El periódico alcanza difusión en la ciudad de México y entidades cercanas a la misma. Su existencia y contenido llama la atención de algunos párrocos católicos, quienes advierten a su feligresía de las que consideran enseñanzas peligrosas de la publicación. Es el caso del cura de Acatlán, estado de México.
El 3 de agosto de 1870 José María Cano remite un informe a John William Butler, distribuidor de biblias que tenía casi una década de estar realizando ese trabajo en el país. El remitente notificaba que el cura de Acatlán “se ha permitido tronar desde el púlpito contra
La Estrella de Belén y ha fijado una excomunión contra todos los que la lean o la tengan en su poder”.
[1]
José María Cano era el distribuidor de La Estrella en Acatlán. Por serlo y, además, por ser integrante de la Iglesia de Jesús, es víctima de un intento de asesinato a manos de Sabino Vargas y un herrero.
De acuerdo con Cano ambos atacantes actuaron “instigados por el cura”, éste acusaba a aquél de atacar a la religión católica romana.
[2]
Tras mencionar el contenido de la carta de Cano, el periódico hace consideraciones sobre por qué tienen lugar acciones de hostigamiento contra el impreso y la persona que lo distribuye:
En Acatlán son del todo desconocidas las leyes de Reforma, por lo cual los clérigos abusan y la autoridad los tolera: que estas causas han dado origen a que el mencionado señor Cano sea perseguido y haya recibido dos puñaladas, una en el pulmón izquierdo y otra en una sien, de las cuales se halla un poco sano merced a los cuidados eficaces, solícitos y fraternales de algunas personas desconocidas y compasivas, que simpatizando con la causa y con sus desgracias, lo han asistido con todo esmero y con insistencia solicitado la publicación de lo acaecido.
[3]
En el mismo lugar se informa que incluso una niña fue maltratada por haber leído uno de los folletos distribuidos por integrantes de la Iglesia de Jesús.
Pero en lugar de disminuir el número de simpatizantes y congregantes evangélicos en Acatlán, el número de ellos, “lo mismo que el de las suscripciones [a La Estrella de Belén]” ha aumentado. Las hostilidades, según el periódico, han producido “un efecto contrario a lo esperado por la excomunión y las persecuciones”.
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El 24 de agosto
La Voz de México reproduce un editorial de
La Sombra de León. La pieza periodística inicia con la noticia de que “ha llegado a la villa de Acatlán un individuo protestante, de la secta de los
evangelistas, con objeto de propagar sus doctrinas perniciosas”.
[5]
El diario católico La Voz de México desde su nacimiento (17 de abril de 1870) otorga espacio importante a combatir la presencia organizada del protestantismo en el país.
La Voz sale a la luz como órgano informativo de la Sociedad Católica de México.
[6] A menudo reproducía informaciones, editoriales y artículo publicados para denostar al protestantismo en otros diarios o semanarios del país. Es el caso del escrito que nos ocupa, y hace suya la postura de
La Sombra de León sobre indicios de presencia protestante en Acatlán:
Nada diremos sobre la libertad con que se pasean y difunden sus venenosas ideas los enemigos del catolicismo, pues sería un absurdo reclamar contra esto cuando cuentan con el apoyo de la ley. Ellos obran según su derecho; mas también nosotros obramos conforme al nuestro al descubrir el peligro a todos nuestros hermanos los católicos y darles la voz de alarma para que no se dejen seducir por las falaces y deslumbrantes palabras de que hacen uso todos los apóstoles del error: seducir para dominar, deslumbrar con exterior modesto, comedido y hasta edificante, para hincar mejor el diente en los corazones sencillos e inocular su ponzoña con más seguridad.
[7]
Dado que ya parecía irreversible el asentamiento del protestantismo en la nación, para La Voz de México y La Sombra de León lo conducente era contener tanto como fuese posible su influencia, la que buscaba cauces mediante libros y periódicos. Por lo tanto, claman las publicaciones católica, ante el “peligro inminente […] debemos aplicar el remedio pronta y eficazmente”.
Es por lo anterior que ambos impresos urgen a la feligresía católica en los siguientes términos: “Todos, todos debemos precavernos de la lectura de libros impíos y heréticos que con tanta profusión esparcen los protestantes, porque están prohibidos por nuestra Madre la santa Iglesia, única autoridad competente en la materia, y única a quien debemos acatar y obedecer”.
[8] La tarea a que convocaban era a dar “¡Guerra sin cuartel al error! Paz, compasión y amor a nuestros hermanos extraviados”.
En la edición correspondiente al 26 de agosto
La Estrella de Belén comenta brevemente el editorial reproducido por
La Voz de México, cuyas algunas de su partes he citado.
La publicación protestante argumenta que solamente se le ataca y descalifica pero para nada se le desmiente acerca de la tentativa de asesinato contra José María Cano: “No se atreve a desmentirla [la acusación] y ni siquiera a disculparla. Acepta pues los hechos y esto confirma nuestras aseveraciones respecto al ‘amor evangélico’ romano. Tanto el artículo original [en
La Sombra de León], como el hecho de su inserción [en
La Voz] revelan la alarma que causan nuestros trabajos”.
[9]
[1] La Estrella de Belén, 12/VIII/1870, p 4.
[5] La Voz de México, 24/VIII/1870, p. 3.
[6] Lilia Vieyra Sánchez,
La Voz de México (1870-1875). La prensa católica y la reorganización conservadora, México, UNAM-INAH, 2008, p. 18.
[7] La Voz de México, 24/VIII/1870, p. 3.
[9] La Estrella de Belén, 26/VIII/1870, p. 4.
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