El autor del libro reúne varias cualidades que le posibilitaron hacer la investigación publicada. Alan John Schreuder, conocido entre los tzotziles evangélicos como Alonso, llegó a Los Altos de Chiapas, junto con su esposa Susana, en 1980. Llegaron para trabajar como misioneros entre los tzotziles, particularmente para desarrollar tareas evangelísticas y educativas. Los Schreuder continúan en Chiapas auspiciados, como desde su llegada, por un convenio establecido entre la Iglesia reformada en América y la Iglesia nacional presbiteriana de México.
Además de tener casi tres décadas y media en Los Altos de Chiapas, Alonso en ese tiempo ha llegado a ser un conocedor de la lengua tzotzil. Ejemplo de esto es que fue el responsable del tramo final del proceso de traducción de la Biblia al tzotzil de Chamula. Su habla de la lengua tzotzil, en la variante manejada en Chamula, le posibilitó entrevistar a quienes fueron protagonistas y testigos de hechos sucedidos en la década de los años sesentas del siglo pasado, años en los que se sentaron las bases de la Iglesia evangélica en el municipio de Chamula.
En una reciente visita a San Cristóbal de Las Casas y los pueblos indígenas cercanos a la antigua capital de Chiapas, tuve una fructífera conversación con Alonso. Le conozco hace casi década y media, y desde entonces en sucesivos encuentros me ha dado datos y sus opiniones acerca del estado de las iglesias evangélicas en Los Altos, y particularmente en la región de habla tzotzil. También he disfrutado de su amistad, y una muestra de la misma me la expresó al obsequiarme
un ejemplar traducido al castellano de la que originalmente fue su tesis de maestría en el Seminario Fuller, de Pasadena, California, en Estados Unidos. En su momento yo leí esa tesis e hice citas de ella en algunos de mis escritos.
En el primer capítulo de Una breve historia del crecimiento inicial de la Iglesia Chamula, el autor hace una descripción socio histórica y cultural del territorio tzotzil, sus características lingüísticas, étnicas, económicas y sociológicas.
El capítulo segundo está dedicado a una breve reseña histórica del pueblo tzotzil a partir de la llegada de los conquistadores españoles. Sigue con casos de resistencia de los tzotziles durante los tres siglos de Colonia española. El dominio violento y marginación de los indios alteños no terminó con el fin del control español, sino que tuvo continuidad, muestra Schreuder, con los sucesivos regímenes nacionales que dirigieron al país a partir de la Independencia.
La materia del capítulo tercero lo compone el análisis de los primeros intentos católicos en el siglo XVI por cristianizar a los indígenas tzotziles. Después Alonso Schreuder se detiene en lo que denomina “intentos modernos de los católicos romanos” por evangelizar a los chamulas y otros poblados tzotziles. Dichos intentos fueron canalizados a partir de 1966 por las líneas pastorales impulsadas durante el obispado de Samuel Ruiz García. En esta misma sección inicia la narración de los esfuerzos protestantes por asentarse en el territorio de los indígenas chamulas.
Es cierto que hubo intentos de actores exógenos evangélicos por diseminar sus creencias entre los chamulas. Alonso menciona el trabajo inicial de los traductores de porciones de la Biblia (sobre todo el Evangelio de Marcos), Ken Jacobs y su esposa Elaine, que llegaron a Chiapas en 1953. Los Jacobs alquilaron un “viejo casco de rancho en Mitzitón, un área donde vivía un pequeño grupo de chamulas” (p. 40). También algo trataron de hacer entre los chamulas integrantes de la Iglesia presbiteriana El Divino Salvador localizada en San Cristóbal de Las Casas.
Los intentos externos fueron más fructíferos a partir de que Domingo Nachij, ayudante de Ken Jacobs en el aprendizaje del tzotzil, conoce en la escuela para indígenas a Cristóbal Trujillo (indígena chol), quier era presbiteriano. Después de varias invitaciones de Trujillo para asistir a la Iglesia presbiteriana El Divino Salvador, Domingo Nachij acepta ir a un culto en el mencionado lugar. Tras dos años de leer la Biblia, Nachij “decidió finalmente creer en Jesucristo como Señor y Salvador” (p. 42). Esto fue en 1962.
Después de su conversión, Domingo Nachij esperó el que consideraba el mejor momento para compartir entre sus familiares y conocidos la nueva fe que había adquirido. Lo hizo con su esposa y su cuñado, Miguel Gómez Hernández. Éste estaba casado con la hermana mayor de Domingo Nachij.
La conversión de Miguel Gómez Hernández tuvo lugar en 1963, y significaría un momento importante para la naciente Iglesia evangélica entre los chamulas porque el también conocido como Miguel Caxlán sería un líder muy importante en el movimiento, hasta su violenta muerte a manos de su perseguidores (católicos tradicionalistas) el verano de 1981. Alonso Schreuder estuvo en el cortejo fúnebre que acompañó el cuerpo de Caxlán.
Los siguientes capítulos del libro dan cuenta de cómo la diseminación, arraigo y crecimiento de las congregaciones evangélicas chamulas fueron resultado de los trabajos de los propios creyentes indígenas. En este sentido podemos caracterizar al anterior proceso como un movimiento popular, en el que personas sencillas comunicaron a otras como ellas el mensaje evangélico. Con esto queda demostrado que no fue mediante misioneros extranjeros y/o nacionales que se asentó el cristianismo evangélico entre los tzotziles.
Alonso Schreuder documenta bien tanto la continuidad cultural como los cambios culturales provocados por el cambio religioso del tradicionalismo al cristianismo evangélico. Antes que ser un enemigo de la identidad indígena, tal y como la entienden antropólogos esencialistas, el protestantismo en tierras tzotziles, particularmente chamulas, ha reconfigurado y potenciado esa identidad. El tzotzil, lengua que no tenía expresión escrita, ha sido potenciado por el trabajo de lingüistas y colaboradores indígenas que produjeron la traducción de la Biblia a tal idioma.
El volumen da cuenta de los obstáculos que debieron enfrentar los creyentes evangélicos indígenas para hacerse de un espacio simbólico y físico en tierras chamulas. Su gesta incluye periodos de persecuciones extremadamente violentas por parte de chamulas católicos tradicionalistas. Miles de expulsados, sin posibilidades de regresar a sus comunidades de origen, debieron construir colonias nuevas en condiciones muy adversas. Fueron los casos de la primera de ellas, La Nueva Esperanza, en los márgenes de San Cristóbal de Las Casas, y de la segunda, Betania, en el vecino municipio de Teopisca. Les siguieron decenas en distintos lugares de Los Altos de Chiapas.
Comprometido en su trabajo ministerial con la Iglesia presbiteriana, Alonso Schreuder no se limita a estudiar en su libro a esta expresión eclesiástica, sino que también aporta información sobre los adventistas del Séptimo Día y de las distintas iglesias pentecostales.
El libro de Alonso Schreuder es de consulta necesaria para conocer la lid de los indígenas evangélicos por arraigarse en Chamula. Una lid en la que ellos y ellas han sido quienes gestaron una nueva identidad y tuvieron la disposición a pagar altos costos personales y comunitarios.
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