Esta semana me he encontrado con una sorpresa revisando noticias de las que me interesan: el Gobierno de Rajoy en octubre de 2012 aseguró que todos los judíos que acreditasen su condición de sefarditas por su ascendencia podrían acceder a la nacionalidad española automáticamente. ¡Eso tiene mucha trascendencia espiritual!
Efectivamente, que la máxima autoridad de la nación abra la puerta a los descendientes de aquellos judíos que en 1492 fueron expulsados representa restauración y bendición para España. En el acto, que se llevó a cabo en la Casa Sefarad-Israel, con los ministros de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón, y de Exteriores, José Manuel García-Margallo, se abría la puerta al retorno de judíos se encuentren donde se encuentren.
El presidente de la Federación de las Comunidades Judías, Isaac Querub, dijo que "al igual que el 31 de marzo de 1492, fecha de la firma del edicto de expulsión de los judíos de Castilla y Aragón, fue, un día de tinieblas y oscuridad, la disposición legal de retorno anunciada hoy hará que esta jornada pase a la historia como un día de cielo azul claro e intensa luminosidad para España".
Creo que esta decisión del Gobierno abre los cielos para que el Señor pueda tener misericordia de nuestra tierra, con la misma intensidad en la que los cielos fueron cerrados por ese maltrato a los judíos en el año 1492.
Sin embargo, a fecha de hoy, la norma no se ha desarrollado. Las cosas de palacio van despacio, lo sabemos... pero unas más que otras. Según explican desde la Federación de Comunidades Judías de España (FCJE), “la realidad, hoy es que el proceso está en fase de estudio en el Ministerio de Justicia” y, de momento, “nadie puede optar a la nacionalidad por esta vía rápida porque no está desarrollado el método”. Solo hay 5.000 solicitantes de nacionalidad por esta vía a la espera de que el Gobierno concrete esta propuesta para convertirse en españoles.
De concretarse la medida viejas heridas y afrentas históricas pueden ser sanadas. No pensemos que con el paso del tiempo los pecados y atropellos de los hombres caen en el olvido y ya no son un condicionante para la felicidad. No es así. Dios tiene memoria. Las víctimas también. Y es necesario el arrepentimiento y la restitución para que venga una sanidad al daño causado. (Dios me dio un mensaje sobre esto: Dios tiene memoria histórica)
Pero hay algo más en cuanto a los judíos sefarditas que es muy llamativo: según un estudio, es muy probable que todos los judíos actuales cumplan ese requisito. Joshua Weitz, investigador del Instituto Tecnológico de Georgia, trata de demostrar que la medida del Gobierno español aplicaría más bien a la gran mayoría de los judíos. La conclusión la alcanzó Weitz aplicando al caso judío un modelo de dinámica genealógica que indica que, incluso con estimaciones conservadoras, casi todos los judíos actuales llevarían al menos algunas gotas de sangre de los expulsados en 1492. El modelo muestra que, pese a esa clara preferencia por casarse con personas del grupo propio y a que los judíos de origen ibérico son una minoría, solo son necesarias 15 generaciones para que todos los individuos tengan al menos un vínculo directo con un sefardita en la generación inicial.
Con este criterio concuerda Susana Manrubia, Investigadora del Centro de Astrobiología (CSIC-INTA), quien asegura que «Con la estadística en la mano, seguro que los judíos de hoy tienen un ancestro entre los expulsados». De hecho, Manrubia considera que también es muy probable que todos los españoles contemos en nuestro árbol genealógico con alguno de los judíos de hace cinco siglos que, en lugar de partir al exilio, decidieron convertirse al cristianismo.
Me parece algo tremendo pensar que casi todos los judíos podrían tener nacionalidad española, y que todos los españoles pueden tener ascendencia judía. Parece que España y la nación de Israel tienen un vínculo muy poderoso, y eso me gusta y me lleva a otras conclusiones.
Cuando pienso en que todos los judíos actuales, o la mayoría, descienden de los sefarditas. Y que los españoles de hoy día tenemos sangre judía (aunque sea unas gotas y mezclada con la de otros pueblos que han habitado en la Península)
me convenzo de que Dios tiene un propósito especial con España. Tengo una percepción espiritual que se repite una y otra vez en mi interior: España ocupa un lugar central en los planes de Dios de cara a la restauración de todas las cosas y el avivamiento final que precederá a la 2ª Venida de Cristo. Pablo quería venir a España (Romanos 15:24 y 28) a traer el evangelio puro de los primeros siglos del cristianismo, y en los últimos tiempos de nuestra Era el Espíritu Santo cumplirá este deseo y logrará que en España se levante un pueblo que sea el verdadero Israel (circuncidado en el corazón por el Espíritu).
Para que ese mover, que ya comenzó en nuestro país, se concrete será imprescindible que nos reconciliemos con Dios y con nuestra historia, restituyendo mucho del daño que hemos infringido a diferentes pueblos, entre otros (y de forma sobresaliente) al pueblo judío. Oremos y apoyemos leyes como la que está en trámites para dar la nacionalidad a todos los descendientes de sefarditas.
Que esta medida, señores Rajoy y Gallardón, vea la luz. Es una ley que nos bendecirá y que contrarrestará otras que están acarreando juicio de Dios a España.
Se lo ruega un español que es israelita (al menos en el espíritu).
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