En la Introducción a esta corta serie planteábamos varias preguntas al lector (1) y proponíamos revisar la doble realidad que hace a la vida de fe del genuino cristiano:
a) Que solo Jesucristo da verdadero sentido a la historia del hombre en el planeta.
b) Que la vida y obra total de Cristo aportan una visión escatológica que es única, perdurable e inmodificable.
Trascendiendo los límites de nuestro espacio temporal Su Revelación escrita permite ver, hacia atrás y hacia delante, que los hechos del pasado, de hoy y de mañana no hacen más que dar cumplimiento al eterno Propósito de Dios.
Tanto los primeros como los últimos tiempos pertenecen al Creador que diseñó Su obra perfecta para ser disfrutada.
Recomiendo leer el capítulo 24 de San Mateo y, luego, volver a plantearnos aquellas mismas preguntas:
¿Qué es lo que se cumplió de todo lo profetizado por el Señor? ¿Cuándo y de qué manera?
¿Qué es lo que se está cumpliendo en nuestros días de esas profecías?
¿Qué habrá de ocurrir de aquí en más? ¿Podemos calcular las fechas? Finalmente:
¿Cuál es para nosotros, hoy día, la más importante de todas las enseñanzas del Señor en este capítulo?
Ya vimos lo atinente a la destrucción del templo de los judíos, profecía de Jesucristo cumplida en el 70, es decir 39 años después de ser verbalizada. Ahora bien, no podemos dejar de mencionar los ingentes esfuerzos que realiza el Estado de Israel para reconstruir la tercera versión del templo basándose en las profecías mesiánicas del AT. Con ese fin Israel está efectuando una salvaje ‘limpieza étnica’ de árabes palestinos que aún viven y adoran en el mismo sitio
(2). Por su fuerte carácter político, no entraremos aquí en este tema; no obstante, sugiero verificar cuál sea el sustento de posiciones radicales a favor de esas acciones. Los cristianos deberíamos apartar tiempo para saber la verdad sobre el sionismo y sus prácticas genocidas excusándose en que las profecías del AT deben cumplirse
(3).
ACONTECIMIENTOS PREVIOS A LA DESTRUCCIÓN DE JERUSALÉN
Para no estar en ascuas respecto del futuro los discípulos querían saber fechas; por lo tanto pidieron alguna indicación que les ayudara a conocer mejor lo que Jesucristo les estaba enseñando:
“Dinos, ¿cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del siglo?”(4)
A esa triple consulta Jesús responde no dándoles día ni hora; en lugar de ello les declara:
“Pero del día y la hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino sólo mi Padre” (5).
Conocemos de muchos que ignoraron esta declaración y se involucraron en distintas teorías que fijaban un día para el fin del mundo. Cuando quedó en evidencia su error no faltó quien insistiera con otros ardides
(6).
Mientras otros siguen fabulando con fechas, nosotros investiguemos qué relación hay entre las palabras de Jesús y lo que ocurrió, efectivamente, en Jerusalén. Lo haremos recurriendo a lo que registraron los cuatro evangelistas, por una parte; y también los historiadores seculares, por la otra. Las fechas consignadas en cada caso no podemos expresarlas con el calendario gregoriano, pues este comenzó a ser utilizado en Occidente recién a partir de 1582. Lo hacemos con el anterior, denominado ‘juliano’, que era el empleado en los días de Jesús y sus discípulos
(7).
EL REGISTRO NOVOTESTAMENTARIO (AÑOS 29 A 67)
PERÍODO DEL MINISTERIO TERRENAL DE JESÚS (29-31)
En los años que Jesús compartió sus enseñanzas y milagros con el pueblo el maligno y los religiosos tradicionalistas intentaron, vanamente, anticipar su muerte y con ella abortar la obra de la redención. El diablo llevó a Jesús al pináculo del templo en Jerusalén y lo tentó a arrojarse al vacío para que revelase su identidad; y los líderes religiosos iban donde estuviese para acusarle de algo y deshacerse de él
(8). Entre sus enseñanzas Jesús mandó a sus seguidores a no jurar, una arraigada costumbre que incluía el juramento por Jerusalén, la ‘ciudad de paz’
(9).
Llegó el día en que Jesús anuncia a sus discípulos que era necesario ir a Jerusalén pues la hora de su muerte estaba cercana
(10). Entonces, Jesús entra en Jerusalén y profetiza todo lo que habría de ocurrir en lo inmediato y a futuro, incluyendo la destrucción de la ciudad
(11). ¿Quién no escuchó el lamento de Jesús sobre ella?
"¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que son enviados a ti! ¡Cuántas veces quise juntar tus hijos, como la gallina junta sus pollos debajo de las alas, y no quisiste!"
“Y cuando llegó cerca de la ciudad, al verla, lloró sobre ella, diciendo: ¡Oh, si también tú conocieses, a lo menos en este tu día, lo que es para tu paz! Mas ahora está encubierto de tus ojos. Porque vendrán días sobre ti, cuando tus enemigos te rodearán con vallado, y te sitiarán, y por todas partes te estrecharán, y te derribarán a tierra, y a tus hijos dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, por cuanto no conociste el tiempo de tu visitación.” (12)
La escena conmueve porque muestra a Jesús llorando por la ciudad amada. El enviado de Dios llora por el fatal destino de los millares de Jerusalén, por la ceguedad y por la dureza de corazón de aquellos a quienes él viniera a bendecir y salvar.
La crucifixión, resurrección, apariciones diversas del Señor resucitado y su posterior ascensión, y la llegada del Espíritu Santo - todos estos hechos comprobados - ocurrieron en las siete semanas que van del Pésaj (Pascua judía que se celebra el décimo día del primer mes o Nisán
(13)) y Pentecostés (la fiesta de ‘las siete semanas’
(14) o fin del tiempo pascual judío), en 31.
PERÍODO DE LOS PRIMEROS CRISTIANOS (31-67)
Tras el inicio de la primera comunidad ‘cristiana’ el libro de Hechos marca ciertos hitos importantes que citamos cronológicamente a continuación:
En el tercer año de vida de la iglesia en Jerusalén, mientras se lleva el Mensaje por Judea, ocurre el asesinato de Esteban del cual es testigo Saulo. Es el año 34 y este sacrificio marca la persecución bajo la cual crece la iglesia; a causa de ella el Evangelio es llevado a Samaria y así se va cumpliendo la comisión del Señor
(15).
La conversión de Pablo, cuando va persiguiendo a cristianos camino de Damasco
(16), ocurrió un año después (35). Le siguen tres años durante los cuales Pablo es ungido y preparado por el Señor para ser el ‘apóstol a los gentiles’, en Damasco y Arabia (35 – 38). Este período tan importante en la vida de Pablo termina dramáticamente cuando escapa de una muerte segura en Damasco, durante el reinado de Aretas;tras lo cual visita a Jerusalén y va a Tarso, su ciudad natal
(17)(38)
Hay un período de seis años durante los cuales recrudece la persecución de cristianos a manos de los líderes político-religiosos judíos; en él es martirizado Jacobo, hermano de Juan; Pedro es encarcelado en tiempo de pascua y muere Agripa I. (44) Poco después Bernabé trae a Pablo a Antioquía; y Pablo queda allí
"todo un año”. (18)(44-45) Es en el 45 que Bernabé y Pablo llevan la ayuda a los afectados por el hambre en Jerusalén.
El primer viaje misionero de Pablo ocurre entre los años 45 y 47; a su regreso permanece en Antioquía "mucho tiempo"
(19)
Catorce años después de su conversión Pablo acude al Concilio de Jerusalén
(20), en el 49. Tras lo cual inicia su segundo viaje misionero, durante el cual predica en Frigia, Galacia, y entra en Europa.Al llegar a Corinto queda allí un año y medio, hasta el 51, dando por finalizado este viaje. Por su celo misioneropermanece
“algún tiempo”en Antioquía
(21) (52)
El tercer viaje misionero de Pablo es el más largo pues recorre el Asia Menor; permanece tres años en Éfeso; viaja por Macedonia; y permanece tres meses en Corinto. (53-58) Viene un período de encarcelamiento por
“dos años” en Cesarea, saliendo de prisión entre septiembre y noviembre
(22). (58-60)
Le sigue un azaroso viaje de Pablo a Roma, llegando a la capital del Imperio entre marzo ymayo del 60, donde queda preso por
"dos años enteros" (23). (61-63)
Tan pronto como sale de prisión Pablo viaja tres años por Creta, Asia Menor y Macedonia. 63-66
Presintiendo que su final está próximo escribe copiosamente asistido por unos pocos fieles amigos; el desenlace del apóstol Pablo llega en el 67, ajusticiado por los romanos.
DESTRUCCIÓN DE JERUSALÉN SEGÚN LA HISTORIA SECULAR
Se han escrito volúmenes describiendo la inestabilidad social y política que reinaba en Judea en la sexta década de esta parte de la Historia. Había luchas internas que exacerbaban la mala relación entre los judíos revolucionarios y el opresor imperial y entre los propios judíos.
En su obra más antigua Flavio Josefo
(24) hace un repaso histórico desde la conquista de Jerusalén por Antíoco Epífanes (siglo II a. de C.) hasta la revuelta del año 67 d.de C. Luego continúa narrando la guerra que culminó en el año 73. Tan solo tres décadas después de que Jesús la pronunció, comenzó a cumplirse la profecía acerca de Jerusalén y su templo. Las facciones radicales judías de Jerusalén estaban totalmente decididas a sacudirse el yugo romano. La movilización imperial comienza en el 66 con el envío de legiones romanas al mando de Cestio Galo, gobernador de Siria. Su misión era sofocar la rebelión y castigar a los culpables. Tras sostener refriegas sangrientas con los judíos en los arrabales de Jerusalén, los soldados de Cestio acamparon en torno a la ciudad amurallada. Se protegían usando el método del ‘testudo’ o ‘tortuga’: uniendo los escudos por encima de sus cabezas y formando algo parecido al caparazón de una tortuga. Josefo atestigua su eficacia: "Se deslizaban las flechas sin dañar, y (…) los soldados pudieron, sin riesgo, minar la muralla y prepararse para pegar fuego a la puerta del Templo". Pero "Cestio retiró repentinamente sus tropas (…) y sin razones valederas abandonó la ciudad", cita Josefo.
Con este involuntario comentario el historiador da la razón a los cristianos de Jerusalén, quienes recordarían y estarían esperando que se cumpliese la profecía de Jesucristo. También la recordamos ahora en la pluma de Lucas, pues coincide con el relato de Mateo 24:
“Pero cuando viereis a Jerusalén rodeada de ejércitos, sabed entonces que su destrucción ha llegado. Entonces los que estén en Judea, huyan a los montes; y los que en medio de ella, váyanse; y los que estén en los campos, no entren en ella. Porque estos son días de retribución, para que se cumplan todas las cosas que están escritas.
Mas ¡ay de las que estén encintas, y de las que críen en aquellos días! porque habrá gran calamidad en la tierra, e ira sobre este pueblo. Y caerán a filo de espada, y serán llevados cautivos a todas las naciones; y Jerusalén será hollada por los gentiles, hasta que los tiempos de los gentiles se cumplan.”(25)
El inesperado retiro de las legiones dio respiro a los defensores de la ciudad y envalentonó a los revolucionarios judíos que salieron tras ellos, ocasionando bajas a la retaguardia romana. Aprovechando esta situación, los fieles seguidores de Jesucristo se apresuraron a huir de la ciudad, permanecieron lejos de allí y se libraron del terrible sufrimiento que sobrevino más tarde, cuando los ejércitos romanos regresaron reforzados en el 70 con Tito al frente.
El general Tito, hijo mayor de Vespasiano, marchó a conquistar Jerusalén y su grandioso templo. Mientras tanto, en la ciudad luchaban varias facciones por el poder con medidas que resultaban en baños de sangre. "En vista de los males internos, [algunos] deseaban la entrada de los romanos", apunta Josefo; con idea de que la guerra "los libraría de tantas calamidades domésticas".
Habla de "ladrones" que destruían las propiedades de los opulentos y asesinaban a las personalidades sospechosas de colaborar con los romanos; al punto tal que la guerra civil eliminó todo vestigio de civilidad, como dejar insepultos a los difuntos. "Los sediciosos luchaban sobre montones de cadáveres, y los muertos que pisoteaban avivaban su furor." Saqueaban y asesinaban para obtener comida y riquezas en medio de incesantes lamentos de los afligidos. Tito conminó a los judíos a rendir la ciudad a fin de salvar sus vida. "Además encargó a Josefo que les hablara en su lengua materna, pensando que los judíos atenderían mejor a un hombre de su misma nación." Estos, empero, reprocharon a Josefo su actitud. A continuación, Tito cercó la ciudad con estacas puntiagudas
(26). Eliminada la posibilidad de escapar o desplazarse, el hambre "devoraba familias y hogares". La lucha continua siguió engrosando el recuento de víctimas. Sin saber que cumplía la profecía bíblica, Tito tomó Jerusalén. Más tarde, al contemplar las sólidas murallas y las torres fortificadas, exclamó: "Dios ha sido el que expulsó a los judíos de estas defensas"
(27). En total, perecieron más de un millón de judíos. Así concluyó la historia tras la imprecación que lanzara el pueblo en el tribunal de Pilato, al exclamar:
” Su sangre sea sobre nosotros, y sobre nuestros hijos”.(28)
La profecía del Salvador referente al juicio que iba a caer sobre Jerusalén va a tener otro cumplimiento, y la terrible desolación del primero no fue más que un pálido reflejo de lo que será el segundo. Poco antes de cumplirse el siglo de este final anticipado por Jesús, el Emperador Adriano arrasó nuevamente con Jerusalén en 135.
En lo que le ocurrió a la ciudad escogida, podemos ver anunciada la condenación de un mundo que rechazó la misericordia de Dios y pisoteó su ley. Los oscuros anales de la miseria humana describen lo que ha conocido la tierra a través de siglos de crímenes. Nuestro corazón se estremece y nuestra mente queda llena de estupor frente a las consecuencias de rechazar la autoridad del Cielo; pero esto es solo una escena de las que restan por venir.
---------------------------------------------
NOTAS
1. Agentes de Cambio, Los últimos días y la destrucción del templo ¿Vivimos en ‘los últimos días’? (I), Magacín, P+D, 15/09/2013
2. Esta política israelí, condenada por la ONU y la Declaración de los Derechos Humanos, transgrede toda norma internacional que regula
el derecho de todo ser humano a la vida, la vivienda, el sustento, la familia, la educación, la paz. Un corto testimonio de los miles que se
pueden leer, oír y ver: http://www.youtube.com/watch?v=LHc-or3VDlc
3. El sionismo es un movimiento radical que interpreta el AT como anticipo del reinado mundial desde Jerusalén por parte de Israel.
4. Mateo 24:3
5. Ibíd. 24:36
6. Uno de los tantos informes sobre esta patológica tendencia es: ‘Más de cincuenta fechas fallidas’, ver en:
http://www.opinion.com.bo/opinion/informe_especial/2012/0101/suplementos.php?id=2224
7. Para conocer las diferencias entre el calendario lunar, el solar y entre el juliano y el gregoriano, basta con entrar en wikipedia
8. Lucas 4:9; Mateo 15:1; Marcos 3:22; 7:1; Lucas 5:17; 6:17; ver Juan 1:19 y ss donde Juan Bautista da testimonio de Cristo
9. Mateo 5:34-37; es paradójico que la ciudad de paz fuese conquistada y destruida tantas veces y en ella se cometieran tantos crímenes
10. Mateo 16:21; 20:17,18; 21:1; Marcos 10:32,33; 11:1; Lucas 9:51-53; 13:22, 33-35; 17:11; 18:31; 19:11,28;
11. Mateo 21:10; Marcos 11:11-15, 27; 15:41; Lucas 21:20 y ss; Juan 2:13, 23; 4:20,21, 45; 5:1,2; 7:25; 10:22,23; 11 y 12 completos
12. Mateo 23:37, Lucas 19:41-44
13. Éxodo 12
14. Deuteronomio 16:9-12
15. Hechos 6:5-15; 8:1-8
16. Ibíd. 9:1-22
17. Gálatas 1:18
18. Hechos 11:26
19. Ibíd.14: 28
20. Gálatas 2:1
21. Hechos 18: 23
22. Ibíd. 24:27
23. Ibíd.28: 30
24. Flavio Josefo es el nombre adoptado por el fariseo judío José Ben Matías. Según el escritor alemán Herbert Wendt en su libro‘Empezó en
Babel’: “En el año 67 d.J.C., el emperador Nerón envió al general Tito Flavio Vespasiano a Palestina para sofocar una rebelión de la población judaica, que ya hacía años que duraba. Vespasiano venció a los judíos en Galilea y, en la conquista de la ciudad de Jotapata hizo prisionero a un joven muy inteligente llamado José ben Matías, un sabio en escrituras de la escuela patriótico-ortodoxa de los fariseos, que era considerado como caudillo y jefe espiritual de los rebeldes de Galilea. Este José ben Matías no fue crucificado ni obligado a salir a la arena, como solía hacerse con los que se rebelaban contra el poder romano; al contrario, aquel cabecilla supo ganarse el favor de Vespasiano y se convirtió en el acompañante inseparable del general en todas sus campañas victoriosas por Palestina. Según la tradición, eso fue debido a que José ben Matías profetizó a Vespasiano -algo orgulloso a pesar de su probidad y fidelidad- que pronto sería emperador de Roma. No se necesitaban especiales dotes de profeta para hacer semejante vaticinio, porque quien conociera las circunstancias del momento, podía muy bien calcular que, a la caída de Nerón , subiría al trono el hombre que tuviera las legiones más fuertes, y quien poseía las legiones más fuertes era Vespasiano. Cuando al cabo de dos años, Vespasiano entró en Roma como emperador, llevó consigo a José ben Matías, le concedió la ciudadanía romana y lo nombró historiador oficial del imperio. A partir de aquel momento, el antiguo fariseo vivió en la capital del mundo y, entre otras cosas, escribió una historia del pueblo judío, de la cual algunos pasajes se incorporaron al libro bíblico de los Macabeos. Ahora se llamaba Flavio Josefo y su libro, escrito con la intención de dar a conocer al mundo grecorromano la historia de su pueblo hasta entonces casi ignorada, es considerado hasta hoy, al lado del Antiguo Testamento, una de las fuentes esenciales para la época primitiva de Palestina, de aquel país pequeño, pero aún así sumamente importante, situado en la encrucijada de las grandes culturas.”
25. Lucas 21:20-24
26. Ibíd. 19:43 ya citado:“Porque vendrán días sobre ti, cuando tus enemigos te rodearán con vallado, y te sitiarán, y por todas partes te
estrecharán” Lucas 19:43, ya citado
27. ‘La guerra de los judíos’, Flavio Josefo (Galland 2003)
28. Mateo 27:25
Si quieres comentar o