La elección del Cardenal Bergoglio al papado responde a tres asuntos fundamentales que el cónclave consideró que era necesario abordar. Estos argumentos ayudaron a dibujar el perfil del nuevo Papa y el Cardenal Bergoglio encajaba en el mismo.
En su primer y corto discurso frente a la multitud que le aplaudía en la Plaza de San Pedro, la figura más citada fue la de la Virgen María a quien se encomendó él y su predecesor.
Su primera cita en su primer día de papado fue una visita a la basílica mariana de Sta. María la Mayor de Roma para pedir a María su guía y su ayuda. Una manera más jesuítica que franciscana de empezar un papado.
LA TAREA TRANSICIONAL
Nadie en la curia dirá nunca que el reinado de Benedicto XVI fue un fracaso. Sin embargo,
la impresión es que la elección del Papa Bergoglio es un reconocimiento implícito de que el papado anterior no logró todo lo que de él se esperaba, especialmente en lo referente al principal punto de la agenda, es decir, las relaciones con el Occidente laico. Tras ocho años de reinado de Benedicto, el Occidente secular se ha vuelto más distante de la Iglesia y también más crítico con la misma. Además, la Iglesia curial ha dado el más pobre resultado en términos de falta de normas cristianas. Por consiguiente, la Iglesia necesitaba un Papa
diferente.
Entre el tradicional y todavía secularizado Occidente y el vibrante, aunque todavía “joven”, Sur Global, el cónclave ha escogido la clásica “via media”, o “camino del medio”.
El Papa Bergoglio nació en Argentina en el seno de una familia italiana. Es latino americano pero con orígenes europeos. Encarna la transición entre el “establishment” occidental y el fervor de los habitantes del Sur. Tal vez el cónclave creyó que si elegía a un Papa africano o asiático habría resultado un tramo demasiado largo e injustificado. Por otra parte, adherirse a otro Papa europeo habría sido demasiado de un movimiento geopolítico conservador que la Iglesia no puede soportar. El Papa Bergoglio es una figura intermedia. Diferente pero no extraña. Parecida pero no es una réplica.
También es una figura de transición en cuanto a su edad(76 años). No es un Papa “joven” con la expectativa de un papado largo, ni es tampoco un Papa “anciano” con poco tiempo por delante. Su papado pondrá a prueba la voluntad de la Iglesia de Roma
de ir más allá de la posición inmovilista de los años recientes, pero puede que no tenga el tiempo suficiente para ver realizados los cambios. El cónclave no encomienda largos papados a la Iglesia Católica (como el de Juan Pablo II), pero en cambio ha optado por mantener el futuro a la vista, a la espera de ver como se desarrollará este papado. Al mismo tiempo la jerarquía se reserva el derecho de hacer cambios si lo considera necesario.
Al Papa Bergoglio se le presenta como un “outsider”, pero en realidad no lo es. Apoyado por el Cardenal Martini, Bergoglio fue finalista en el cónclave de 2005, en el que Ratzinger se convirtió en Benedicto XVI. Es bien conocido por los cardenales y fue aparentemente considerado “fiable” por el cónclave.
En la lista de los principales candidatos antes del cónclave estaba el brasileño Scherer, otra figura transicional. A Scherer, no obstante, se le percibía al parecer muy implicado en la política de la curia romana para ser capaz de liberarse de sus maniobras. Bergoglio está integrado pero no está vinculado corporativamente con el mundo curial.
LA TAREA APOLOGÉTICA
El nombre escogido por el Papa Jesuita es Francisco. Mencionó que Francisco es una referencia a Francisco de Asís (1181-1226). La prensa internacional acentuó mucho este simbolismo franciscano y, por lo visto, le gustó. Aparentemente combinará la agudeza jesuita con el énfasis en la pobreza y la austeridad. Esta decisión tiene que ver con la voluntad de marcar una transición apologética tratando de conquistar el mundo moderno.
Ratzinger se dirigió al mismo dando conferencias como un profesor, pero a Occidente no le gustan los maestros individualistas y verticalistas. Ratzinger argumentaba sus posiciones de una forma muy hábil e intelectual, pero Occidente prefiere las celebridades que puedan encender su imaginación. Ratzinger denunciaba el relativismo moral de nuestros días, pero a Occidente no le gusta la gente que no practica lo “políticamente correcto” de aceptarlo todo. La estrategia de Ratzinger terminó en inmovilismo.
El Papa Francisco comenzó su papado con un estilo apologético muy diferente. Accesible, normal, corriente, le gusta estar con la gente, hablar su lenguaje y hacer su mensaje sencillo. Ratzinger subrayaba “la fe y la razón”, en cambio Francisco es probable que ponga el énfasis en “la misericordia y la sencillez”. Ratzinger se dirigía a Occidente como teólogo; Francisco es posible que insista en la humanidad común de todos. La diferencia es significativa.
¿Llegará la Iglesia a ser pobre y mansa? ¿Dará prioridad a un estilo de vida más sencillo? ¿Pondrá un mayor énfasis en sus labores espirituales que en sus intereses seglares?
Una cosa que debe recordarse es que Francisco de Asís no quería reformar toda la Iglesia, sino que deseaba obtener el derecho, por parte de la iglesia oficial, de vivir en la pobreza con su círculo de amigos. Anhelaba un lugar apropiado para proseguir con sus ideales evangélicos, dejando intacto el aparato de la iglesia imperial. La Iglesia de su tiempo le dio de buena gana lo que quería porque no se sentía amenazada por él.
Veremos si el Papa Francisco conseguirá que la pobreza evangélica deje de ser un lugar de unos pocos idealistas y se convierta en el estándar de la Iglesia mundial. Si es éste el caso, tendrá que examinar a Pedro Valdo (1140-1218) a quien le gustaba que Francisco practicara la pobreza evangélica, pero desafió a la iglesia oficial a hacer lo mismo. Francisco fue integrado y Valdo fue perseguido.
LA TAREA GEOPOLÍTICA
Un pensamiento final sobre el significado geopolítico de la elección. El Papa Bergoglio viene de un país donde, en las últimas décadas, el statu quo secular, que vio el catolicismo romano siendo la religión dominante, ha sido sacudido por el crecimiento de las iglesias evangélicas y nuevos movimientos religiosos de varias clases.
Este fenómeno diseña una nueva geografía espiritual del país.
Lo mismo puede decirse de otros países latinoamericanos. Es interesante que la Iglesia Católica elija un Papa procedente de América Latina y le encomiende la misión de supervisar y presidir este espacio religioso continental que ha llegado a ser diluido por no decir débil. La respuesta tradicional al crecimiento numérico de los evangélicos ha sido etiquetarlos como “sectas” y “cultos”, pero este enfoque despectivo no detiene a los millones de personas que abandonan la Iglesia Católica. Ahora, el mismo Papa estará directamente implicado en rescatar el continente.
Algo importante está sucediendo en América Latina y el riesgo de perder el continente hizo que se considerara la necesidad de encauzarlo al más alto nivel.
El Papa Francisco es una figura de transición. El tiempo demostrará de qué forma será latinoamericano, curial, jesuita y franciscano.
Traducción: Rosa Gubianas
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