./ ¿Entendéis ahora?”.
Y con relación al único Reino, apuntemos este brevísimo poema, forma poco usual en su obra, llena de largos versículos siguiendo la estela de los profetas del Antiguo Testamento:
Nadie fue ayer,
ni va hoy,
ni irá mañana
hacia Dios
por este mismo camino
que yo voy.
Para cada hombre guarda
un rayo nuevo de luz el sol…
y un camino virgen
Dios.
De la Biblia extrajo no sólo su peculiar dicción, su impronta en cuanto a la forma de sus textos, sino también su profunda defensa contra las injusticias: una voz clamando a favor de los humildes y desheredados.
Para septiembre (falleció un día 18 de dicho mes) prepararé un ensayo que analice cómo Escrituras impregnaron a fondo la poesía toda de este Caminante.
UN POEMA, PARA ABRIR EL APETITO
León Felipe Camino vivió de niño por tierras salmantinas (en Sequeros, donde su padre era notario). Un nexo para sumar a los muchos que me religan a la alta poesía de quien escribiera
Versos y oraciones del caminante(1920 y 1930),
La insignia(1937),
El payaso de las bofetadas y el pescador de caña(1938),
El hacha(1939),
Español del éxodo y el llanto(1939) y
El gran responsable(1940),
Ganarás la luz(1943),
Parábola y poesía (1944),
España e Hispanidad(1947),
Llamadme publicano(1950),
El ciervo y otros poemas(1958) y
¡Oh, este viejo y roto violín! (1965).
Aquí les dejo con un poema que, de cierto, puede abrirles el apetito para degustar más esquirlas de su obra. Este recuerdo se lo dedico al rapsoda José María Sánchez Terrones, quien nunca olvida a León Felipe y que recitará este poema el próximo 26 de abril, durante el homenaje que en Salamanca tributaremos a Plutarco Bonilla, con motivo de la entrega del Premio Jorge Borrow de Difusión Bíblica.
¡SOÑAR, SEÑOR, SOÑAR!
Ya he dicho mi oración... Ahora quiero dormir...
Déjame dormir... hazme dormir, Señor.
¡Hace tanto tiempo que no duermo!
Siempre me quedo amodorrado, dormitando
a la puerta cerrada del sueño.
¡Oh, la profunda gloria de dormir!...
¡Quiero dormir pro-fun-da-men-te!
¡Dormir!
Dormir en las nubes hondas y elevadas del sueño...
en las blandas ovejas del sueño...
en las mismas entrañas del sueño...
Y allí... ¡soñar!
¡Dormir!... ¡soñar!... Quiero soñar...
Hazme soñar... ¡Soñar, Señor, soñar!
¡Hace tanto tiempo que no sueño!
Soñé que iba una vez –cuando era niño todavía,
al comienzo del mundo-
en un caballo desbocado por el viento,
soñé que cabalgaba, desbocado, en el viento...
que era yo mismo el viento...
Señor, hazme otra vez soñar que soy el viento,
el viento bajo la Luz,
el viento traspasado por la Luz,
el viento deshecho por la Luz,
el viento fundido por la Luz,
el viento... hecho Luz...
Señor, hazme soñar que soy la Luz...
que soy Tú mismo, parte de Ti mismo...
y guárdame, guárdame dormido,
soñando, eternamente soñando
que soy un rayito de Luz de tu costado.
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