POETA Y GESTOR CULTURAL
Jaime Quezada ha sido presidente de la Sociedad de Escritores de Chile y director del Taller de la Fundación Pablo Neruda. Actualmente es presidente de la Fundación Premio Nobel Gabriela Mistral. Si resulta un reconocido experto sobre literatura chilena, más lo es como estudioso y difusor de la poeta Gabriel Mistral, Nobel de Literatura como Neruda. Sobre ella son sus más recientes libros de ensayo:
Gabriela Mistral: Pensando a Chile y
Gabriela Mistral: Nuestra América.
Y esto es lo que dice sobre la notable poeta, con cuya obra tiene muchos lazos, especialmente lo telúrico y lo cristiano: “Tanto la poesía como la prosa de nuestra Mistral conlleva permanentemente el tema de lo religioso y de lo indigenista, amén de otras vertientes fundamentales (lo geográfico, lo social, lo americanista) que la nutren. Digamos que lo religioso, en su sentido de vida y de ritualidad, está en su escritura y en su gesto de quien quiso ser siempre la mujer fuerte de la Biblia. Desde
Desolación a
Lagar, la poesía mistraliana tiene, sin duda, ese regusto bíblico de la expresión y del tema: una búsqueda o camino de perfección”.
Con relación a su propio peregrinaje, creo pertinente reproducir un interesante testimonio, profundamente honesto y valioso: “Vengo de una familia paterna conservadora y tradicionalista, lo más rueda de carreta del abolengo político chileno. Sin embargo, un tío marxista, que leía la Biblia y el Manifiesto comunista, me inclinó hacia una izquierda extrema y socialista, que al final de cuentas resultó tan conservadora y tradicionalista como aquella. Eran los tiempos de una cultura cívica chilena ilustrada y ejemplar.
Total, hoy soy cristiano y chileno, sin militancia partidista…”.
DOS POEMAS
Jaime Quezada es un poeta muy del linaje de Juan de Patmos, posiblemente más próximo a su decir poético que su admirado Juan de Yepes.
Cronista y crítico literario en destacados periódicos y revistas, lo cierto es que su poesía tiene una impronta propia, no repetitiva ni al uso más frecuente de la poesía contemporánea en lengua castellana.
Leamos su propia aproximación: “Quizás la definición más cercana que podría revelar mi poesía, es que es una poesía inserta en el proceso de la poesía chilena, pero que va hacia lo historicista, hacia los tiempos: rescatar un tiempo pasado y un tiempo por venir; hacia lo apocalíptico o profético y con acercamientos religiosos y de afanes por la naturaleza, y por el hombre de estos tiempos”.
Termino con un curioso hecho que me liga con Quezada: es que a ambos nos durmió Octavio Paz. A él, cuando el año 71 era alumno del Nobel mexicano, en el Colegio de México. A mí fue el año 91 y en la Residencia de Estudiantes de Madrid, mientras leía su última poesía. Una pena decirlo, pero era bastante monocorde su lectura.
Les dejo con dos creaciones de Jaime Quezada, un nombre a tener siempre en cuenta.
LEPROSÍA
Pobre y pálido adamita
Que no tiene más sábanas que el cielo
Blanco de mi cuarto ni más almohada
Que una piedra laja de río en el pecho
Pero amado por tus ángeles caídos oh Dios
En esta hora de ortiga
Tan desnudo de mí.
VIERNES SANTO
Tocaron trompetas y pífanos
Y aullaron largamente los lobos
Y oscurecieron los cielos y las montañas temblaron
Y los valles los desiertos los abismos
Y de las piedras polvo
Y el polvo de las piedras corona mi cabeza
Y mi cuello se curva como rama de manzano
Cuyas flores son solo una visión del paraíso
Y oí una voz
Por sobre las voces de los temerosos y homicidas
De los fornicarios y hechiceros
Y era la voz de mi padre muerto en otros siglos
Sin trompetas ni pífanos
Desde la ventanilla de un avión en pleno vuelo
Alguien me mira
Y compadece mi abandono: Y el primer cielo
Y la primera tierra se fueron
Y el mar ya no es
Y un ángel cayendo de una torre en llamas
Es mi último recuerdo.
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