José Antonio Valle Alonso (Villamor de los Escuderos, Zamora, 1950) ha participado en casi todas las ediciones del Encuentro Los Poetas y Dios (Toral de los Guzmanes, León), que organiza la Asociación Cultural Evangélica Eduardo Turrall y promueve el Ayuntamiento de dicha localidad leonesa, convertida ya en centro de la poesía cristiana en lengua castellana. Que recuerde, en esta década de encuentros, él ha estado desde la tercera: ocho años que, gracias a Dios, hemos podido disfrutar de su compañía y de los tallados versos de este sonetista ejemplar, categoría poco habitual en estos tiempos deslavazados, también en el mundo de la lírica.
Y aunque zamorano de nacimiento y parisino por largos años vividos junto al Sena, lo cierto es que
Valle Alonso es, desde 1977, ciudadano de Valladolid, donde está dejando su impronta como excelente poeta. Ha obtenido numerosos premios y reconocimientos, entre ellos, el Premio Nacional de Poesía Jorge Manrique, el Premio Nacional de Poesía del Ateneo de Valladolid o el XXVIII Premio Internacional de Poesía “Justas Poéticas Castellanas”. También forma parte de la coordinación de “Los Viernes del Sarmiento”, reconocidos encuentros poéticos vallisoletanos patrocinados por la Obra Cultural del BBVA.
Valle Alonso siente lo Sagrado y lo acerca a la conciencia fatigada del mundo, a su extrema necesidad de Dios en medio de convulsiones y desarraigos. Lo eterno de Él no es una circunstancia remota para el corazón de este valioso poeta nuestro.
CUATRO POEMAS LEÍDOS EN TORAL
J. A. Valle Alonso tiene publicados los siguientes poemarios:
Luz y tinieblas(1976);Marchito rosal(1979);La soledad(1987);Hacia la luz desnuda(1994);Primavera íntima(1997);Bajo el puente de Cronos(1999);Laespiral del sueño(2006),El color de la fiebre(2011);Temblor de sombras(2011);Volcán de losdeseos(2011); Templo del tiempo (2012) y
El color de la fiebre (2012).
Y DIGO NAVIDAD…
Y digo Navidad y digo vida.
Y digo sed de Ti y digo fuente.
y digo sol y luna y digo puente.
Digo estrella de amor alma encendida.
Y digo amanecer, luz florecida.
Digo sonrisa azul y digo cielo.
Esperanza en las manos siempre abiertas.
Digo mendicidad a ras de suelo
y huellas desprendidas, descubiertas.
Y digo soledad y digo llanto.
Digo roca sin más, estéril roca,
corazón sin campana ya marchito.
Voz en el tiempo, pero voz sin boca.
Eco en el mar de la agonía. Y grito…
***
Y digo Navidad y digo nieve.
Y digo corazón y digo Niño.
Y digo Madre, y Tú, toda cariño.
Y digo eternidad y Amor me llueve.
Y digo la verdad si hay quien la lleve.
Un rosario de moscas en los ojos
chupándoles la luz que ya perdieron.
Desnudos de dolor son los despojos.
Y digo tanta herida y digo fueron.
Y digo son y tanta pena junta.
Y digo horror por los cuatro costados.
¡Alza la mano ya, detén el hambre!
Cadáveres si más putrefactados.
Éxodo de la muerte. Sangre, sangre.
PARA OLVIDAR LA HERIDA
Eclosión de sonrisas verdecidas
hilando la mañana de tus manos;
esperanza de amor, por amor danos
una flor del laurel a nuestras vidas.
Un racimo de estrellas descendidas
hasta el volcán dormido en los arcanos.
Y trocar en palomas los milanos
que devoran las almas encendidas.
Y hasta al silencio quieto de las cosas
reparte tu niñez. Y hasta en las rosas
si puede ser aún más, más hermosura
para olvidar la herida en el costado,
y a cada paso de dolor sumado
podamos despertar a la ternura.
HE SOÑADO
He soñado, Señor, con un abrazo
redondez de tu abrazo al universo.
He soñado, Señor, con este verso:
El mundo entero duerme en tu regazo.
Sigo, Señor, soñando con un lazo,
que enlace tanto amor y tan disperso,
la soledad, de soledad anverso,
que sólo puede ser, Señor, tu brazo.
Voy a dormir, de nuevo abandonado
en le profundo sueño en que he bebido
amor, amor de un cielo rodeado.
Voy a quedar, Señor, en el camino
desde un atardecer, sin ti, perdido,
y de un amanecer en mi destino.
PLEGARIA AL NIÑO DIOS
Tengo en el alma una caricia tuya.
Tengo tristeza azul, tengo una pena.
Tengo noche de Ti, y tengo muerte.
Y otra vez me recuerdas que estoy solo,
soñando albura y beso a ver si vienes.
Tengo la cita en pie siempre esperando,
siempre conmigo Amor, ese que duele.
Un niño como Tú, como Tú, bueno,
tiene frío de Dios y el frío muerde.
Tiene diciembre, gris melancolía.
Cual olmo deshojado aquí me tienes.
Cuando Tú cumples años, tengo miedo,
con el alma encogida el sueño duerme.
Hay mucha calle al raso y poca luna,
poca hoguera en el pecho y poca nieve,
poco cielo, mi Niño, y mucha hambre.
Y ha temblado la sombra en los cipreses.
Y otra vez me recuerdas que estoy solo,
y el camino de Dios encuentro a veces.
Se ha engalanado la verdad a medias
y he comulgado Amor bajo tu puente.
Tengo en el alma una caricia tuya.
Y tengo el corazón alto de fiebre.
Y otra vez me recuerdas que estoy solo.
Y otra vez me recuerdas que se muere.
Un niño como Tú, como Tú, bueno,
tiene frío de Dios y el frío muerde.
El niño de la guerra...
tiene hambre de Dios y Dios no viene...
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