UNICEF define un “niño y niña soldado” como todo menor de 18 años que forma parte de cualquier tipo de fuerza armada regular o irregular o grupo armado en cualquier capacidad. Incluye niñas y niños reclutados para practicar actividades sexuales y/o contraer matrimonio obligatorio. La definición, por tanto, no sólo se refiere a un niño o niña que porta, o ha portado, armas. (Basado en los “Principios de Ciudad del Cabo”, 1997)
CIFRAS
No hay cifras fiables del número de menores soldados en el mundo. Según datos de Naciones Unidas, en 2012 al menos se reclutaban niños y niñas soldados en 17 países como Afganistán, Sudán, República Democrática del Congo, Malí o Yemen.
Se calcula que
hay alrededor de 300.000 niños y niñas menores de 18 años que participan en más de 30 conflictos en todo el mundo. Se les utiliza como combatientes, mensajeros, porteadores y cocineros, para desempeñar servicios sexuales… Algunos son víctimas de secuestros o se les ha reclutado por la fuerza y otros se ven obligados a unirse debido a la pobreza, el abuso y la discriminación, o en busca de venganza por actos de violencia realizados contra ellos o contra sus familias.
¿POR QUÉ Y PARA QUÉ?
Reclutar niños y niñas soldados
es una práctica habitual en el seno de muchos conflictos en todo el mundo. La guerra y la violencia se tornan una situación normal, la única que muchos menores han conocido. Estos niños y niñas han sido secuestrados en la calle o sacados de las aulas. Otros muchos son forzados a salir de sus casas a punta de pistola, mientras unos padres angustiados los ven partir sin poder hacer nada. Otros son reclutados mientras juegan cerca de casa o caminan por la carretera.
Hay más posibilidades de que los niños y las niñas se conviertan en soldados si están separados de sus familias, desplazados de sus hogares, viven en zonas de combate o tienen un acceso limitado a la educación. En algunas ocasiones, puede que se unan a los grupos armados porque es la única manera que tienen de obtener un alimento diario y garantizar su supervivencia.
En algunas situaciones, el entorno acepta o incluso alienta la participación de los niños y las niñas en los conflictos como soldados. Estos combatientes menores de edad pueden participar “voluntariamente” en los actos de guerra, sin darse cuenta de los peligros y los abusos a los que serán sometidos.
En el caso de las niñas soldados, además de la brutalidad y el trauma derivados de las violaciones en sí, pueden verse afectadas por las lesiones físicas graves, los embarazos forzados, así como contagio de VIH y otras enfermedades de transmisión sexual.
Un ejemplo es Malí o Sierra Leona cuyo conflicto actual involucra a niños y niñas soldados.
Rebeldes llegan a las aldeas y se llevan al mayor número de niños y niñas posible. Les hacen caminar durante días, a través de la selva, hasta los campamentos rebeldes. Una vez allí, las niñas se reparten entre los combatientes como esclavas sexuales (los rebeldes las llaman “esposas de guerra”) y los niños son esclavizados en trabajos de mantenimiento como buscar leña, limpiar o cocinar. Cuando el comandante cree que están preparados para ser entrenados como soldados, niños y niñas son enviados a otros campamentos donde se les enseña el uso de las armas.
Tras ese periodo pasan por unos “ritos mágicos”. Se les convence de que son invencibles y de que nadie nunca les hará daño. Luego, obtienen el arma y su primera misión. En la mayoría de los casos se les hace volver a sus aldeas y les mandan matar al padre, a la madre o a alguien de la familia. Estos niños obedecen y crean lazos muy fuertes con sus captores, a los que al final terminan llamando “papá”. Ayudados por la cocaína se convierten en “máquinas de matar” que destruyen todo lo que se cruza a su paso.
En un mundo donde millones de niños “juegan a la guerra” con pistolas de juguete o a través de videojuegos, otros muchos niños y niñas se ven obligados a vivir la guerra de verdad, convirtiéndose en combatientes desde edades muy tempranas. Para ellos la guerra no es divertida ni les hace sentir más fuertes. El reclutamiento de niños y niñas soldados sigue siendo una realidad hoy en día.
Que niñas y niños sean sometidos a la guerra y sus constantes abusos, obligados a ser soldados, se considera una forma de esclavitud. Terminemos con la esclavitud infantil. Toda niña y todo niño tiene derecho a jugar, reír, soñar, estudiar y en definitiva, a ser feliz, a ser niño.
Este artículo forma parte de la revista P+D Verano/05,descárgala aquí (PDF).También en ISSUU:
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