Aquellos que ven en Camus a un filósofo ateo, ¿saben que estuvo a punto de ser bautizado en 1959, cuando tenía 46 años, conforme al ceremonial cristiano? De este hecho da testimonio el anciano pastor Howard Mumma cuando, a los 91 años, escribe el libro de memorias en el que recuerda sus entrevistas con Camus en París, poco antes de la muerte del filósofo.
El tema del bautismo surge a raíz de una conversación entre los dos hombres en torno a un destacado personaje del Nuevo Testamento, Nicodemo. Es el apóstol Juan quien nos cuenta la historia en el capítulo tres de su Evangelio. Lo hace en exclusiva. Ni Mateo, ni Marcos, ni Lucas se refieren a éste principal entre los judíos.
Nicodemo acude una noche a Jesús y reconoce:
-Sabemos que has venido de Dios como Maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él (Juan 3:1-2).
Aquí el Maestro introduce el tema del nuevo nacimiento:
-De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios (Juan 3:3).
La respuesta de Jesús desconcierta al ilustre fariseo:
-¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre y nacer?
Nicodemo no comprende a Jesús. Tampoco Camus comprende a Nicodemo. Expone a Mumma su opinión sobre personajes del Antiguo Testamento, que confiesa haber leído tres veces: Moisés, Jonás, Isaías, entre otros. Luego añade:
-Al que no he conseguido entender hasta el día de hoy: ¡a ese Nicodemo! ¡He aquí uno de los sabios de Israel! Está buscando algo que le falta. Me siento totalmente identificado con Nicodemo, porque yo tampoco estoy seguro sobre todo esto del cristianismo. No comprendo eso que Jesús le dijo a Nicodemo: Debes volver a nacer.
Por vez primera en el curso de tantas y tan prolongadas conversaciones el pastor alude al bautismo. Dice a Camus:
-Albert, pensemos un poco acerca de esa expresión, volver a nacer, porque estamos yendo hacia la verdadera importancia del bautismo. ¿Cuál fue la respuesta de Jesús?
Camus responde al pastor inmediatamente:
-¡Bien sabe usted cual fue! El simplemente dijo que debes volver a nacer. Conozco las palabras exactas: El hombre que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios, sea lo que sea. Y dijo: lo que nace de la carne, carne es; y lo que nace del Espíritu, espíritu es. Y entonces Nicodemo dijo: Me maravillo ante ello: que es necesario nacer de nuevo.
El pastor responde con los más firmes y verdaderos argumentos de la doctrina cristiana:
-Para mí, nacer otra vez es entrar de nuevo o partir de cero en el proceso del crecimiento espiritual, hacer borrón y cuenta nueva, por así decirlo. Es recibir el perdón porque le has pedido a Dios que perdone todos tus pecados pasados, de tal manera que la culpa, las inquietudes, las preocupaciones y los errores que hemos tenido en el pasado son perdonados y realmente se comienza de nuevo partiendo de cero. La cuenta está a cero, la conciencia está limpia. Se está preparado para ir hacia delante y comprometerse en una nueva vida, una peregrinación espiritual.
El pastor, nervioso y apasionado con la exposición de su propio sermón, lo concluye con una afirmación directa al filósofo:
-Usted está buscando la presencia de Dios mismo.
La reacción de Camus sorprende a Mumma, como habría sorprendido a amigos y enemigos del filósofo, más aún a la pléyade de intelectuales que habían escrito y seguirán escribiendo sobre el supuesto ateísmo de Camus. Mirando directamente a los ojos del pastor y con lágrimas en los suyos, el filósofo le dice:
-Howard, estoy preparado. Quiero esto. Esto es a lo que yo quiero comprometer mi vida.
Leamos al ministro del Evangelio:
-Este hombre, desde hacía ahora varios años, había estado haciéndome preguntas sobre el cristianismo. Había asistido a los cultos en la Iglesia. Había escuchado mis sermones muchas veces y sabía que había estudiado la Biblia casi por completo. Quizá no debí haberme impresionado, pero me provocó una sensación de asombro y sorpresa el hecho de que estuviera considerando dar este tipo de paso hacia el cristianismo.
A continuación, una pregunta directa:
-Albert, ¿a usted no lo bautizaron ya?
Respuesta del filósofo:
-Sí, cuando era pequeño… pero no significó nada para mí. Fue algo que me hicieron a mí, sin más significado que un apretón de mano. Pero parece apropiado que se me bautice ahora que he estado estos meses leyendo y comentando la Biblia con usted.
Es ahora, en este punto de las conversaciones entre el pastor evangélico y el filósofo, por entonces uno de los franceses vivos más famosos, cuando se produce en mí el desencanto. Howard Mumma pertenecía a la rama más conservadora de la Iglesia metodista, que solía practicar el bautismo de niños por aspersión, siguiendo el rito católico. Para Mumma:
-Está claro que un bebé no tiene fe. Se le bautiza porque Dios ama a ese niño y le da la bienvenida a la familia de Dios. El bautismo inicia un proceso en el cual se comienza a crecer, incluso siendo un bebé, hacia una nueva vida con la cual se nos ha obsequiado.
¡Error! Tales creencias no se sostienen a la luz del Nuevo Testamento. Mumma había leído que sólo será salvo el que creyere y fuere bautizado, y es obvio que un niño no cree. Había leído que de los niños es el reino de los cielos, por tanto un niño que muere sin haber sido bautizado no va a un hipotético limbo, sino directamente al lugar donde mora el Eterno. Había leído que en los primeros días de la Iglesia fueron bautizadas tres mil personas después de escuchar el sermón de Pedro incitándolas al arrepentimiento y al bautismo para el perdón de los pecados.
Todo esto lo sabía el pastor metodista sin necesidad de consultar la Biblia. Pero no lo aplicó a Camus. Se despidió de él aconsejándole que continuara estudiando la Escritura sagrada. Pocos meses después de la última conversación entre ambos, Camus murió en accidente de automóvil. Sin haber sido bautizado.
Cuando el pastor regresó a Estados Unidos Camus le despidió en el aeropuerto. Le tendió la mano y le dijo:
-Amigo mío,
mon chéri, ¡voy a seguir luchando por alcanzar la fe!
Confiesa el pastor:
-Según dijo esto, yo me preguntaba si no debía haber hecho lo que me pedía, haberle bautizado.
Demasiado tarde. Oportunidad perdida. En su libro autobiográfico LAS PALABRAS, Juan Pablo Sartre cuenta que el comportamiento de su abuelo, con quien se crió, destacado miembro de una iglesia evangélica, fue el principal obstáculo para su acercamiento a la fe cristiana. Ese abuelo lo era también de Albert Schweitzer, primo hermano de Sartre. Este primo llegó a ser famoso médico, músico y misionero que dedicó años de su vida a predicar el Evangelio en países de África. El otro primo, Sartre, fue campeón del ateísmo en la Europa del siglo XX. El abuelo perdió la oportunidad de haber hecho del niño un destacado filósofo cristiano.
Creo que algo parecido ocurrió con Howard Mumma y Alberto Camus. Tal vez si lo hubiera bautizado a tiempo el filósofo se habría comprometido a fondo con su fe y habría cambiado el tema de sus escritos en los meses que le quedaron de vida. ¡Menudo alboroto se habría armado primero en Francia y luego en el resto del planeta, principalmente entre la clase intelectual! Uno de los filósofos más importantes en la Francia de entonces, tenido por ateo, por existencialista, inventor de la teoría sobre el absurdo de la vida, ¡convertido al Cristianismo de Cristo y bautizado por un pastor protestante! De haberse cumplido y de no haber muerto poco después, ¿habríamos tenido en nuestras filas a un gran filósofo? ¿Habría girado, como hizo Papini, de una literatura que prescindía de Dios a otra teniendo a Dios en el centro? ¡Quién sabe!
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