“Hay Monsiváis para un buen rato”

A modo de epílogo: Una vez que finalice la Historia, se impartirán cursos de espiritismo. [¨Se interrumpe el texto] C.M., texto de la última página de Las esencias viajeras

Para alegría de sus lectores/as, no dejan de aparecer volúmenes de Carlos Monsiváis, inéditos o pendientes, lo que anticipa que “hay Monsiváis para un buen rato”.

En la reciente Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería, en la capital mexicana, se presentó un nuevo libro, Las esencias viajeras. (Hacia una crónica cultural del bicentenario de la Independencia), publicado conjuntamente en 2012 por el Fondo de Cultura Económica y el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes.[i]

De 400 páginas y un tiraje de 10 mil ejemplares (2000 en pasta dura), consta de 40 secciones integradas por una selección de textos dispersos que Antonio Saborit, director del Museo Nacional de Antropología e Historia, y compañero laboral de Monsiváis durante muchos años, recopiló a fin de ofrecer un panorama de su trabajo escritural de épocas recientes. Este nuevo tomo se agrega a Democracia, primera llamada. El movimiento estudiantil de 1968 (Gobierno de Colima, 2010), Aproximaciones y reintegros (Trilce, 2012), textos publicados en el suplemento La Cultura en México, de la revista Siempre!, que el cronista dirigió en los años setenta, y Maravillas que son, sombras que fueron. La fotografía en México (Ediciones Era, 2012).

En la citada presentación participaron Saborit y Rafael Rojas. El primero se refirió a la metodología de trabajo de Monsiváis y a la influencia del periodismo en sus textos: “Dijo que detrás de muchos de los ensayos de Monsiváis estaban los fantasmas de 30 diferentes versiones, siendo parte del código de trabajo del escritor el cumplir siempre y adaptarse a las fechas de entrega de las redacciones y las editoriales, descubriendo que a veces en el último minuto podía fijar la esencia viajera de una aseveración útil. El periodismo le enseñó a tomar a Monsiváis con un grano de sal su escritura diaria, pero además la necesidad de observar la vida en todas sus manifestaciones, aspecto que se ve reflejado contundentemente en sus libros”. Y aseguró que Las esencias viajeras “contiene algunos de los fenómenos de Latinoamérica que se ligan a su necesidad absoluta de independencia, concluyendo este ensayo durante el año 2009, bajo la presión de su enfermedad e incluso corrigiendo en los últimos días el índice de la obra”.[ii]

Así se referió a los intereses monsivaítas reflejados en el libro: “Los nacionalismos, la izquierda, la revolución cubana, la literatura, son los elementos que se encuentran en este libro, donde también hace mención de personajes como Fernández de Lizardi, José Martí, Gabriela Mistral, Octavio Paz, Jorge Luis Borges, entre muchos otros. Monsiváis construye un mito social, siendo este libro una ilustrada noción del mundo que nos dice que el hombre no es una isla y su salvación puede estar al alcance de su mano”.

Rojas, a su vez, señaló: “Las esencias viajeras funciona como una silueta, un retrato, pero a la vez un testamento de la obra de Carlos Monsiváis, siendo de entrada una historia política de América Latina desde la fundación de los estados, de sus ideas, sus sujetos, pero ante todo, una historia de la cultura. Todo eso es este libro, donde nos cuenta, por ejemplo, la trayectoria de un puñado de repúblicas y su tránsito a las guerras civiles, los esfuerzos por reformar los estados a través de la tercera generación de políticos como Benito Juárez, pero además se describen las dictaduras, revoluciones y populismos del siglo XX”. Mencionó también el recorrido que hace Monsiváis por la revolución cubana y la entrada de la Guerra Fría, “pero además de la crisis global que afecta a nuestro continente, todo ello a través de viñetas, describiendo las ficciones fundacionales, pero además hace una lectura de las vanguardias de los años veinte y treinta, compartiendo su propia visión sobre el grupo de Los contemporáneos”.

No dejó de subrayar su crítica al nacionalismo imperante en la región latinoamericana:“Cuestiona el nacionalismo como un síndrome de la fundación republicana y la polarización entre proyectos liberales y conservadores y naturalmente le da mucho espacio a la Revolución Mexicana y los autoritarismos generados por otras revoluciones como la cubana, que propicio cierta homofobia, sería difícil reconstruir todo lo que aborda en este volumen, donde también hay una notable historia de la cultura de nuestros pueblos”. Finalmente, aseguró que Carlos Monsiváis “siempre fue un historiador que escribió sobre el pasado como si fuera presente, porque ante todo fue un cronista para quien esa galería de muertos celebres de nuestra cultura estaba conformada por seres vivos. Carlos debate con fuerza en este libro el mito del fin de las identidades, la historia y las ideologías y nos dice que no se puede entender a América Latina sin su contacto con el mundo, de ahí que en nuestro continente se propicien siempre las esencias viajeras”.

En sus “Palabras al margen”, con que abre la obra, Saborit explica sus entretelones: “Monsiváis decidió aprovechar la hora de los bicentenarios americanos para llamar la atención sobre ‘algunos de los acontecimientos, fenómenos, corrientes de pensamiento, creadores, movimientos artísticos cuya razón de ser primera y última ha sido la voluntad explícita de independencia, de autonomía, de liberación en lo tocante a la cultura o ‘la vida del espíritu’’ y, en efecto, integró su propio panorama latinoamericano, siempre con la ayuda de la poesía, así como de las herramientas del género en el que siempre se sintió más cómodo, la crónica. Él mismo integró las cuatrocientas cuartillas de su mecanoescrito, y en la primavera de 2009, a contrapelo de los trabajos y fatigas que ya le imponía su aflicción pulmonar, les dio el orden con el que ahora salen en busca de nuevos y viejos lectores”.[iii] Y resume las intenciones de Monsiváis con este volumen: “…aun en su atomización, expresa una voluntad y un propósito indesprendibles de la obra ensayística de Monsiváis. Su propósito no fue otro que descubrir y hacer ver los lenguajes abstractos y colectivos de la construcción en curso que es América Latina, unas veces en tono mayor y las más en menor”.

El propio Monsiváis anuncia, con cierta modestia, en el prólogo: “Declaración de principios: no intento lo imposible, cubrir dos siglos latinoamericanos de tragedias, hazañas, avances civilizatorios, retrocesos, problemas irresolubles que suelen presentarse como señas de identidad, héroes conocidos y desconocidos, dictadores con multitudes que los lloran, agravios históricos que suelen provenir del imperialismo norteamericano y de las imposiciones de las oligarquías; sobre todo y ante todo el rasgo invariable: la persistencia de la desigualdad. De este territorio inabarcable y con la humildad debida, elijo —otra tarea imposible— la crónica de algunos de los acontecimientos, fenómenos, corrientes de pensamiento, creadores, movimientos artísticos, cuya razón de ser primera y última ha sido la voluntad explícita de independencia, de autonomía, de liberación en lo tocante a la cultura o ‘la vida del espíritu’. También, y por la ampliación de temas ya necesaria, incorporo corrientes de vida religiosa o de la sensibilidad distinta hasta ahora no consideradas parte de la vida latinoamericana”.[iv] Y explica las razones del título: “¿Por qué “esencias viajeras”? Para distanciarme del esencialismo o de los dictámenes de la contingencia (‘Lo que no es en tu año, no ha sido’), al abordar a las sociedades latinoamericanas he optado por otra vía interpretativa, la que señala el ‘nomadismo’ de las creencias, las tradiciones, las convicciones: si lo esencial de las sociedades no ‘viaja’, desaparece’”.

Monsiváis cumple con creces sus propósitos, pues en Las esencias viajeras conviven textos muy variados que muestran la riqueza cultural del continente, por lo que puede decirse que es el complemento, a mayor escala, de La cultura mexicana en el siglo XX.

Cuatro son las secciones que desarrollan con detalle los temas de religión, secularización y tolerancia: “Iglesia y Estado: ‘Entre santa y santo / pared de cal y canto’”, “El liberalismo político. Los ‘soldados de la Idea’”; “La secularización: de las ciudades de Dios a las aglomeraciones de los hombres y, ampliación de género, de las mujeres”; y “De las variedades de la experiencia protestante”, versión abreviada de lo que en estas páginas hemos calificado como su “testamento protestante”.

Nos ocuparemos de ellas en las siguientes entregas.