No ha habido desde entonces revolución de hombres que no haya marchado al compás de sus vibrantes tolones y tilines: los santos y cabezas redondas de Cromwell, los minutemen y patriotas de Norteamérica, los sansculottes de Francia, los llaneros y chinacos de Hispano América, y los liberales, los socialistas, comunistas y anarquistas de ayer y hoy, todos sin excepción, han desfilado y desfilan rumbo al horizonte impreciso de la libertad acompañados, como en la Obertura 1812, de un voltear de bronces indescriptible: frente al espíritu autoritario del catolicismo, el espíritu de libertad encarnado y defendido por el protestantismo sembraba la simiente de todas las revoluciones modernas.
[1] J.A. Ortega y Medina
A sólo cuatro años de distancia para las celebraciones de los 500 años del inicio de la Reforma religiosa luterana resulta especialmente llamativo que este año coincidieran dos fechas cuya relación nos proponemos explicar en esta serie de artículos: primero, que en 2013 se cumplieron 450 años de la publicación del Catecismo de Heidelberg, Enseñanza de la doctrina cristiana, uno de los monumentos doctrinales de la tradición reformada surgido, paradójicamente, en el país natal de Lutero, y en una ciudad donde éste presentó sus tesis reformistas; y segundo, los 100 años del nacimiento de uno de los estudiosos más perspicaces, pero poco conocidos, de la Reforma Protestante en su vertiente conocida como “magisterial” o “clásica”: Juan A. Ortega y Medina, malagueño de nacimiento, pero mexicano por adopción, quien falleciera en la capital azteca en julio de 1992, luego de una fecunda carrera como profesor de la UNAM, y en la que fue discípulo de Edmundo O’Gorman.
Durante todo el año, dentro y fuera de Alemania se han sucedido diversos eventos encaminados a destacar la importancia del catecismo, encargado por el príncipe elector Federico III, del Palatinado, a Zacarías Ursino y Gaspar Oleviano, profesores de teología de la Universidad de Heidelberg, a fines de 1562.
[2]
Uno de los más completos sitios de internet al respecto es el promovido por el Seminario Teológico Reformado Canadiense, que bajo el título
“Un sumario sin edad del consuelo interminable”, abarca todos los aspectos imaginables relacionados con el documento: historia, origen, autoría, tópicos, sermones, etcétera. Por su parte, para conmemorar el Domingo de la Reforma, la Comunión Mundial de Iglesias Reformadas (CMIR) dio a conocer
Compartiendo la fe. Catecismo de Heidelberg, 1563-2013, un cuadernillo de 40 páginas que incluye un estudio sobre su contexto histórico y teológico, además de otros materiales bíblicos y litúrgicos.
[3]El estudio en cuestión destaca el énfasis del catecismo en el consuelo divino, a partir de la famosa respuesta a la primera pregunta (“¿Cuál es tu único consuelo tanto en la vida como en la muerte?”):
Que yo, con cuerpo y alma, tanto en la vida como en la muerte, no me pertenezco a mí mismo, sino a mi fiel Salvador Jesucristo, que me libró del poder del diablo, satisfaciendo enteramente con preciosa sangre por todos mis pecados, y me guarda de tal manera que sin la voluntad de mi Padre celestial ni un solo cabello de mi cabeza puede caer antes es necesario que todas las cosas sirvan para mi salvación. Por eso también me asegura, por su Espíritu Santo, la vida eterna y me hace pronto y aparejado para vivir en adelante según su santa voluntad.
[4]
El 12 de agosto pasado, el Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM presentó el primer tomo de las obras de Ortega y Medina (Europa moderna), de un total anunciado de siete, en edición de María Cristina González Ortiz y Alicia Mayer, constituido por dos obras:
Reforma y modernidad, tesis de Maestría en Historia defendida en 1952, pero inédita hasta 1999,
El conflicto anglo-español por el dominio oceánico. Siglos XVI y XVII (UNAM, 1981), así como unas líneas autobiográficas, y un par de ensayos entre los que sobresale “Lutero y su contribución a la modernidad”
.
En el primero, este autor, profundo conocedor de la Reforma y la Contrarreforma, analiza incisivamente los entretelones de la Reforma luterana y calvinista, además de su trasfondo en España, Alemania e Inglaterra.
Un vistazo al contenido bastará para que, en este primer acercamiento, los lectores/as aprecien la magnitud del trabajo de Ortega y Medina:
1. Los obligados antecedentes históricos
El desvío de la misión providencial
La idea imperial de Carlos V
2. Proyección y trascendencia histórica de la Reforma
El dogma de Lutero
El dogma de Calvino
La Reforma y el capitalismo
Reforma, revolución y modernidad
La Reforma y las ideas económicas tradicionales
Luego de detallar la situación en España y Alemania, y al exponer el tema luterano de la justificación por la fe, el autor se refiere al Catecismo de Heildeberg, pues cita la pregunta 60 del mismo:
Aunque mi conciencia no reprocha el haber pecado gravemente contra los mandamientos de Dios y me reconviene por no haber guardado ni tan siquiera uno solo, y me echa en cara continuamente mi inclinación al mal. Dios, sin ningún mérito de mi parte y por su pura gracia, me confiere y me imputa, sin embargo, la satisfacción cabal de Jesucristo, su justicia y santidad, como si yo no hubiera nunca pecado y como si no hubiese realizado el acto de desobediencia que me fue impuesto; a condición tan sólo de que aceptase dicho beneficio con un corazón creyente.
[5]
Como muestra de la argumentación histórica, ideológica y cultural que desarrolla a lo largo de la obra, y en la que discute intensamente las diferencias entre catolicismo y protestantismo, sin simpatizar necesariamente con este último, presentamos esta cita, que nos servirá como base para acompañarlo minuciosamente en su periplo analítico:
El católico posee la libertad trascendental, pero es esclavo del mundo. […] Hay pues, un desequilibrio entre el ideal a que se aspira y las exigencias que la realidad impone. El calvinista, por contra, es esclavo de la trascendentalidad, pero vive en el mundo: y gracias a su vivir intramundano y activo puede manumitirse del yugo predestinatorio. [...] De parecida manera bien pudiera el protestantismo haber hecho del hombre un siervo de la allendidad, pero un amo y señor de la aquendidad.
[6]
Como se ve, su caracterización teológica y doctrinal no evade algunos aspectos que podrían calificarse de “metafísicos”, pues su revisión de los diversos aspectos religiosos de ambas tradiciones es apasionada y sugerente.
Integrante del exilio español (llegó a México en 1941), Ortega y Medina forjó una obra que merece mucha mayor atención de la que ha recibido, a ambos lados del Atlántico, especialmente en lo que atañe a los conflictos socio-políticos entre España y los países anglosajones, además de la importancia de la Reforma Protestante en la construcción y consolidación de la modernidad, todo ello plasmado en obras como
Destino manifiesto. Sus razones históricas y su raíz teológica (1972) y
La evangelización puritana en Norteamérica (1976).
Él mismo se refirió a la aportación de los historiadores españoles que se quedaron en México en un texto memorable.
[7]
[1]J.A. Ortega y Medina,
Reforma y modernidad. Ed. de Alicia Mayer. México, Instituto de Investigaciones Históricas/UNAM, 1999 (Historia general, 19), pp. 142-143.
[3]El cuadernillo se puede descargar en:
http://wcrc.ch/wp-content/uploads/2013/08/Reformation-Sunday-Brochure-2013-Spanish.pdf.El autor del estudio mencionado es el profesor Lyle D. Bierma, del Seminario Calvino (Grand Rapids, Michigan), quien antes ha publicado
The covenant theology of Caspar Olevianus (1996; 2ª ed., 2005),
The doctrine of the sacraments in the Heidelberg Catechism (1999),
An introduction to the Heidelberg Catechism.
Sources, history, and theology (2005). Y, este mismo año:
The theology of the Heidelberg Catechism. A Reformation synthesis.
[4]Catecismo de Heildelberg. Enseñanza de la doctrina criastiana. 4ª ed. Rijskwijk (Países Bajos), Fundación Editorial de Literatura Reformada, 1993, p. 13,
www.felire.com/descargas%20pdf/catecismo%20de%20heidelberg.pdf. No se han incluido las citas bíblicas. Recientemente, ha aparecido el volumen
Símbolos doctrinales de la iglesia. Credos, confesiones y catecismos de la Iglesia Nacional Presbiteriana de México (Publicaciones El Faro, junio de 2013, 606 pp.), una mala copia del
Libro de Confesiones de la Iglesia Presbiteriana de Estados Unidos (2004, comité a cargo de la traducción al español: M.I. de García, C. Arrastía, J. Garza, y J.L. Velazco M.,
www.pcusa.org/media/uploads/curriculum/pdf/confessions-spanish.pdf),puesto que la mayor parte de las introducciones a los documentos fue tomada de sitios de internet, con lo que el trabajo del Ministerio de Educación deja mucho que desear, una vez más, puesto que, en el colmo del pésimo trabajo editorial (que deja pasar una errata como “Catesismo”, p. 585) y renuncia a hacer el trabajo que le ha sido encomendado, incluye como prólogo un texto de Óscar Hernández Juárez, anciano de iglesia y empleado de larga trayectoria de El Faro. Además, a diferencia del
Libro de Confesiones y sin explicación alguna, se excluyó del volumen la
Declaración de Barmen (1934), documento fundamental de las iglesias reformadas del siglo XX, y se incluyen tres páginas dedicadas a la
Institución de la Religión Cristiana, de Juan Calvino, como muestra de otra falla teológica más.
[5]J.A. Ortega y Medina,
op. cit., pp. 90-91. El autor no consigna la edición del catecismo que consultó.
[6]J.A. Ortega y Medina,
op. cit., p. 160, nota 181.
[7]J.A. Ortega y Medina, “La aportación de los historiadores españoles trasterrados a la historiografía mexicana”, en
Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México, UNAM, vol. 10, 1986, pp. 255-279,
www.historicas.unam.mx/moderna/ehmc/fichas/f131.html. Cf. M.C. González Ortiz,
Juan A. Ortega y Medina: entre Andrenios y Robinsones. México, Instituto Nacional de Antropología e Historia-UNAM, 2004.
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