Guifré funda una religión

Visto que era imposible encontrar trabajo, Guifré decidió ampliar sus estudios. Consultó todas las universidades que le pudieran garantizar un futuro profesional y descubrió una que, por lo raro de su oferta, podría ser la solución a su problema. Estaba poco solicitada: Universidad para la Fundación de Religiones (UFR), así se llamaba.

Eran pocos alumnos en clase pero asistían muy ilusionados. “Ustedes siempre tendrán trabajo. Había religión antes del comunismo y sigue habiéndola después de su desaparición”, les decía el director de la UFR.

Después de cuatro años de carrera, Guifré se sentía animado para esperanzar al mundo con su flamante religión. De sus estudios extrajo una síntesis para las claves de un liderazgo exitoso.

Según sus apuntes no debía disponer de transporte propio, en todo caso debería pedirlo prestado. No supervisaría las finanzas de su comunidad. Se las arreglaría careciendo de vivienda propia y patrimonio privado, viviría de la buena voluntad de las gentes. Aunque su vida peligrase no se proveería de seguridad personal o armamento y escaparía por piernas cuando intentasen agredirle. En algún caso de extrema necesidad podría protagonizar alguna escena violenta en público. En cuanto a sus discípulos escogería a los más torpes por los que estaría dispuesto a morir, el mayor de los cuales sería el que más sirve y dignificaría a las mujeres. Se rodearía de gente marginal y chocaría con las autoridades civiles y religiosas. El éxito de su misión se vería culminado el día que sus discípulos le traicionasen.

Equipado con estos conocimientos se lanzó al mundo para salvarlo de su condenación eterna, mientras él saldría de la cola del paro.

Tras dos años de esfuerzos proselitistas, el fracaso de Guifré fue estrepitoso. Enojadísimo se dirigió a la Universidad que le había formado con intención de exigir la devolución del importe de las matrículas.

—¿Qué clase de estudios me han proporcionado ustedes en esta universidad para que al final haya acabado en la indigencia? De veras, ¿ustedes creen que en base a estas enseñanzas se puede fundar una religión? ¿Sin control de finanzas? ¿Sin gente preparada y de confianza? ¿Sin medios de transporte? ¿Sin seguridad personal? ¿Sin respaldo de las autoridades? ¿Pero en qué siglo viven?

—Qué habrá podido fallar, —dijo el director con cara de sorpresa— no se entiende.

—Reconozcan que fundar religiones no es lo que persiguen ustedes —Insistió Guifré.

—Nuestro programa lectivo está inspirado en el gran líder de una de las religiones más mayoritarias. Eso no nos lo puede echar en cara.

Guifré quedó pensativo. ¿Quién podría ser? ¿Un gran líder que supuestamente fundó una gran religión sin pretenderlo? Al momento se alumbró su entendimiento. Sin poder replicar nada más se despidió del director con un apretón de manos.