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Benedicto XVI: poco carisma, ¿y nada de poder?

Ahora, frente a su dimisión, sobran los analistas que consideran como razón de la misma que Benedicto XVI se hartó de las rebatingas que distintas facciones tienen por el poder en el Vaticano
KAIRóS Y CRONOS AUTOR Carlos Martínez García 23 DE FEBRERO DE 2013 23:00 h

Retomo lo que escribí, y fue publicado por el diario para el que colaboro en México, La Jornada. Es mi opinión sobre el abandono que ha hecho Benedicto XVI al cargo de Papa de la Iglesia católica romana. No estoy de acuerdo, como sostengo en el artículo, que el conspicuo personaje hubiese estado cooptado, como afirman bastantes analistas, por una mafia clerical de la que él, supuestamente, sería ajeno. He realizado pequeños cambios y adiciones.

Con su renuncia al cargo Benedicto XVI ha desatado encontradas hermenéuticas, que buscan explicar la verdadera causa de su dimisión al frente de la Iglesia católica.

Desde distintas perspectivas una amplia gama de comentaristas consideran que la decisión tomada por el personaje es encomiable y ejemplar. También afirman distintas fuentes que al dejar voluntariamente el obispado de Roma el alto clérigo está criticando a la burocracia eclesial que impide corran aires frescos en la Iglesia católica. ¿Es así?

Juan Pablo II, antecesor de Benedicto XVI, le dejó a éste un legado muy pesado en el terreno mediático. La capacidad de Karol Wojtyla para conmover a las masas por todo el orbe siempre tuvo muy contentos a los promotores de sus continuas giras. Era muy carismático, sus palabras y gestos levantaban en sus oyentes expresiones de júbilo, y no pocas veces manifestaciones de histeria colectiva. Esto por el lado mediático.

En cuanto a la forma en que condujo a la Iglesia católica, Juan Pablo II reforzó el verticalismo de la institución y se deshizo de las voces críticas al interior de la misma.

En el terreno del carisma Benedicto XVI es la antípoda de su antecesor. Demasiado frío y lejano para las expectativas de quienes se acostumbraron a los espectáculos armados por Juan Pablo II. Las giras papales se redujeron al mínimo necesario. Comparativamente el Papa de origen alemán gozaba de mucha mejor salud que la de Juan Pablo II en la última década en que fue el máximo dirigente de la Iglesia católica y, pese a todo, continuó con sus extenuantes giras.

El contacto con las multitudes, el baño de pueblo, no es lo de Joseph Ratzinger. Tiene un considerable déficit de carisma.

Ahora, frente a su dimisión, sobran los analistas que consideran como razón de la misma que Benedicto XVI se hartó de las rebatingas que distintas facciones tienen por el poder en el Vaticano. Sostienen que el agobio de los escándalos de abusos sexuales terminó por vencerlo. Ante esto, especulan algunos, el Papa prefirió concluir su gestión antes que continuar lidiando con los burócratas que detienen la renovación de la Iglesia católica.

Entonces, consideran, no fue la avanzada edad ni la salud precaria las razones que le llevaron a dimitir.

En los casi ocho años que ha sido Papa, fue elegido el 19 de abril del 2005, Joseph Ratzinger tuvo la oportunidad de impulsar cambios sustanciales en la Iglesia católica. Decidió no hacerlos por convicción propia.

Al igual que quien le antecedió en el cargo, el Papa germano congeló las directrices del Vaticano II. Privilegió el nombramiento de cardenales, arzobispos y obispos de perfil conservador. Reconcentró el poder y relanzó el carácter ritualista de la vida eclesial, minimizando las expresiones que se llaman proféticas y en favor de los más desposeídos. Su conocimiento teológico lo puso al servicio del atrincheramiento cognoscitivo y contra la diversificación realmente existente en el mundo.

Así como Juan Pablo II le dejó una desventaja en el carisma que cautivaba a las multitudes, también le heredó el gravísimo problema de los abusos sexuales de infantes cometidos por clérigos en distintos países del orbe. Lo que hizo Benedicto XVI ante la creciente bola de nieve de los señalados abusos fue un control de daños. Este control estuvo más enfocado a salvaguardar las estructuras de la Iglesia católica y menos a impartir justicia a favor de las víctimas.

El aparato propagandístico del Vaticano estuvo enfocado en difundir que Joseph Ratzinger disciplinó a los abusadores y dejó entrar la luz en las tinieblas de la pederastia clerical. No fue así, porque él interpretó la flagrante realidad de los abusos sexuales como resultado de malas conductas de algunos sacerdotes. Soslayó las redes de protección construidas durante décadas por parte de obispos que cerraron los ojos ante los reiterados ataques sexuales perpetrados por párrocos en sus jurisdicciones diocesanas. Los abusadores no actuaron solos, tuvieron la protección de estructuras anquilosadas y que ponen en desventaja a la feligresía.

Los mecanismos del encubrimiento a favor de los pederastas han sido bien explicados por las víctimas y sus organizaciones. Fue criminal que en México, Estados Unidos, Inglaterra, Irlanda España y Alemania, por citar algunos países, las cúpulas clericales hicieron todo lo que estuvo a su alcance para ocultar y proteger a los sacerdotes abusadores. Hubo complicidad para no afectar, según ellos, el prestigio de la Iglesia católica. Todo esto lo supo Joseph Ratzinger cuando fue prefecto para la Congregación de la Fe y con más precisión al asumir el papado.

Ante las presiones por los escándalos de abusos sexuales en contra de infantes impunemente cometidos por sacerdotes, a Benedicto XVI no le quedó de otra sino medio aceptar públicamente lo extendido del problema. En el paradigmático caso de Marcial Maciel la pena impuesta fue más de apariencia que de alcances reales. Todo se redujo a una responsabilidad meramente personal por parte del fundador de los Legionarios de Cristo, y ni una palabra acerca de las redes institucionales que le dieron impunidad a Maciel a lo largo de varias décadas.

Benedicto XVI no quiso dar un golpe de timón para reorientar a la Iglesia católica y hacerla más cercana a las necesidades de su feligresía.

No estoy de acuerdo con quienes interpretan su renuncia como una confesión, entre líneas, de ya no tener fuerzas para enfrentar a los grupos de poder que lo rodean y paralizan sus iniciativas en el Vaticano.

Es claro que le faltó carisma, igualmente es nítido que tuvo el poder para hacer un nuevo aggiornamento de la Iglesia católica. Lo que le faltó fue voluntad, convicción para reformar a la institución eclesial que tiene graves dificultades para convivir con la diversidad.
 

 


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COMENTARIOS

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luis alberto
03/03/2013
17:04 h
9
 
Considero que este blog es un recurso para cualquiera que está pensando sobre el significado de la Iglesia, la fe cristiana como un signo de UNIDAD, y el valor del dialogo como medio para esa unidad. Como decía el Papa Juan Pablo II:” comprometido con un dialogo paciente y fraterno”. El gran exegeta luterano John Reumann (colaborador de un estudio con teólogos católicos sobre PEDRO en el N.T.) dice: “los que son propensos a recordar que el papado ha sido muy recientemente llamado “anticristo” y que están abiertos a sugerir, que el papado no debe ser “reformado”, serán considerados al basurero de la historia”. Evidentemente que al tacho van las ideas, no las personas. En Cristo Lucho
 
Respondiendo a luis alberto

Eduardo Prado
03/03/2013
17:04 h
8
 
Domingo: Acá en México cuando vino Benedicto XVI de visita se presentó un libro basado en evidencia documental proporcionada por personas del Vaticano donde se demuestra que el encubrimiento institiucional para Marcial Maciel no es mera cuestión de opiniones sino de datos duros. ¿Qué tan enterado está usted de esto? El libro se llama 'La voluntad de no saber'.
 
Respondiendo a Eduardo Prado

Adan Quintanar Vargas
01/03/2013
17:03 h
7
 
Un articulo con mucha verdad, saludos
 
Respondiendo a Adan Quintanar Vargas

felipe de jesus garcia
01/03/2013
17:03 h
6
 
Creo que todo católico conciente de su funcion en esa iglesia, debería renunciar a ella también.Yo lo hubiera hecho si fuera parte de ella; de lo contrario sólo me expongo a asistir al espectáculo de lascivia y perversiones que ha ofrecido y seguirá ofreciendo la ICR.Todo está registrado en la Historia.Los Borgia son son un pequeño ejemplo.Si alguien quiere, que defienda lo indefendible.
 
Respondiendo a felipe de jesus garcia

eva
01/03/2013
17:03 h
5
 
¿Por qué no se presenta usted como candidato al papado? Seguro que lo haría mejor
 
Respondiendo a eva

Domingo Cáceres
26/02/2013
23:56 h
4
 
Sr. Eduardo, tanto lo suyo como lo de Carlos Martínez son meras opiniones y preferencias personales, fruto de un esfuerzo por interpretar la motivación profunda de sus actos. Mientras BXVI sigue siendo un anciano de 85 años, ya sin fuerzas fisicas ni mentales para tan grande responsabilidad ... llevará una vida acorde a su edad en un momasterio ... es lo concreto.
 
Respondiendo a Domingo Cáceres

Eduardo Prado
25/02/2013
22:03 h
3
 
Domingo y Luis Alberto: ¿por qué evaden el asunto principal? Ratzinger no tuvo el valor ni la integridad para enfrentar el encubrimiento institucional de pederastas por parte de la jeraquía católica. Ese es el asunto principal. Es más cómodo pretender ignorarlo y querer reducir todo a las meras opiniones y preferencias personales de Carlos Martínez. Ustedes sí tengan el valor de tomar al toro por los cuernos ya que el Papa no lo hizo.
 
Respondiendo a Eduardo Prado

Domingo Cáceres
25/02/2013
14:59 h
2
 
Sr. Matínez: estamos hablando de un hombre de 85 años (que en otros casos ya sería una persona jubilada), con la obligación de asumir todas las funciones que requieren una organización religiosa de caracter mundial. La edad tiene sus efectos sobre el rendimiento físico y mental de una persona, y para eso basta con consultar con un profesional médico geriatra. Muchos dicen que tal como JP II tuvo que morir en su cruz, pero también es altamente razonable y ético el renunciar a sus funciones en vista a un bien mayor. Lo demás, opiniones suyas.
 
Respondiendo a Domingo Cáceres

lluis alberto
25/02/2013
14:59 h
1
 
Si el señor Carlos Martínez no está contento ni conforme por este 'abandono' de Benedicto XVI, es su problema. No es para tanto hermano Carlos ya que usted no es católico. En lo personal, muy contento por esta valentía y franqueza de Benedicto XVI por el bien de la Iglesia. Estoy muy seguro que el Espíritu Santo lo seguira sosteniendo en la fe para que siga 'confirmando a sus hermanos'. Un abrazo en Cristo Lucho.
 



 
 
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