Abro la Santa Biblia (Eduardo Llanos Melussa)

BREVEDAD QUE MUCHO DICE
Un poeta chileno que llama la atención es Eduardo Llanos Melussa (1956), pues sus versos son directos, casi siempre despojados de metáforas u otros atavíos. Entre las varias vertientes de su obra, tiene algunos poemas que tratan de lo sagrado o del respeto profundo hacia la justicia de Dios.

Así, por ejemplo, en el poema “Desaparición de Rodrigo Lira”, del que extraigo sólo cuatro versos: “Que me patee Dios, hermano, /
si estoy haciendo retórica con tu nombre / así como la prensa hizo crónica roja / con tus venas cortadas en el baño…”.

En este poeta percibe una profunda repulsa a toda hipocresía o impostación: lo suyo es ir de frente, con “su” verdad, la cual muchas veces coincide con la Verdad. Y aunque casi siempre escribe sobre lo que atañe a lo interior del hombre, a esa intimidad que va desde el amor hasta la crítica al postureo de ciertos poetas que buscan vanos reconocimientos de críticos mediocres o instituciones que amañan sus premio; también tiene algún poema sobre el paisaje.

Pero este paisaje, coincidentemente, tiene a Dios también presente:

CHILOÉ
Serenidad del cielo
al atardecer:
como si Dios meditara
bajando los párpados.

PRECIOSO INSTANTE
Llanos Melussa es psicólogo y poeta, y ejerce la docencia en Psicología de la Comunicación y de la Creatividad en Santiago. Ha publicado “Contradiccionario” (Santiago, 1983), publicación que contiene tres poemarios:Textos y pretextos, Eros/iones y Pasábamos por aquí.Partes de ese libro han obtenido el Primer Premio en varios certámenes de poesía: Ariel (1978), Concurso Nacional de Literatura Juvenil (1978) o Premio Gabriela Mistral (1979), entre otros.

Tiene parcialmente publicadoDisidencia en la tierra y conserva inéditoComo un brasero que se extingue en la llovizna(Premio “Pedro de Oña” 1990) y otros poemarios. En el año 2003 publicó “Antología presunta”, publicada por el Fondo de Cultura Económica.

Aquí les dejo con siete versos memorables de este destacado poeta chileno:

INSTANTE
Abro la Santa Biblia y aparece Jesús en la montaña.
Acudo emocionado a beber Su sermón.
La tarde resbala como lágrima azul.
De pronto un polvo antiguo
me cubre la mirada al volverla hacia mí,
y quedo inmóvil, en silencio,
aspirando una brisa de montaña.