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José Bretón es un hombre malo

Los espectadores tenían sed y ansia de que se les dijera cómo entender a ese hombre pequeño y ridículo, con expresión impávida, que por lo visto había cometido algo asombrosamente atroz con la sangre más fría del mundo
PREFERIRíA NO HACERLO AUTOR Noa Alarcón Melchor 28 DE JULIO DE 2013 22:00 h

El 8 de octubre de 2011, cuando nos enteramos de la desaparición de los dos niños Ruth y José en Córdoba, no sabíamos que en realidad asistíamos sin querer al nacimiento de uno de los personajes más siniestros y jugosos que ha dado la televisión española en los últimos cincuenta años.

En toda la historia de la democracia de este país no ha habido personaje del mundo criminal que haya dado tanto trabajo periodístico y cotas de audiencia como José Bretón, el padre de los niños y responsable de su muerte.

Desde el crimen de las niñas de Alcásser o los asesinatos en serie de Joaquín Ferrándiz o del asesino de la baraja no se daba esa profusión de análisis y tertulias televisivas, programas especiales, conexiones en directo y alertas de última hora.

El juicio ha sido un espectáculo sin precedentesque ha proporcionado suculentos beneficios a programas como Espejo público o El programa de Ana Rosa, que debido a su horario de emisión podían seguir en directo la entrada y salida de los participantes del juicio y analizaban con un breve diferido las aportaciones de los testigos y las reacciones del imputado. Pero igualmente se han aprovechado los especiales de la noche y del fin de semana, los programas de la tarde (sobre todo en La Sexta y Cuatro) y los propios informativos. Susanna Griso, la responsable de Espejo público, retrasó sus vacaciones hasta el final del juicio. Ana Rosa Quintana no quiso esperar y dejó el final del espectáculo con sus acólitos al mando, aunque fue ella la que el año pasado adelantó su regreso de las vacaciones por estas fechas, cuando se dio a conocer el informe forense del profesor Etxebarria que confirmaba que los restos de la hoguera eran los de los niños, lo que quería decir que sí, que finalmente su padre los había matado y se había deshecho de sus cuerpos en la hoguera. Lo cual no hizo más que acrecentar el espanto y la estupefacción de los espectadores, a la par que los beneficios de las televisiones que sabían que cuanto más se hablase de ello, más sacarían.

En este año, hasta la ejecución del juicio, en los platós se han hecho estudios grafológicos, lingüísticos, gestuales, psicológicos, psiquiátricos y forenses, y todos sus especialistas han pasado aportando de su ciencia. Los espectadores tenían sed y ansia de que alguien les dijera cómo podían entender a ese hombre pequeño y ridículo, con expresión impávida, que por lo visto había cometido algo tan asombrosamente atroz con la sangre más fría del mundo. Es todo tan extraño que la única forma de acercarse a este suceso en con estupefacción y un cierto toque morboso, y las televisiones nos lo han ofrecido gustosamente.

El abogado de la defensa les recordaba a los miembros del jurado en su alegato final que tuvieran en cuenta que se había hecho un juicio paralelo en los medios de comunicación. Les pedía que intentaran quitarse de la cabeza la imagen de malvado que le habían adjudicado a su defendido y se ciñeran a las pruebas. En su opinión, o en su vano intento por seguir en la línea defensiva del “todos están contra mí” que había dispuesto el acusado, Bretón no se parecía nada al monstruo del que se hablaba en televisión.

Lo cierto es que parte de razón no le faltaba en que los medios ya tenían una sentencia antes de la judicial, y nadie creía, de ninguna manera, que José Bretón pudiera ser inocente. Más bien estaban al dato, pendientes y atentos de poder demostrar cuánto y de qué modo aquel hombre mentía y manipulaba. En algunos momentos este afán llegó a ser casi un acoso, una venganza televisiva. Esperaban y desesperaban desde los platós por la imagen de un Bretón derrumbado, enfadado, fuera de sus casillas, incapaz de defenderse ni de desmentir las abrumadoras pruebas en su contra. El Bretón que salió en televisión durante el juicio, sin embargo, en pocas ocasiones le dio a los periodistas lo que ellos esperaban.

En otros casos, hasta que no hay sentencia los periodistas al menos intentan mantener la presunción de inocencia agregando ese horrible “presuntamente” a todas sus declaraciones, más con obligación que con buen gusto. Pero en este caso decidieron que era demasiado esfuerzo intelectual y acabaron saltándoselo a la torera al segundo día. José Bretón ha sido, probablemente, el único acusado de los últimos tiempos para quien se ha invalidado desde los medios la presunción de inocencia. Han sido las televisiones las que decidieron lo contrario.

Es muy probable que el juicio que se ha vivido dentro de la sala no tuviera nada que ver con el que había fuera. En el fondo de todo este despliegue estaba la necesidad del espectador, y de los propios periodistas, de entender al personaje, de entender su maldad pausada y encontrarle un hueco en la realidad.

No era difícil que el personaje nos pareciera repulsivo. Los medios nos han querido mostrar a un hombre incapaz de mostrar empatía con nadie, narcisista, violento y maniático, cuyo único afán era manipular y controlar a su antojo a todo el mundo. Sin embargo, lo que veíamos en la televisión era a un personaje escuchimizado, ridículo y feo, esposado en una silla, vestido como un señor mayor y que no se movía nada, hasta el punto de resultar artificial. Por macabro que parezca, recordaba a esa escena final de Psicosis en la que se escucha la voz que hay dentro de la cabeza de Norman Bates diciendo que no se iba a mover nada, ni siquiera a parpadear, para que los policías entendiesen que él era un hombre bueno, inocente, incapaz de matar siquiera a una mosca.

La crónica del juicio y del seguimiento del caso por la televisión, en esta ocasión, ha sido más un tira y afloja entre la realidad escondida en el día a día (en la historia familiar que contó la madre de los niños, en la madre que le dio el beso, en el padre que le rehuyó el saludo, en esos millones de pequeños detalles cotidianos irreproducibles en la inmediatez de la televisión, pero tan necesarios para comprender el fondo de una historia real) y la realidad fabricada para impactar y mantener la audiencia.

En el fondo de esta cuestión está el hecho de que, como suele ocurrir en otros sucesos del estilo, una gran mayoría de la gente se lanzó inmediatamente a exigir exámenes psicológicos que justificaran una enfermedad mental, o al menos una enajenación. En estos casos de asesinato, por norma general, ante la abundancia de pruebas e indicios criminales la defensa se quiere basar en la enajenación, o al menos en un trastorno, real o inventado, que justifique una alteración de la realidad en la mente del asesino. Suele ocurrir que los juicios se convierten en un baile de psiquiatras forenses.

Sin embargo, no ocurrió así con José Bretón. Primero porque Bretón no permitió a su abogado esa línea defensiva. Él no iba a admitir su culpabilidad, y aún hoy sigue declarándose víctima inocente de una conspiración policial. Pero lo segundo, y más impactante, es que los primeros análisis psiquiátricos que le hicieron en la cárcel no encontraron nada extraño en Bretón. No tiene traumas más graves que los que tenemos todos, ni malformaciones cerebrales, ni esquizofrenia, ni ninguna otra enfermedad.

Lo que durante estos últimos meses los programas de sucesos de la televisión han intentado analizar, descuartizar y comprender es cómo era eso posible. Lo que nos ha revelado el suceso es la realidad de que Bretón no es diferente de ninguno de nosotros, y por lo tanto cualquiera podría haber actuado igual. Porque hay una parte de la sociedad, y en su reflejo televisivo que apela a los instintos básicos para conseguir audiencia, que no admite su culpa y que no admite la opción del pecado que nos iguala a todos.

La realidad es que José Bretón nos fascina y nos horripila. Nos atrae del mismo modo que le rechazamos. Es la pura atracción del mal que habita dentro de cada uno. José Bretón no está enfermo, y eso nos inquieta. Simplemente, con todas sus facultades y con libertad otorgada en su creación, de entre todas las opciones que tenía eligió hacer mal. Simplemente, José Bretón es un hombre malo.
 

 


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COMENTARIOS

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rosi
11/08/2013
23:17 h
6
 
no creo que se os ocurra ni darle un euro ,si hemos seguido las noticias que sepa que no era por el,primero era por los dos angelitos que nos hubiese gustado volvieran con su madre,y luego lo que quriamos saber cuantos anos,le podian caer en fin la indiferencia de la gente si un dia sales,te hara mucho dano ,porque seguramente no los habremos olvidados,un fuerte abrazo para esa madre de los ninos,
 
Respondiendo a rosi

Lisa
03/08/2013
09:42 h
5
 
No estoy de acuerdo en que Bretón es un hombre malo, aunque le crea culpable de la muerte de sus hijos, que lo creo. Malos y buenos somos todos. Estoy de acuerdo en que no está loco ni actuó con enajenación transitoria. Lo que creo es que su mente es tan rígida como la de cualquier dictador, una mente militar que traslada a su vida las reglas por las que se rigen los soldados en una guerra, y que esto, por sí mismo, deriva en hacer el mal. Que él tiene muy claro que procedía hacer lo que hizo y que por eso no se arrepiente.
 
Respondiendo a Lisa

margarita
02/08/2013
00:13 h
4
 
Estoy de acuerdo en que el juicio de Breton, ha sido un espectaculo y haya servido a ciertos programas y cadenas de television para tener mayor numero de audiencia, Pero dicho esto, quiero dejar claro , que aunque no somos justos ni uno de los hombresy que solo la sangre de Cristo nos limpia a los que hemos creido. Este asesinato ha sido de los hechos mas horribles que una persona pueda cometer, y nos ha tenido consternados a una gran mayoria de personas dentro y fuera de Esaña, solo me queda pedirle a Dios por él, para que en algun momento sienta dolor y arrepentimiento, por asesinar a sus hijos pequeños. pues estea clase de hechos, la mente humana no los puede comprender ni digerir, bajo
 
Respondiendo a margarita

Josè Macìas Corredera
31/07/2013
22:02 h
3
 
BUENO, SRA. NOA ALARCON,ESCRITORA. 'LA MADRE DE LOS NIÑOS'... NO ES UNA JOYA. RESUMIENDO. LA RAZA HUMANA SOMOS UN ESCREMENTO. HASTA QUE VIENE CRISTO Y NOS LIMPIA. GLORIA A JESUCRISTO QUE LLEVO NUESTRO PECADO, NUESTRA SUCIEDAD. PERO HEMOS DE ENTENDER QUE HAY IGNORANTES-AUNQUE SEAN REYES QUE LES GUSTA PERMANECER EN LA SUCIEDAD, AUNQUE SE DUCHEN TODOS DIAS, Y SE PERFUMEN DE CABEZA A PIES, PERO EL PECAR ASI NO VAN A QUITAR, SOLO LA SANGRE DE CRISTO PUEDE SALVARLES...¿¿QUERRAN IR A JESUCRISTO??
 
Respondiendo a Josè Macìas Corredera

RAUL
31/07/2013
13:52 h
2
 
Muy buen artículo. Yo tuve que ir a una administración pasando justo enfrente de los juzgados de córdoba en esa fecha, y era DEPRIMENTE ver a los periodistas (bueno rectifico, no se ofendan los que han estudiado la carrera, pues simplemente era Chicas Guapas muy pintadas para la ocasión y atraer audiencia) que no paraban memorizar sus guiones preelaborados y de hablar por teléfono insistiendo en que vendrían más abogados, más gente al juicio... etc y que la cosa 'prometía' (¿qué? audiencia). Pues ami lo que me dieron fue ASCO.
 
Respondiendo a RAUL

José
28/07/2013
08:18 h
1
 
Muy bien Noa. Te felicito otra vez. Como asiduo lector de prensa, digital desde la era internet, siento la necesidad de compartir contigo y los lectores de PD, una opinión, personal claro: eres de lo mejor, busco tus artículos entre mis escritores predilectos y creo que finalmente eres mi favorita. Ánimo, te echamos de menos cuando no apareces.
 



 
 
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