El hecho de que el Papa Francisco conceda entrevistas tanto a la prensa religiosa como a la secular ya no constituye una sorpresa. La revistaTimele eligió “el hombre del año” debido a su acercamiento más abierto y relajado a los medios de comunicación.
Esta actitud se expresó en una entrevista que publicó el periódico italianoLa Stampael día 15 de diciembre.La conversación empezaba con una reflexión sobre la Navidad pero después avanzó hacia otros temas, incluyendo interesantes comentarios sobre los puntos de vista del Papa acerca de la unidad de los cristianos.
LA UNIDAD DE LOS CRISTIANOS, ¿ES UNA PRIORIDAD PARA EL PAPA?
Esta pregunta se le planteó bruscamente al Papa Francisco durante la entrevista que le hizo el periodista de
La Stampa. El respondió lo siguiente: “Sí, para mí el ecumenismo es una prioridad. Actualmente hay un ecumenismo de sangre. En algunos países matan a los cristianos por llevar una cruz o por tener una Biblia y antes de asesinarles no les preguntan si son anglicanos, luteranos, católicos u ortodoxos. Su sangre está mezclada. A los que matan es a los cristianos. Estamos unidos por la sangre, aunque todavía no hayamos conseguido tomar las medidas necesarias para alcanzar la unidad entre nosotros y puede que el tiempo no haya llegado aún… Aquellos que matan a cristianos no te piden tu documento de identidad para ver en que Iglesia fuiste bautizado. Necesitamos tomar estos hechos en consideración”.
Son éstas unas palabras importantes que tienen en cuenta lo que ocurre en el mundo.
Los cristianos que sufren persecución en diferentes situaciones minoritarias pertenecen a distintas iglesias y tradiciones, pero son perseguidos principalmente a causa de que su fe pública suscita oposición. Su identidad eclesiástica es definitivamente secundaria. Más que su adhesión a una iglesia (cualquiera que sea) lo que primero importa es su fidelidad a Cristo y su Evangelio. Es su fe personal como seguidores de Jesús lo que incita a la persecución contra ellos. En el mundo global, las distinciones puramente denominacionales y las complejidades ecuménicas tienen muy poco sentido. El corazón del asunto es el corazón del Evangelio.
¿EN QUÉ SE BASA LA UNIDAD?
Hay todavía algo más que decir sobre lo que el Papa expresa concerniente al “ecumenismo de sangre”. Parece que si bien reconoce la impresionante realidad de la persecución de cristianos, sin importar cuales puedan ser sus etiquetas secundarias,
el Papa piensa todavía en la unidad en términos de las categorías ecuménicas y católico romanas antiguas. Cuando se refiere al “bautismo” como la marca de la identidad cristiana se hace eco de la idea dominante en los círculos ecuménicos, es decir, que la unidad de los cristianos se basa en el bautismo. Según este punto de vista, ser bautizado significa ser cristiano y, por lo tanto, estar unido a Dios y a los demás cristianos. Esta es la doctrina católico romana estándar
(p.e. Unitatis Redintegratio 3.22) (La Restauración de la Unidad) y la enseñanza ecuménica (p.e. el “Texto de Lima” de 1982, titulado
Bautismo, Eucaristía y Ministerio).
El ecumenismo de sangre en cambio se basa en una fe personal en Jesucristo. No es opuesto al bautismo, por supuesto, pero no se basa en el mismo. Es probable que algunos de estos mártires no estén ni tan siquiera bautizados ni pertenezcan formalmente a ninguna iglesia cristiana histórica. Sin embargo, son creyentes en Jesucristo y esto es lo que realmente cuenta para su salvación y nuestra unidad en su conjunto como un cuerpo de creyentes. Por otra parte, muchos que han sido bautizados y son canónicamente miembros de alguna institución religiosa no son cristianos en absoluto. El fenómeno del nominalismo en Occidente demuestra que una persona puede estar bautizada y a pesar de ello ser totalmente contraria o indiferente al Evangelio y a su mensaje.
La unidad cristiana no está fundamentada en el bautismo, sino en una fe personal en Jesucristo. Los que están unidos son aquellos que son creyentes cristianos en el sentido bíblico.
REPLANTEANDO EL ECUMENISMO
El ecumenismo de sangre debería servir de estímulo para replantear nuestra teología referente a la unidad de los cristianos, más allá de las consideraciones sentimentales hacia los cristianos perseguidos y con vistas a una mejor comprensión bíblica de lo que es un medio para que la Iglesia sea “una, santa, católica y apostólica”. Según el Vaticano II y otras enseñanzas magisteriales posteriores la unidad de los cristianos debería tener tres cosas en común: profesar la misma fe, celebrar la misma Eucaristía y estar unidos bajo el mismo ministerio sacramental de la sucesión apostólica en sumisión al ministerio papal. Paradójicamente,
esta forma de entender la unidad es uno de los obstáculos más grandes para la unidad de los cristianos porque se deduce la unidad a partir de un sacramento administrado por una iglesia y confunde la unidad con estar bajo una determinada institución religiosa. Los mártires a los que se refiere el Papa no encajan en esta definición de la unidad, pero ellos son, no obstante, considerados como los cristianos verdaderamente unidos.
El ecumenismo de sangre demuestra que estas dimensiones no son necesarias para que tenga lugar la auténtica unidad y en cambio sirven únicamente como cargas adicionales y complementarias.
El Papa Francisco, sin embargo, ha subrayado debidamente la realidad del ecumenismo de sangre. Pero el tiempo dirá si dejará de hablar de su “prioridad ecuménica” sin hacer nada al respecto o, en su lugar se decidirá a pensar en el ecumenismo más allá de los simples estereotipos ecuménicos e ir hacia unos patrones más bíblicamente garantizados. La unidad de estos mártires con la Iglesia Católico Romana puede que sea “imperfecta”, pero su unidad con Cristo es perfecta y esto es lo que realmente importa.
Traducción: Rosa Gubianas
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