UN JOVEN POETA MEXICANO
Sin vanagloria, sin alharacas, con una suavidad y una terneza propia de un auténtico seguidor de Cristo, así va por la vida Juan Ángel Torres Rechy (Xalapa-Equez., Veracruz, México, 1983), licenciado en Lengua y Literatura Hispánicas por la Universidad Veracruzana.
Quien lo conoce, aunque sea por unos instantes, constata que tiene ante sí a un joven que en verdad se ha entregado a Cristo, al margen de banderías y de estériles peroratas teológicas. Él se limita a decir: “Siempre, hasta el horizonte, la misma palabra de Cristo”.
O también, ya dando muestras de su aprendizaje en cuanto a alcanzar la temperatura idónea del lenguaje poético:
Quizá haya palabras de otro mundo
como palomas al pie de nuestra ventana
para acercar la mano y el rostro
suspendiendo la respiración
hasta tocar el cristal.
Torres Rechy, será uno de los grandes poetas mexicanos en la vertiente cristiana, en la ofrenda de la palabra a la Palabra. No tengo duda alguna. Y en parte se lo deberá a Salamanca, pues en esta ciudad universitaria tan entrañable para el mundo cultural iberoamericano, él ha ido destilando sus versos, depurando su impronta, mejorando, siempre mejorando, como es deber de todo poeta que se precie de tan difícil misión.
Y, lo más difícil todavía, Torres Rechy aúna palabra y obra. En la palabra sigue a Juan de Yepes y otros místicos necesarios. En la obra sigue a Jesús en todos sus extremos. Ni una voz altisonante, ni un exabrupto. Y siempre presto a servir, a pesar de sus múltiples limitaciones materiales. Yo admiro a este joven.
ALGUNOS DATOS
En la Universidad de Salamanca escribe una Tesis Doctoral en el Programa Vanguardia y Posvanguardia en España e Hispanoamérica. Tradición y Rupturas en la Literatura Hispánica (Universidad de Salamanca).
Poemas suyos están incluidos en las antologías
Neblinenses (Xalapa, 2005);
Poesía para un existir (Homenaje a Santiago Castelo, Badajoz: Unión de Bibliófilos Extremeños, 2010);
O Divino. Sílabas do Oeste (Sirgo, Castelo Branco, Portugal, 2011, traducido al portugués por el maestro António Salvado) y en la antología del XV Encuentro de Poetas Iberoamericanos “
Di tú que he sido” (Homenaje a Miguel de Unamuno, Edifsa, Salamanca, 2012, pp.151-160).
También se pueden leer sus poemas en la revista electrónica
Crear en Salamanca. Ha participado en Lecturas poéticas en la Universidad de Salamanca (2008), en el Encuentro “Los Poetas y Dios” (Toral de los Guzmanes, León, 2009-2012), en el Encuentro Cristiano de Literatura y Premio Jorge Borrow de Difusión Bíblica (Salamanca, 2011-2012) y otros.
En su país fue profesor de Español y Literatura en Secundaria y Bachillerato. Actualmente formas parte del Seminario de Estudios Medievales y Renacentistas (SEMYR) de la Universidad de Salamanca.
DOS POEMAS ANTÓLOGICOS
Me conmueve haber seguido el crecimiento poético de Juan Ángel Torres Rechy. Ha ido superándose tramo a tramo, aceptando las críticas y recomendaciones de propios y extraños. Aquí dos muestras de su buena poesía.
EL SILENCIO DEL CORDERO
Acaso esta vida sea un vuelo rapidísimo,
un destello de luciérnaga,
una oruga que apenas nace.
Escritura en el caer de las hojas,
la calma del manantial, el estruendo de la cascada,
el mismo sueño, el mismo despertar.
Oídos sordos al sonido sin sonido,
ojos ciegos a la imagen sin imagen,
un corazón de piedra a la palabra sin palabra.
El hombre sin ser hombre en el alma de la mujer,
la mujer sin ser mujer en la del hombre,
tierra oscura
cielo estéril.
Desde el principio, hasta el horizonte, el mismo silencio del Cordero.
LUZ EN LA PASIÓN DEL PASTORCICO
Oh, frágil Espíritu Santo,
del amor del Padre y del Hijo fruto
de aire
oculto
en puñados de risas y lágrimas.
Oh, débil Espíritu Santo,
del amor de mujeres y hombres sonido
trazado con notas en un pentagrama
vacío.
Oh, amor frágil, débil,
sustenta nuestras cítaras
y nuestras plumas
para que resulte un mar en el pecho
nuestra alabanza, la súplica
al Pastorcico
colgado de un árbol.
Ponemos nuestra miseria en tus manos.
Perdón por el atrevimiento
de pronunciar tu nombre,
estrella,
pájaro,
hoja,
niño,
tierra,
misterio
sin nombre.
Abre nuestras ventanas,
abrázanos,
rompe la muralla
en nuestra frente, que mane
tu voz,
si crees que así deba ser.
Pon tu silencio en nuestros oídos,
háblanos.
Ten piedad de estas piedras,
estrella,
ilumínanos; pájaro, llévanos
como collares en tu vuelo;
hoja, tócanos como a ti te toca el viento; niño,
juega; tierra, susténtanos.
Si quien es pobre tiene a Dios,
si la vida se alcanza por la muerte,
si la muerte se alcanza por amor,
si por amor damos lo que tenemos
para ganarlo porque si lo guardamos
lo perdemos; si tú, rey bello,
fuiste herido, desnudado y colgado,
¿cómo te entenderemos?,
¿cómo te amaremos?
¿cómo podremos subir contigo al árbol?
Tus ojos resultan un naufragio
entre olas de reticencia.
Quijadas de animales nocturnos
destrozaron tu pecho.
Estrella, pájaro, hoja, niño, tierra, misterio,
echa luz a nuestro olvido,
echa viento en las velas de nuestras barcas,
ayuda al pobre Pastorcico a poner su alma en el Paraíso.
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