En estos días en que mi iglesia, la Primera Bautista de Valencia en la calle Quart, ha celebrado sus primeros 125 años de vida he pensado muchas veces en Suecia y he hablado de ese país más de una vez. Nuestra iglesia fue fundada por misioneros bautistas suecos a fines del siglo 19. Por eso me llamó la atención un titular en
El País el jueves 14 de noviembre: “Gracias a Dios y al estado sueco”.
La periodista Ana Carbajosa, desde Estocolmo, citaba a Souad y Antoine, refugiados sirios que con su hija de 16 años llegaron hace unas semanas a Suecia luego de una odisea pasando por Bulgaria y Turquía. La periodista los había entrevistado en el centro de recepción de Märsta, a unos 40 kilómetros de Estocolmo. Souad, el esposo del matrimonio, le dijo “Los suecos son buena gente. Nos han salvado. Cada día doy gracias a Dios y al estado sueco.”
Ubicándonos en contexto, la periodista nos dice: “Recibir a gente que huye de la guerra no es ninguna novedad en este país nórdico. Lo nuevo consiste en que ahora lo hacen a contracorriente, en pleno resurgimiento de los populismos en Europa, que claman contra la llegada de inmigrantes y refugiados.”
Los suecos han decidido dar asilo y facilitar el proceso de residencia a todos los refugiados sirios que llegan a sus puertas. País de mayoría protestante, es conocido por su éxito económico y su política exterior humanitaria, ejemplificada por los premios Nobel, muchas veces otorgados a defensores de los derechos humanos.
Volviendo a los 125 años que ha cumplido mi iglesia en Valencia, vengo estudiando desde hace tiempo lo que llamo, la “conexión sueca” en la obra misionera protestante en España e Iberoamérica.
Por eso para mí ha sido motivo de gran satisfacción que el pastor Jesús Millán, de la Iglesia Bautista de Turís en la Comunidad Valenciana, haya podido publicar un hermoso libro en el cual aparecen varios misioneros suecos. Son historias conmovedoras de la llegada del Evangelio a tierras valencianas y de personas como Carlos Augusto Haglund, Enrique Anderson Lund, Juan Uhr Kos, y Nicolás J. Bengtson, suecos que se afincaron en tierras de España, las cuales recorrieron extensamente con una vocación admirable de sembrar el Evangelio.
El pastor Millán ha investigado diligentemente en archivos de España y Suecia y ha entrevistado a numerosas personas.
El resultado es su libro Valencia Evangélica, publicado con el auspicio del Consell Evangèlic Comunitat Valenciana. Es una obra de 273 páginas cuya primera edición ha tenido una recepción entusiasta por parte de los evangélicos valencianos y está camino a agotarse.
Escrito con evidente cariño y admiración por la obra misionera, este libro se lee por ello con facilidad. La historia está contada en forma amena, describiendo con cuidado los escenarios y retratando a los personajes con toques precisos. Hay que aplaudir también la calidad de la maquetación del libro, la cuidada impresión del texto y las numerosas fotografías que lo acompañan.
El relato del pastor Millán nos permite comprender las notas características de un estilo misionero que resultó fructífero a pesar de la oposición y las persecuciones por parte de la religión dominante en España. Estos misioneros suecos eran gente entregada cien por ciento a su vocación misionera, disciplinados en su vida diaria, entusiastas de la difusión del Evangelio.
Permanecieron en España, aprendieron castellano y algo de valenciano, se identificaron con el país al punto de casarse con mujeres españolas. Trabajaron en ciudades claves como Barcelona o Valencia, pero recorrieron también pequeñas poblaciones en una época en que viajar no era tan fácil como lo es hoy. Concentraron su atención en españolas y españoles que pudieran asumir la responsabilidad de seguir evangelizando y es así que el libro
Valencia Evangélica ofrece también semblanzas y relatos de personajes como Feliciana Armengol, Vicente Mateu, Antonio Esteve o Vicente Francés.
Quizás una de las razones por las cuales la labor misionera de los bautistas suecos dejó huella en España, fue el hecho de que
estos misioneros provenían de un país en el cual eran parte de una minoría religiosa perseguida, acostumbrados a la discriminación y las restricciones por causa de su fe. La primera iglesia bautista en Suecia la habían fundado en 1848 dos marineros suecos convertidos en Estados Unidos: Gustavo Schroeder y Federico Nilsson. La iglesia estatal en Suecia era la luterana que no vio con buenos ojos la llegada de estas iglesias libres y ejerció contra ellas todo tipo de presión incluyendo la deportación. A pesar de ello la obra bautista continuó y para 1913 había ya 619 iglesias con una membresía de 57,087 personas.
1 Tuvieron una visión misionera desde sus comienzos, y es así que cuando enviaron a Karl Haglund como misionero a España en 1882 los bautistas apenas tenían 34 años de presencia en Suecia.
La siembra de los bautistas suecos en España ha dado fruto y como nos lo demuestra el pastor Millán, además de los bautistas, la obra evangélica en general en la comunidad valenciana hoy en día está en deuda con ellos. Vale la pena recorrer algo de la historia de esa siembra inicial en el libro Valencia Evangélica al cual damos la bienvenida. Para conseguirlo se puede llamar al tel. 962 526 073 - 649 500 586 o escribir a
[email protected] ya que hay varios puntos de venta en España.
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