La antepasada semana comenté en Protestante Digital el formidable libro Cervantes y las religiones. No me di por contento con un solo artículo. La obra, que incluye las ponencias en torno al Quijote presentadas en la Universidad Hebrea de Jerusalén por 39 especialistas llegados a la vieja ciudad de distintos países, da para escribir todo lo que se quiera de ella.
Los primeros capítulos juzgan las figuras de Cervantes y de Don Quijote desde distintas perspectivas religiosas: católica, islámica, judía y protestante.
Y es aquí donde surge el dilema.
¿Fue Cervantes católico? ¿Fue islámico? ¿Fue judío? ¿Fue protestante?
Nada nuevo escribo al recordar que todos los grandes libros se prestan a la acaparación ideológica. ¿Cuántas interpretaciones se han dado a un mismo capítulo de la BIBLIA? ¿Cuántos aspectos del amor se han dibujado en EL BANQUETE de Platón? ¿Cuántas coincidencias y contradicciones se han escrito sobre LAS MIL Y UNA NOCHES?
Ya lo dijo Campoamor en su fábula LAS DOS LINTERNAS:
Nada es verdad ni es mentira;
todo es según el color
del cristal con que se mira.
Con los colores de sus cristales empañados y descoloridos ven la gran figura de Cervantes católicos, islámicos, judíos y protestantes.
A eso voy.
CERVANTES CATÓLICO
Cuando
Pedro Rueda Contreras publica en 1959 su libro LOS VALORES RELIGIOSOS –FILOSÓFICOS EN EL QUIJOTE, hace grandes esfuerzos de crítica literaria obsesionado por establecer el catolicismo de Cervantes. Y lo consigue. O eso creyó él. Concluyendo el capítulo XVIII sobre las ideas religiosas de Cervantes, dice que “los sentimientos nobles y generosos de Cervantes (fueron) acompañados siempre de una religiosidad en consonancia con las normas derivadas de la Contrarreforma y de una sumisión a la Santa Iglesia Católica Romana”.
En CERVANTES Y LAS RELIGIONES
Antonio Regalado confirma que “la fe de la que hace gala Cervantes en su vida y en sus obras delata una fidelidad sin fisuras a la doctrina de la Iglesia católica”. La catalana María
Dolores Esteva de Llobet une su pensamiento al de Regalado. Según ella, Cervantes pudo haber leído el catecismo LUZ DEL ALMA CRISTIANA “o cualquier otro catecismo contemporáneo y, en suma, síntesis de la labor pastoral ejercida por la Iglesia (católica) en esta época del Concilio de Trento… Así, pues, dentro de los límites de lo coherente cabe mi suposición de que la estética religiosa de Cervantes….asume los principios morales de la Iglesia católica en la época del Concilio de Trento”.
Ya tenemos a Cervantes católico.
CERVANTES ISLÁMICO
Los cuatro autores que escriben sobre Cervantes y el Islam en CERVANTES Y LAS RELIGIONES realizan esfuerzos superiores por llevar el agua a sus molinos.
Adriana Arriaga de Lasel,al referirse al tema musulmán en el Quijote, se escuda en Alberto Sánchez para asegurar que el autor del Quijote “estaba impregnado de cultura musulmana”. Para
Luce López- Baralt, Cide Hamete Benengeli “alaba a Dios en la lengua coránica y tiene conocimiento de los protocolos escriturarios de un musulmán tradicional”.
Esta autora llega al colmo de lo imposible cuando, antes de concluir su ponencia, dice o copia esta frase disparatada: “Nuestro cronista es, de otra parte, un musulmán pío”. ¿Alude a Cervantes o a Cide Hamete? Quien no disparata, sino que afirma, es otra mujer,
Lola Moreno. Se ampara en el teólogo Antonio Medina y escribe: “En Cervantes y el Islam ofrece las claves para descifrar su tesis de que el Quijote es la mejor introducción al Corán y al Islam que se haya escrito nunca en castellano”.
El cielo me libre de dejar a nadie por embustero, pero yo he nacido y crecido en un país musulmán, he leído el Corán y el Quijote más de una vez, y ni en el uno ni en el otro percibo lo que afirma Medina y acepta Lola Moreno.
Ya tenemos a Cervantes islámico.
CERVANTES JUDÍO
La idea de que Cervantes fue judío convertido a la religión católica, judío converso, empezó a propagarse incluso antes de que el ilustre manco naciera. El periodista
Oscar Herradón Ameal lo asegura con una firmeza que no resiste el análisis histórico en su libro de 2005, EL SECRETO JUDÍO DE CERVANTES. El judaísmo de Cervantes ya fue tratado con amplitud, pero sin documentación suficiente, por el filólogo y ensayista
Américo Castro en su fundamental monografía de 1925 EL PENSAMIENTO DE CERVANTES.
Quienes escriben sobre Cervantes y el judaísmo en LAS RELIGIONES DE CERVANTES respaldan lo que otros han dicho sobre Cervantes judío. Les conviene. No se comprometen. Buscan cobertura literaria.
Luis Landa, autor del libro CERVANTES Y LOS JUDIOS, publicado en hebreo por la Universidad Ben Gurión de Jerusalén, cita una adaptación del Quijote escrita en hebreo por el rumano de origen judío Nachman Fraenkel. Aquí, Dulcinea pasa a llamarse Nahomi, Sancho Panza Ioná (Jonás), Don Quijote Ovinóam. “No es sólo un acto de judaización- explica Landa-, sino también una forma de interpretar el Quijote. Según Fraenkel, don Quijote –Avinóam- era un caballero hebreo del linaje de David.
Hay más. En la ponencia expuesta en el Congreso e insertada íntegra en el tomo, escrita por el autor hebreo
Galit Hasan-Rokem, se insiste en que los famosos refranes de Don Quijote provienen “de las diferentes lenguas de los múltiples grupos étnicos de Israel”.
Ya tenemos a Cervantes judío.
CERVANTES PROTESTANTE
Boquiabierto quedé el día que recibí –incluso dedicado- el libro DON QUIJOTE PROTESTANTE, escrito por
Ramón Vallés Casamayor, 78 años, valenciano, convertido, según cuenta, del ateísmo a la fe evangélica. Mi antiguo y querido amigo Antonio Villegas, Anciano en una Asamblea de Hermanos, empresario de la construcción, quien sufragó la publicación de la obra, dice en el prólogo que Ramón Vallés ha descubierto en la obra cervantina una verdad que hasta hoy no era comprendida, estaba callada. ¡Por Dios, Antonio!, ¿Ha consultado Vallés la inmensa bibliografía que existe de la novela cervantina? Más de mil libros en todos los idiomas se han escrito en torno al Quijote, casi todos ellos por sabios especialistas en la invención quijotesca.
A nadie en sus casillas se le ha ocurrido decir que el Caballero de la Alegre Figura practicaba la fe protestante.
El posible conocimiento que pudo tener Cervantes del Protestantismo lo tratan con seriedad, documentación y rigor científico el ilustre intelectual evangélico y profesor universitario David Estrada Herrero, y Juan Manuel Villanueva Fernández.
Ambos autores escriben sobre un tema ampliamente tratado por investigadores que analizan en profundidad las andanzas de Cervantes:
la influencia que pudo tener y tuvo del célebre humanista neerlandés Erasmo de Rotterdam, cuyo verdadero nombre era Geert Geertsz. Nacido en 1469 y muerto en 1536, estuvo muy vinculado a los principios de la Reforma, cuyo origen se establece en octubre de 1517, cuando Martín Lutero fija en la puerta de la iglesia del castillo de Wittenberg sus 95 tesis redactadas en latín.
En su libro EL ERASMISMO ESPAÑOL, el que fuera catedrático de Historia de la Filosofía en la Universidad Complutense de Madrid,
José Luis Abellán, llega a decir que “si España no hubiera pasado por el erasmismo, no nos habría dado El Quijote. No olvidemos que El Quijote es la Biblia española” (pág. 266). Otra cita semejante a la anterior, ésta de
Américo Castro en el ya citado EL PENSAMIENTO DE CERVANTES: “sin Erasmo, Cervantes no habría sido como fue”.
Todo esto lleva a Estrada a decir que “la tesis de una influencia luterana sobre Cervantes no carece de justificada verosimilitud”.
Cervantes protestante.
Concluyo: ¿Cervantes católico? ¿Cervantes islámico? ¿Cervantes judío? ¿Cervantes protestante?
Años de lecturas del Quijote y sobre el Quijote me han llevado a creer, sin la más mínima duda, que Cervantes fue un hombre espiritual, creyente en Dios. Leyó y asimiló la Biblia en profundidad, como lo demostré en mi libro LA BIBLIA EN EL QUIJOTE, donde documento más de 300 citas y referencias del libro sagrado en ambas partes del Quijote.
Dicho esto, añado que a Cervantes no se le puede encasillar en una determinada religión. Practicante no lo fue de ninguna. Esto llevó a decir a Américo Castro en el libro varias veces citado que “Cervantes es un hábil hipócrita, y ha de ser leído e interpretado con reserva en asuntos que afecten a la religión”. Falso. El gran cervantista Luis Astrana Marín, al redactar un ESTUDIO CRÍTICO A LA EDICIÓN IV CENTENARIO DEL QUIJOTE, refutó las peregrinas ideas de Américo Castro y estableció que “ni en su vida ni en su obra se descubre la menor hipocresía en Cervantes”.
Ocurre con Cervantes lo mismo que ocurre con intelectuales de su talla, que resulta difícil encuadrarlos en una creencia o increencia determinada. Hay que atarlos corto, porque se nos escapan. Como se nos escapaba Unamuno: aquí creen y allí niegan. En unos textos se arrodillan ante Dios y en otros se alzan soberbios contra la majestad divina. Ora son creyentes ora son ateos.
Una cosa está clara, probada, documentada, justificada, firme sin duda alguna. Miguel de Cervantes Saavedra creía en Dios, amaba a Dios. En el prólogo a la primera parte del Quijote llama a la Biblia por tres veces “Divina Escritura”. Y en el primer capítulo de la segunda parte afirma que “la Santa Biblia no puede faltar un átomo en la verdad”.
¿Es este el lenguaje de un hipócrita, como aventuró Américo Castro, o la convicción interiorizada de un creyente en la revelación divina? Creyente sin más, sin apellidos religiosos.
Si quieres comentar o