Gibson es un irlandés de 74 años convertido en ciudadano español en 1984. Prácticamente toda su carrera literaria la ha hecho en España. Entregado a los autores de las generaciones de 1898 y 1927, ha escrito biografías de premio sobre García Lorca, Antonio Machado, Salvador Dalí, el general Prim y ahora Buñuel, cuyo grueso tomo le ha llevado siete años de investigación en París, Madrid y Calanda, pueblo natal del artista.
En BUÑUEL, LA FORJA DE UN CINEASTA UNIVERSAL, Gibson “profundiza en las raíces de la obra cinematográfica del calandino, transida de resonancias personales y cada vez más valorada internacionalmente”.
Luis Buñuel, director de cine, está considerado como “el aragonés más célebre del mundo después de Goya y como uno de los grandes creadores del siglo XX”, según Gibson.
Nació en Calanda, provincia de Teruel, el 22 de febrero del año 1900, cuando despertaba el siglo XX. Vivió aquí, en la tierra, 80 años. Larga vida, pero no lo suficiente para un creador a quien le bullen constantemente miles de ideas en el cerebro y se pierden en la tierra. Ambas cosas desaparecen, cerebro e ideas.
En Zaragoza realizó estudios primarios y secundarios. Tenía quince años cuando fue expulsado por los jesuitas del colegio donde estudiaba a causa de una borrachera. A los diecisiete llega a Madrid y se hospeda en la Institución Libre de Enseñanza, fundada por Giner de los Ríos, Nicolás Salmerón y otros brillantes profesores separados de la Universidad oficial en 1875. Aquí se educaban hijos de padres ricos. Aquí Buñuel traba amistad con quienes fueron lumbreras del pensamiento: Salvador Dalí, Rafael Alberti, Pepín Bello, Juan Ramón Jiménez, Federico García Lorca y otros de igual talento. En 1924 obtuvo la licenciatura en Filosofía y Letras por la Universidad de Madrid.
Tras un primer éxito en París, escribió: “ebrio con mi triunfo sentí que un gran amor se había despertado en mi por la puesta en escena”. Su conversión total al cine se produjo tras ver la película LAS TRES LUCES, del célebre director Fritz Lang. El 6 de junio de 1929, con 26.000 pesetas cedidas por la madre, estrenó en colaboración con Dalí la película que lo catapultaría a la fama: UN PERRO ANDALUZ.
En 1938 se trasladó a Hollywood. Diez años después se instaló en México, país que le concedió la ciudadanía. En la capital de México falleció el 29 de julio de 1983, a causa de una insuficiencia cardíaca. Sus últimas palabras fueron para su mujer, Jeanne Rucar: “Ahora sí que muero”.
Entre Madrid, París, Estados Unidos y México
Buñuel filmó más de treinta películas, todas buenas. Algunas de las más recordadas son UN PERRO ANDALUZ, LOS OLVIDADOS, NAZARÍN, EL ÁNGEL EXTERMINADOR, SIMÓN DEL DESIERTO, BELLE DE JOUR, LA VÍA LACTEA y TRISTANA.
La obra de Buñuel ha sido premiada con todos los galardones que concede la industria cinematográfica en Europa, Estados Unidos y México. En 1973 obtuvo un Oscar a la mejor película de habla no inglesa por EL DISCRETO ENCANTO DE LA BURGUESÍA.
En vida, Buñuel tuvo fama de ateo. Conocido es el episodio que le enfrentó a su amigo íntimo Salvador Dalí. En LA VIDA SECRETA DE SALVADOR DALÍ el pintor de Cadaqués tacha a su amigo de ser hombre de izquierdas y ateo. Un periodista de Hollywood divulgó la noticia y el cineasta fue despedido de la empresa en la que trabajaba. Buñuel citó a Dalí en Nueva York para pedirle explicaciones, pero no las hubo y aquella entrevista significó la ruptura de relaciones.
En su abultada obra, Ian Gibson nos presenta a un Buñúel trabajador, entrañable, cercano. Un Buñuel encuadrado en el marco de la historia que le tocó protagonizar.Gibson escribe su vida desde el nacimiento al último suspiro.
A lo largo de las muchas páginas recuerda de tanto en tanto el humor que caracterizaba al aragonés. “Hasta cierto punto se podría decir que en toda su producción literaria y fílmica, nos encontramos ante sucesión de gags geniales”, escribe Gibson, de los que nos ofrece una muestra en el epílogo del libro, muestra que revela al mismo tiempo el anticlericalismo de Buñuel, propio de todos los que vivieron en la Residencia de Estudiantes. “Solo a Buñuel, por ejemplo, se le podría haber ocurrido el invento de una competición al aire libre para descubrir al cura capaz de decir la misa con la mayor rapidez posible. Sólo a Buñuel la secuencia de los carmelitas en EL FANTASMA DE LA LIBERTAD, quienes, habiendo rezado a San José para que sane al padre de la enfermera, se ponen a jugar a las cartas con ella, acompañados de las bebidas y el tabaco de rigor. Únicamente el magín buñuelano, otra vez en EL FANTASMA, pudo concebir un duelo teológico derimido a estacada limpia entre un jesuita y un jansenita; o, en LA VÍA LACTEA, un debate parecido, pero sin armas en la mano, arbitrado por el “maitre” de un restaurante de postín; o en EL DISCRETO ENCANTO DE LA BURGUESÍA, a un obispo que, tras confesar a un moribundo, lo despacha con una escopeta al descubrir que es el asesino de su padre. La parodia de LA ÚLTIMA CENA contenida en VIRIDIANA fue, de todos los gags de Buñuel, el más genial: una auténtica píldora envenenada que tuvo que tragar el régimen franquista”.
La biografía de Buñuel escrita por Gibson tiene nueve largos capítulos y un epílogo: la vida del padre en Cuba y su regreso a España convertido en hombre de dinero; los años madrileños de Buñuel; la vida en París; historia de UN PERRO ANDALUZ; la edad de oro del cineasta; estancia en Hollywood; entre París y Madrid durante la república; de nuevo en Madrid, donde filma febrilmente varias de sus películas; la guerra civil, la España de 1937; con el pie en el estribo. Varias veces en Londres, Suiza, Amberes, Estocolmo. Viaja con pasaporte diplomático, estancia en México, país de acogida.
Para que el lector aprecie el valor de este libro y la profunda labor de investigación llevada a cabo por su autor, sólo añadiré que después del epílogo se ofrecen 89 páginas de citas y referencias y 95 páginas con la bibliografía consultada. El índice onomástico y de publicaciones alcanza las 34 páginas. La nota editorial explica que el relato magistral de Gibson se lee como una novela. Doy fe.
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