Hay quien prefiere escribir o leer tratados y centones para explicar o entender el misterio del amor humano, aquel que acompaña la vida entera o se diluye de repente. He elegido cuatro poemas de cuatro grandes amigos muertos.
No es mi homenaje hacia ellos (lo hice en vida, demostrándoles mi admiración hacia su poesía, a través de homenajes, antologías y artículos en la prensa diaria de España y América Latina). Se trata de un homenaje que ellos nos hacen, a través de sus vivificantes versos.
He aquí lo que significa el Amor para Gonzalo Rojas (Chile), Alejandro Romualdo (Perú), Eugenio Montejo (Venezuela) y Gastón Baquero (Cuba). Les dejo con sus pocas palabra que tanto cundirán en vuestros entendimientos y corazones.
¿QUÉ SE AMA CUANDO SE AMA, MI DIOS?
¿Qué se ama cuando se ama, mi Dios: la luz terrible de la vida o la luz de la muerte? ¿Qué se busca, qué se halla, qué
es eso: amor? ¿Quién es? ¿La mujer con su hondura, sus rosas, sus volcanes,
o este sol colorado que es mi sangre furiosa
cuando entro en ella hasta las últimas raíces?
¿O todo es un gran juego, Dios mío, y no hay mujer
ni hay hombre sino un solo cuerpo: el tuyo,
repartido en estrellas de hermosura, en partículas fugaces
de eternidad visible?
Me muero en esto, oh Dios, en esta guerra
de ir y venir entre ellas por las calles, de no poder amar
trescientas a la vez, porque estoy condenado siempre a una,
a esa una, a esa única que me diste en el viejo paraíso.
Gonzalo Rojas (Lebu, 20 de diciembre de 1916 – Santiago, 25 de abril de 2011)
TÚ NO ERES UN ÁNGEL
Tú no eres un ángel, ni un hada, ni una diosa y yo te amo.
Tus alas son las alas de mi poesía
Tu espada es la espada de mi poesía.
Tú no eres un ángel, ni un hada, ni una diosa.
Posees un cuerpo real. De mujer.
Los ángeles no me protegen como tú,
ni me hablan como tú,
ni sus alas son más suaves que tus cabellos.
Te amo así: mujer de labios dulces y manos ásperas,
mujer de carne y sueño, mujer mía
en medio de la felicidad o el sufrimiento.
Alejandro Romualdo (Trujillo, 19 de diciembre de 1926 - Lima, 27 de mayo de 2008)
LA TIERRA GIRÓ PARA ACERCARNOS
La tierra giró para acercarnos, giró sobre sí misma y en nosotros,
hasta juntarnos por fin en este sueño,
como fue escrito en el Simposio.
Pasaron noches, nieves y solsticios;
pasó el tiempo en minutos y milenios.
Una carreta que iba para Nínive
llegó a Nebraska.
Un gallo cantó lejos del mundo,
en la previda a menos mil de nuestros padres.
La tierra giró musicalmente
llevándonos a bordo;
no cesó de girar un solo instante,
como si tanto amor, tanto milagro
sólo fuera un adagio hace mucho ya escrito
entre las partituras del Simposio.
Eugenio Montejo (Caracas, 19 de octubre de 1938 - Valencia, 5 de junio de 2008)
NOCTURNO LUMINOSO
(…)
Amar es ver en otra persona el cirio encendido, el sol manuable y personal
que nos toma de la mano como a un ciego perdido entre lo oscuro,
y va iluminándonos por el largo y tormentoso túnel de los días,
cada vez más radiante,
hasta que no vemos nada de lo tenebroso antiguo,
y todo es una música asentada, y un deleite callado,
excepcionalmente feliz y doloroso a un tiempo,
tan niño enajenado que no se atreve a abrir los ojos, ni a pronunciar una palabra,
por miedo a que la luz desaparezca, y ruede a tierra el cirio,
y todo vuelva a ser noche en derredor
la noche interminable de los ciegos.
Gastón Baquero (Banes, Cuba, 4 de mayo de 1914 - Madrid, 15 de mayo de 1997)
Si quieres comentar o