Llegamos a uno de los textos claves para interpretar el pensamiento religioso y espiritual de Ortega o, mejor planteado, su creencia en Dios.
Porque si Ortega se manifestó en ocasiones abiertamente antirreligioso, no fue un filósofo ateo. No lo fue en absoluto.
Se trata de un breve artículo publicado en noviembre de 1926 con el título DIOS A LA VISTA.
Comienza Ortega diciendo que en la órbita de la tierra hay “un tiempo de máxima aproximación al sol y un tiempo de máximo alejamiento”. Y acto seguido aplica la imagen al sentimiento humano respecto a Dios: “Algo parecido acontece en la órbita de la historia con respecto a Dios –escribe. Hay épocas de “odium Dei”, de gran fuga lejos de lo divino, en que esta enorme montaña de Dios llega casi a desaparecer del horizonte. Pero al cabo vienen sazones en que súbitamente, con la gracia intacta de una costa virgen, emerge a sotavento el acantilado de la divinidad. La hora de ahora es de este linaje, y procede gritar desde la cofa: “¡Dios a la vista!”. (52)
La historia es el medio de manifestarse la creencia en Dios. Ortega, que tanto escribió sobre el devenir histórico, escribe aquí un texto magistral de teología bíblica. Desde su revelación en el Génesis, Dios se ha mantenido permanentemente visible al hombre. En la propia conciencia de éste, en las obras de la Creación, a través de los profetas, en su encarnación en un pesebre en Belén. Dios no se oculta. No se ha ocultado jamás. Es el hombre quien se acerca y se aleja, quien unas veces abraza a Dios y otras veces le escupe. Consciente o inconscientemente, la angustia existencial conduce al hombre a Dios unas veces y otras le aleja de Él.
Para Ortega, la eliminación de Dios no es permanente, puede que ni querida por el hombre. Los términos en que el filósofo concibe la realidad divina parecen extraídos del libro de Job o de los Salmos de David.
Goyenechea dice que en estas palabras de Ortega “podemos encontrar sustancialmente la admisión de la existencia de una realidad ultramundana, trascendente, Dios. Ortega ha vuelto su mirada hacia esta realidad divina siempre existente, pero cuya existencia permanecía oculta a su inteligencia cegada por la visión de otras realidades. ¡Cuántas veces la ausencia de Dios no es más que la plenitud de no-Dios!”. (53)
Si y no. De acuerdo en que en DIOS A LA VISTA Ortega dirige su mirada a Dios. Pero en desacuerdo total con Goyenechea en su afirmación de que la realidad de Dios permanecía oculta a la inteligencia del filósofo. Ortega siempre tuvo clara su idea de Dios. Que la expusiera o la silenciara, es otra cosa.
Unos tres años después Ortega insiste en la aparición y desaparición de Dios del horizonte humano. En esta ocasión aplica la imagen a Europa.
En su defensa de la teología frente al misticismo, escribe: “Yo creo que el alma europea se haya próxima a una nueva experiencia de Dios, a nuevas averiguaciones sobre esa realidad, la más importante de todas. Pero dudo mucho que el enriquecimiento de nuestras ideas sobre lo divino venga por los caminos subterráneos de la mística y no por las vías luminosas del pensamiento discursivo. Teología y no éxtasis”. (54)
Amén. Así sea.
El tema de la decadencia y recuperación de la fe en Dios en el alma europea parece tan importante a Ortega que, por aquellos años, cuando publica en EL SOL, de Madrid, la serie de artículos que luego formarían su libro ESTUDIOS SOBRE EL AMOR, lo trata de nuevo. Insistiendo en la superioridad del teólogo frente al místico, Ortega escribe: “Cualquier teología me parece trasmitirnos mucha más cantidad de Dios, más atisbos y nociones sobre la divinidad, que todos los éxtasis juntos de todos los místicos juntos”. Y a renglón seguido vuelve otra vez a la aproximación del alma europea a una nueva experiencia de Dios. (55)
Ortega y Gasset no fue un filósofo católico. Lo contrario, puede. Vivió de espaldas a la religión católica. Tampoco fue un hombre antirreligioso ni anticristiano. Profesó en vida un gran respeto a la religión y vivió su filosofía en cristiano.
Desde luego no fue, en modo alguno, un filósofo ateo. Cuando el religioso Santiago Ramírez afirma que “según el filósofo madrileño, Dios no existe” (56), está faltando a la verdad. O no ha leído todos los escritos de Ortega o les da la interpretación que a él conviene.
Los textos que aquí se han presentado demuestran lo contrario; que a Ortega preocupó mucho el tema de Dios. Y somos conscientes de que no están todos. No hemos querido alargar más este capítulo y hemos limitado las citas a los pasajes más significativos. El último de ellos es definitivo. Donde Ortega dice que la realidad de Dios es la más importante de todas las realidades. ¿Qué más se quiere? En esas palabras Ortega suministra una prueba clara y necesaria de la existencia de Dios. Para el hombre no existe otra preocupación ulterior. No hay compromiso mayor con la propia existencia que la búsqueda, apropiación y vivencia íntima de la realidad divina.
---------------------------------------------------------------------------
NOTAS
52. O.C. Tomo II, pág. 493.
53. Francisco Goyenechea, obra citada, pág. 359.
54. O.C. Tomo V, pág. 457.
55. O.C. Tomo V, pág. 586.
56. Santiago Ramirez O.P. obra citada, pág. 419.
Si quieres comentar o