No soy nada de grave; al contrario, me gusta divertirme contándome chistes, recordando experiencias jocosas del pasado y poniéndole firma a dichos que escuché por primera vez de labios de alguien específico aunque no haya sido él, quien lo concibió. Me río solo. Y gozo. Mi esposa Cire a veces me acompaña, sobre todo cuando andamos metidos en el auto. Ella tiene una particularidad que se la admiro. A veces me da por empezar a cantar un bolero o una ranchera o un tango que escuchaba en la radio cuando tenía cinco años pero mis recuerdos no dan para tanto así es que me quedo atascado en la segunda o tercera línea. Entonces acudo a ella con la pregunta: «¿Cómo sigue, mami?» y, por lo general, ella se acuerda del resto así es que terminamos cantando los dos viejas canciones ya casi olvidadas.
Ahora que la soberana del mundo, a la que nadie puede tocar ni con el pétalo de una rosa, la FIFA, tiene rodando la pelota durante todo el año, habiendo inventado e inventando más cada día copas y campeonatos, me he recordado de mi coterráneo,
Tito Fernández, “El temucano” que allá por los años sesenta escribió una canción que viene muy bien en esta época de «pan y fútbol».
El temucano, un trovador de pueblo que todavía sigue cantando y creando, es vastamente conocido en Chile. Compuso cientos de canciones, muchas de ellas con un condimento de sal y pimienta que les da un sabor especial; otras, como “El caminero Mendoza” transmite la historia triste de un emigrante que, dentro del país, deja su hábitat en el desierto nortino para ir a ganarse la vida construyendo caminos en la zona sur, donde llueve los doce meses del año y donde el frío cala los huesos. Allí, en una riña de camineros perdió la vida, quedando su cuerpo para siempre bajo el concreto del camino que él había ayudado a hacer.
(Aunque por voluntad no propiasoy un inmigrante, deploro y reniego de la inmigración; para mí, que el hombre fue creado para nacer, crecer, desarrollarse, reproducirse y morir en un solo lugar de la tierra. Hoy día, gracias a las avaricias y a las injusticias que anidan regodeándose en el corazón de los hombres, hay una población flotante de millones y millones de pobres que van de un lado a otro buscando el trabajo que no encuentran en sus lugares de origen. Muchos de ellos tragados por las aguas procelosas del mar en el Norte de África o calcinados bajo el sol del desierto en la frontera México-USA. Pero bueno. Estas es otra historia.)
Me gusta el fútbol. Mi amigo Dardo Bruchez, q.e.p.d. y el propio temucano recitan aquellos versos que me parecen sencillamente geniales:
Me gusta el vino porque el vino es bueno
Pero cuando veo el agua, fresca y cristalina
Brotando de la madre tierra,
¡Más me gusta el vino!
Decía que me gusta el fútbol. Cuando era un muchacho lo jugué como muchos de mis amigos de aquella época. Mi puesto era de
wing izquierdo. Eran aquellos tiempos en que las posiciones dentro de la cancha se decían en inglés:
goalkeeper para portero, centro
half,
wing izquierdo,
back centro, señor
lineman (laiman
, por guardalíneas), etc. ¡Qué divertido era aquel fútbol, sin luces de neón, sin cadenas deportivas, sin cifras millonarias y apuestas por doquier. Sin propaganda en las camisetas ni chuteadores de colores! Cuando veo a los jóvenes jugando partido tras partido sin parar, y en las tribunas a unos señores con cara de aburridos vistiendo sombrero, sobretodos de piel, camisa y corbata y grandes anillos en los dedos me pregunto cuántos millones de dólares o euros correrán por entre sus extremidades en apuestas ilegales, mientras el amigo Blatter sigue inventando copas y competiciones. Porque para mí que esa gente no va a los estadios porque le gusta el fútbol, como tampoco van a las peleas de gallo los que gustan de la sopa de pollo.
Pero bueno. Volvamos a mi amigo El temucano.
Nacido en Temuco, la bella capital de la Frontera, en Chile, anduvo por un tiempo recorriendo mundo. Esa experiencia también la cuenta en algunas de sus canciones: «’Tuve por allá juera pero me vine», dice por ahí. Y se lamenta cuando, al regresar, se encuentra con que se siente «extranjero en mi propia tierra». Es lo que le pasa a todo, o a casi todo el mundo. De tanto estar “ajuera” llegamos a sentirnos extranjeros cuando volvemos a la tierra que nos vio nacer, crecer, desarrollarnos y multiplicarnos, aunque no morir porque esto aun no se da aunque para allá vamos.
Es muy posible que en otros de nuestros países latinoamericanos haya trovadores como Tito Fernández que también hayan inventado un partido como el que reproduzco a continuación. Pero para nosotros los chilenos, Tito Fernández, “El temucano” es único. Como él, no hay dos.
Anoche (martes 18 de junio, 2013) estuvimos viendo el partido Costa Rica-Panamá por la Copa Confederaciones jugado en San José bajo una lluvia torrencial. Yo comentaba, entre cachaña y cachaña, que cuando con plata china los ticos construyeron el estadio nacional debieron de haberse inspirado en el estadio concebido por El temucano. «Allá por el horizonte/ en un estadio cerrado…» Así, nadie se habría mojado como se mojaron anoche.
Pues, aquí va el partido. Como un homenaje a Tito Fernández, “El temucano” y a todos los gallos que pelean en la cancha para que unos señores apostadores sigan ganando plata a manos llenas. Y para que el señor Blatter siga siendo el rey.
(Si quieren
escuchar el partido “relatado-cantado” por su autor, pueden hacer clic aquí y ¡ya!)
ALLÁ POR EL HORIZONTE
Allá por el horizonte, en un estadio cerrado,
juegan los seleccionados de la sierra y de los montes,
de un lao(1) el rinoceronte, un mono y un avestruz,
un perro, un pato, un ñandú, y los cinco delanteros:
un lagarto, un burro, un tero, un caballo y un tatú.
Del otro bando la urraca, un elefante y un ciervo,
de
halves un gato, un cuervo, y de centro
half la vaca,
las cinco piezas que atacan, un gallo y una pantera,
una tortuga guatera(2), y un loro que es una flecha,
y allá en la punta derecha, han puesto una chancha overa(3).
(Recitado)
Comienza el partido de esta tarde,
Toma la pelota el gallo, que es un huevo de avestruz,
éste la pasa al ñandú, pero intercepta el caballo.
con la rapidez del rayo éste la tira a un costao
como está bien colocao está gritando el lagarto
¡Hagan campo que los parto! pero tira desviao.
Ahí toma el huevo la chancha que tira bajo y rasante,
pero atento el elefante saca al centro de la cancha,
se produce una avalancha, todo el mundo se alborota
la culpa es de la gaviota que gritó del tabú,
¡que lo saquen al tatú!, claro, si no agarra una pelota.
Viene el centro alto y ceñido, toma de volea el perro
pero tiene miedo al fierro y se pasa a los ladridos;
el juego está suspendido, está que explota la hinchada,
el burro, flor de patada, le dio en la panza al caballo,
quiso cacarear(4) el gallo, pero el juez no cobró nada.
Cuando arremetía el pato, detiene la carga el loro,
pa cobrarle
faul al toro en la persona del gato,
suena de nuevo el silbato, viene el huevo de avestruz,
salta el perro y el ñandú, y el mono, con una piola,
lo tiene atao de la cola por si entra en juego el tatú.
Se arma el lío al poco rato entre el caballo y la chancha,
porque ésta de atrás lo engancha, y éste le grita ¡Animal!
El mono gritó ¡penal! y el juez lo echó de la cancha.
Se ha entrompao el elefante, y se ha vuelto pura arruga,
por culpa de la tortuga que no va para adelante,
hay un chajá vigilante, que nervioso se pasea,
después se armó otra pelea porque un grillo en el vestuario
dijo que no es partidario de tácticas europeas.
(Recitado)
Ya se juegan los descuentos, el
escore cero a cero,
toma el huevo el tero tero que arremete como el viento,
en ese mismo momento se produce un caso extraño,
la urraca sufre un engaño, el perro se ha puesto malo,
la culpa es del picapalos(5) que le comió el travesaño.
Está gritando la chancha, desde el extremo derecho,
que si no le dan afrecho, se retira de la cancha,
vuelve otra vez la avalancha, entra un león enfurecido,
queda el estadio vacío, cada bicho pa su aujero(6),
el
escore, cero a cero y así termina el partido.
(1) En el lenguaje del pueblo, el chileno tiende a “comerse” algunas letras, de ahí lao por lado, desviao, colocao, costao.
(2) Tortuga guatera: En Chile, guata es el abdomen, el vientre, Y una tortura guatera es la que se arrastra sobre su vientre.
(3) Chancha overa se refiere al color, generalmente castaño.
(4) Cacareo es un atributo de la gallina, no del gallo; de ahí la nota de humor; además, en el argot popular chileno, cacarear es reclamar.
(5) Picapalos es el pájaro carpintero.
(6) Aujero = agujero.
Espero lo hayan disfrutado. Con todo afecto, El Escribidor.
San Isidro de Coronado, Costa Rica,
Junio 18, 2013
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