Ya hace varias semanas que he cerrado el archivo de las muchas cartas felicitaciones para el año 2014. Todas, generalmente, con excelentes deseos de bendiciones y aunque no sé cómo será, siempre espero la protección y guía del Altísimo.
Pero si en estas horas he de ser sincero,
cada año me cuesta más creer en las postales de felicitación. Las hay muy hermosas, sinceras y significativas y estas las agradezco. Pero “Desde el Corazón” las hay que tienen tanto de mecánicas que simplemente me hacen sonreír. Sobre todo las meramente comerciales, como las de establecimientos tipo “Corte Inglés”; “Travel Club” o “Instituto de la Sordera” y casi todas repitiendo los mismos tópicos: “Felicidades y Próspero Año”. Lo que no comprendo es qué hacen tantas postales de evangélicoscorros tan ultramodernos con postales de “Santa Claus” y trineos volando tirados por Renos.
No comprendo a los que queriendo hacer
algo nuevo y de rabiosa actualidad, callan el auténtico mensaje de la Navidad, como si estuvieran moribundos al mensaje de la Paz y del Evangelio. No comprendo las reuniones mediocres de tres cuartas partes de charanga y chapuzas cotilloneras y un breve atisbo de “fe” para que no se diga. No comprendo lo de los “Belenes vivientes” (bien que me gusta verlos) y luego los “actores de los mismos” callan como cobardes cuando se trata de defender y proclamar la historicidad y realidad de tan bendito evento y no se esfuerzan en vivir el ejemplo del Mesías.
No comprendo tantas fiestas en el fin del año, y tan descarada indiferencia a lo espiritual en los siguientes Domingos, en los que los cristianos siguen celebrando la gloria de la resurrección.
Pues bueno, lo comprenda o no yo, de todo esto tuvimos en las pasadas
felices fiestas. Pero ¿qué importa? el año es nuevo y el inverno es nuevo. Percy B. SHELLEY lo dijo en su precioso poema “Endecha por un año”;
“Llega el Enero gris/como un sepulturero entre las sombras/Febrero porta el féretro;/Marzo en su pena, brama enfurecido,/y llora Abril. Pero vosotras horas,/venís detrás con Mayo y sus flores más bellas…” y yo, “Desde el Corazón” quiero compartir para los que me quieren, que el año es nuevo, el invierno es nuevo y tengo deseos nuevos. Deseo bendecir con amor este invierno y este año.
Deseo proclamar mi gratitud, mi fe en la vida, mi esperanza en la vida. Conmigo viaja una goma de borrar que anula todas las malas trazas de mis contrarios. Trataré como el sueño que tenemos en nuestra Iglesia: Soñar con servir en una comunidad donde los heridos, los deprimidos, los frustrados, los desanimados, los confundidos espiritualmente, puedan encontrar amor, aceptación, ayuda, esperanza, perdón, guía y alimento. Servir para comunicar a tiempo y fuera de tiempo las “Buenas Nuevas de Jesucristo” a todos los que el Creador ponga en mi camino.
Para los que la vida es como una moneda, todo a tener cara y cruz. Yo he visto –a pesar de todo, de todo‑ la inmensa cara de la vida, y sigo viéndola, y aunque sabemos que el reverso no es otra cosa que la muerte, este lado no lo veo con miedo. Por eso no digo que desprecio a los que derrochan la vida en las tonterías y lo superfluo, sólo digo que no los comprendo. Que me parece una roñosería triste la de distribuir la vida eterna en calderilla durante ésta, tan corta y tan importante.
Que me parece atroz consolar al que llora y no ser capaces de alegrarse con el que se alegra.
Si es cierto que la vida tiene su cruz, la cruz del niño que promovió y promueve tantas postales en el mundo y en la historia, cuyo nacimiento hemos celebrado, no le ocupó más que unas horas; no le ennegreció más que una noche (y pienso que le ennegreció más el abandono y la somnolencia de sus compañeros). El resto de su vida fue amar, y predicar, y sanar, y enseñar con las más preciosas historias y la personificación de su inefable enseñanza, y derramar perdones, y comer con la gente, y dar de comer, y andar con sus amigos, y hacer mesas y bancos y ventanas y escaleras, y escuchar como un grito al cielo de un centurión, notario de la muerte que era la victoria de la vida: “Verdaderamente éste era el Hijo de Dios”.
Estoy convencido que el niño que se llamó Jesús, tenía la vida por encima de todo y como una incomparable “Postal” para la Humanidad, vino a darnos
“vida en abundancia” para este 2014, y todos los que nos pueden aparecer.
La vida por encima de todo. También por encima y más allá de la muerte. Y para acabar, una frase del ingenioso Cervantes:
“En dos pecados se ha visto/que Judas quiso extremarse,/y fue mayor el de ahorcarse/que el de haber vendido a Cristo” y le venden aquellos para quienes la vida, son simplemente postales.
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