Todos los que estamos involucrados en los procesos relacionados a la reforma migratoria nos encontramos entre esperanza y temor. Hace pocos días el senado tomó una acción histórica al pasar una ley de reforma, pero ahora nos vemos ante el temor de que la Cámara de Representantes trabe el asunto y no salga nada. Y en este momento muchos diferentes grupos en el país se encuentran en este mismo lugar.
Por supuesto, los indocumentados confrontan el temor de otra oportunidad frustrada.
Hace seis años hubo mucha expectativa sobre una ley de reforma, pero no hubo suficiente voluntad política ni entre demócratas ni republicanos. Los indocumentados se quedaron “vestidos y alborotados” y no vieron nada.
Hoy hay más esperanza, pero también más temor de que se queden a medio camino los esfuerzos, de nuevo. También existe el temor de que para cuando salga una ley que persuada a todos, tenga tantos “peros” que sean pocos los que verdaderamente puedan aplicársela.
Entre los políticos parece que los republicanos tienen más temores que esperanzas.El liderazgo nacional vive entre el temor de perder el voto latino por varios ciclos electorales y el alienar a su base que está en contra de la reforma.
A nivel local muchos congresistas republicanos le tienen más temor a su distrito local que a la realidad nacional. Ellos temen que si toman una postura positiva hacia la reforma su distrito los saque a favor de un republicano “más fiel” a la postura anti-inmigrante.
La esperanza del liderazgo nacional es que esto “se arregle” lo más pronto posible para que no les afecte negativamente con el voto latino en las siguientes elecciones.
También hay algunos líderes nacionales que están seguros de que pueden ganar un porcentaje alto del voto latino, si pueden romper la tensión interna del partido y caminar hacia una reforma.
Los demócratas tienen varias esperanzas. Si pasa o no pasa la reforma ellos son los “buenos del guión”. Sus temores son menos obvios. Un miedo suyo es que el voto en la Cámara no alcance una mayoría absoluta por culpa de varios demócratas que votarán en contra de la reforma.
Otro temor que no mencionan es que si hay reforma migratoria ellos paradójicamente perderán voto latino. La situación actual, donde no se aprueba una ley, les favorece políticamente siendo que muchos latinos que antes han votado por republicanos no lo harán de nuevo hasta que haya una reforma.
Mucha gente de “raza blanca” en este país también vive entre esperanza y temor.
Para muchos es difícil definir el temor. La mayoría no lo identifica como una perspectiva anti-latina. Sin embargo,
existe el temor del cambio demográfico. El mundo está cambiando y eso crea temores hacia los “de afuera” que son la cara de esos cambios. Le cuesta a muchos de la mayoría tener esperanza porque el futuro representa cambios que afectarán su posición social en este país.
Es por eso que
se habla de “defender la frontera” aún entre los que están a favor de la reforma. Le tienen miedo al vecino mexicano porque dicho vecino representa cambio y diferencia. Si darse cuenta insulta al vecino, siendo que lo trata como enemigo. Pero lo único que entienden es “buscar seguridad” aunque otros se vean afectados adversamente.
Desde las perspectivas políticas la situación está trabada. Y es por eso que la acción cristiana en este momento no puede tomar matices políticos. Nuestro papel tiene que ser orar por la intervención divina y ser agentes de la esperanza divina.
Es crucial ayudar a nuestros hermanos y hermanas “anglos” entender que nuestro mundo sigue estando en manos de Dios. Necesitamos caminar con ellos para que ellos puedan ver en una reforma migratoria una acción de esperanza para nuestro país.
Lo que va a persuadir a los que están en temor no será un argumento político o económico, sino el poder visualizar un futuro de esperanza. Los que estamos trabajando a favor de la reforma necesitamos vivir y demostrar esperanza en el futuro de nuestro país con la legalización de los indocumentados. Reconocemos que habrá una reforma migratoria cuando la mayoría tenga esperanza en el futuro.
Por eso oramos y trabajamos: por la esperanza.
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