Serie: Juventud Divino Tesoro. Conclusiones de
Yvan Pinto en
Vimeo.
Desde que se inició la serie Juventud Divino Tesoro, he intentado hacer un acercamiento conciso y rasante, de las cuestiones que a mi parecer afectan a la juventud de hoy día, para luego pasar a hacer una propuesta de revisar o repensar cuatro aspectos, que considero de importancia para el desarrollo de los jóvenes actuales. La serie ha estado conformada en dos grandes apartados, el primero como análisis social/cultural/relacional donde se encuentra la juventud inmersa y la segunda como propuestas para su desarrollo espiritual e integral. Comencé la serie retando la categoría “juventud” y el hecho de que en realidad aplicamos dicha etiqueta a formas y estilos que no pertenecen al ámbito de lo juvenil.
Es cierto, que la aplicación de lo “juvenil” es un poco arbitraria, y durante las últimas décadas, socialmente se ha ido estirando dicha categoría, hasta el día de hoy, donde
consideramos jóvenes a personas que en el más estricto sentido biológico ya no lo son. Mi desafío en este aspecto, es a considerar “juventud” en este sentido biológico, dejando paso a que los mal llamados jóvenes de hoy, se involucren con la vida de la comunidad cristiana como adultos, responsables y autónomos, y de esta manera dejar de tratarles como una subespecie del universo de la vida de la ecclesia.
Luego, durante el primer apartado, que podría llamarse: “Análisis situacional de la juventud”, expresé algunas consideraciones en lo que a familia, sociedad, educación y estructuras eclesiales se refiere. Intentando dar como resultado una mirada holística de la juventud en sí. Un mirada desde cada una de los espacios sociales, culturales, relacionales y eclesiales donde se encuentra. Para todo este proceso tomé prestado la metodología de análisis de la Teoría Ecológica de Bronfenbrenner, la cual puede ser gráficamente visualizada como una cebolla y sus capas. Centrando al joven en ella, e ir por cada uno de los sistemas en los cuales participa, desde el más cercano o microsistema hasta la capa más externa o macro-sistema, pasando por su meso y exo-sistema. Todo esto, como he dicho antes, tan solo ha servido como metodología de trabajo, para obtener un acercamiento sistémico de la categoría juventud.
Ya en el segundo bloque, lancé cuatro propuestas y que sometidas a revisión, nos podrían dar luz en lo que a desarrollo de jóvenes respecta. A saber, hablé de a) una espiritualidad integral, no fragmentada en espacio ni tiempo, que nos permitiría experimentar la presencia de Dios en todo momento y contexto, y a la vez conocer, y tener contacto con el Dios inmanente que mora en nosotros, b) del discipulado, divorciado del concepto único de transmisión de información intelectual y más como un acompañamiento, de una transmisión de vida, que incluye todos los aspectos de la experiencia vital del joven, c) de misión, como elemento de la esencia de Dios, y el concepto de la Missio Dei, el poder ver la imagen de Dios en las personas a través de la Imago Dei y llevar a cabo la misión a través de la Partcipatio Dei o participar de la vida de Cristo para llevar a cabo la vida misional. Por último, hable de d) la iglesia, un definición práctica de ella y cuatro metáforas paulinas que, desde mi humilde opinión, nos ayudarían a ser la ekklesia que Jesús nos llama a ser.
Así que como conclusión, solo puedo añadir que
la realidad de la juventud en nuestras iglesias oficiales es apremiante, en lo que a cuidado y alcance de jóvenes se refiere. Por alguna razón, o por muchas, pareciera que las estructuras eclesiales de hoy no han sabido ofrecer un planteamiento de vida y espiritualidad acorde con las expectativas de los jóvenes y las demandas del evangelio de Jesús. Todo esto, claro está, es mi humilde opinión. Y es que si de verdad queremos formar y desarrollar jóvenes en este siglo, debemos comenzar por analizarnos y revisarnos en muchos aspectos de nuestra práctica eclesial, incluso en aquellos que consideramos sagrados, como liderazgo, teología, uso del dinero, función última de la comunidad, etc. No por nada muchos jóvenes están abandonando esas estructuras y algunos otros se están oponiendo frontalmente a las prácticas de la iglesia en su modelo modernista.
Lo que está sucediendo hoy, en el ámbito juvenil de la iglesia, podría compararse a lo que el filósofo e historiador de la ciencia, Thomas Kuhn definió con su análisis de la Estructura de la Revoluciones Científicas. Este análisis, que sería publicado en 1962, explicaba que la ciencia normal era aquella que poseía el paradigma hegemónico para comprender y desgranar el mundo en cada una de los ámbitos científicos, sin embargo, en ciertos momentos de la historia científica, podrían observarse desarrollos y observaciones científicas para las cuales no existían ningún paradigma explicativo, por ello, la ciencia entraría en una fase, que Kuhn denominaría, pre paradigmática, en la cual no existe ningún cúmulo de teoría que explique el fenómeno.
Un ejemplo de esta fase, podrían ser las primeras observaciones a nivel cuántico, o nano-físico, tan solo teniendo la física newtoniana como respaldo teórico. Está claro que Newton y su Ley de la Gravedad no pueden explicar los movimientos de los átomos y sus partícula sub-atómicas. Por ello, según Kuhn, para que la ciencia se considere “normal” o “normativa”, ha de poseer coherencia entre el fenómeno observado y su respaldo teórico, para ese fenómeno específico. Una vez que se ha desarrollado desde la fase preparadigmática a la fase de ciencia normal, esta misma ciencia podría experimentar una última fase denominada como, crisis o revolución científica. Así el ciclo comenzaría otra vez.
No sé que has pensado cuando has leído el último párrafo, pero lo que resuena en mi mente cuando lo leo, es la reforma misma que ha sufrido el cristianismo en la edad media, de la pluma y mente de Lutero, Erasmo, y muchos otros. Pareciera que
lo que se experimentó en ese tiempo fue una tercera fase, o crisis teológica, o ¿podríamos llamarle revolución teológica? Para muchos, dicha “revolución” fue un ataque directo a la Iglesia “normativa”, con sus tristes consecuencias, mientras que para otros significó una liberación y una compresión más certera de los preceptos teológicos hasta la fecha desarrollados.
Por todo esto, me pregunto,
¿Podría la realidad que vivimos en la iglesia y su relación con los jóvenes, ser una muestra que estamos experimentando una “revolución” teológica nuevamente? O en palabras más evangélicas, ¿Podríamos pensar que estamos entrando en una nueva etapa de reforma? ¿En lo que a práctica y pensamiento se refiere? ¿Qué actitud nace en nosotros cuando reconocemos el hecho que no tenemos respuestas a muchas preguntas que se hacen los jóvenes y la sociedad misma, hoy día? ¿Podríamos hablar que estamos experimentando una reforma que se reforma? Por citar las palabras atribuidas a Martín Lutero. Ciertamente, el hecho que la iglesia oficial esté perdiendo fieles, y en su mayoría, jóvenes, no dice explícitamente que estamos ante un episodio de reforma. Pero lo que si denota, es el hecho que se ha perdido total sintonía con el colectivo juvenil y que al parecer son ellos los que se están reformando, en lo que a prácticas y pensamientos de la propuesta de vida espiritual de Jesús.
Por tomar de nuevo prestado, de Thomas Kuhn, creo que, en mi humilde opinión, nos encontramos en una fase pre-paradigmática de la iglesia, la cual ha venido dada por una crisis en el modelo de funcionamiento actual de la iglesia. Parece que lo que hemos venido haciendo en las últimas décadas ya no funciona, aún cuando muchos se empeñan en seguir haciéndolo y con más intensidad. Pero es que incluso nuestros propios paradigmas están siendo retados por larealidad circundante, y nuestra imbricación con ella.
Creo que para algunos que hemos tomado la decisión de explorar caminos no oficiales, con el objetivo de alcanzar a una nueva generación, a través de la vivencia de la ecclesia en su forma sencilla, es un tiempo de mucha humildad, en el que la guía del Espíritu Santo, la Palabra de Dios y el modelo del ministerio del Salvador, se deben convertir en herramientas de localización en un camino ignoto, como si de un GPS se tratase.
Para terminar, tan solo me gustaría hacerlo con una idea. A la verdad no tengo las respuestas a las preguntas formuladas anteriormente, aún cuando pudiera intuir algunas de ellas, pero
lo que si deseo es seguir preguntándome y cuestionándome, mis propios preceptos, y prácticas, para intentar ser como los hijos de Isacar, entendidos en los tiempos, y que sabían que curso Israel debía tomar.
De esta forma, es como mejor podemos ayudar en esta impronta de la iglesia y los jóvenes. ¡Paz a todos!
Este artículo forma parte de la revista P+D Verano/08 quepuedes descargar aquí (PDF), o leer en el navegador a continuación:
Si quieres comentar o