Objetivo y recepción por parte de otros medios. En la entrega inicial el periódico presenta las razones por las cuales sale a la luz pública. Después de comentar en el editorial los usos de lo que llama “magnífica invención de la imprenta” como instrumento para difundir ideas, y de asentar que si “el error tiene sus representantes en el periodismo”, en consecuencia pregunta “¿por qué la verdad no los ha de tener?”, y responder que
La Estrella de Belén será instrumento de la verdad, expresa claramente su objetivo:
Nosotros vamos a luchar contra el error, en las dos formas que ha tomado para enseñorearse de México. La incredulidad y la fe romana son nuestros enemigos; pero los incrédulos y los romanos son hermanos nuestros. Cristo nos manda aborrecer el pecado, y amar al pecador. Nosotros, cristianos, no olvidaremos este dulce precepto.
No haremos la guerra al gobierno, ni tomaremos parte en ninguna lucha puramente política. La propagación del Evangelio es nuestro fin y por lo mismo jamás olvidaremos el precepto: Dad al César lo que es de César y a Dios lo que es de Dios […] Nuestra causa no es puramente humana, es la causa de Cristo y Él nos sostendrá”.
[1]
Tras haber sentado su razón de ser y dar cuenta, en artículo sin firma, del estado religioso del país, en la sección crónica del periódico se notifica la existencia de un Sínodo que agrupa ministros del Evangelio.A tal cuerpo “le está encomendada la admisión de ministros y tiene a su cargo el cuidado de que no falten predicadores a las congregaciones, de que se predique el Evangelio sin errores, y de que los ministros tengan una conducta pura y honrada”.
[2]
De forma muy clara el periódico se identifica como protestante. En cada número hace comparaciones doctrinales entre la fe evangélica y el catolicismo romano. Las ediciones correspondientes al 24 de junio y primero de julio son dedicadas casi íntegramente a reproducir un folleto escrito por W. E. MacLaren, titulado
El protestantismo.
Antes hemos reproducido la opinión de Ignacio Manuel Altamirano sobre La Estrella de Belén. No fue la única expresada en el bando liberal. El Siglo XIX hace elogios a la publicación protestante.
[3] Entonces el redactor en jefe de este periódico era Manuel Payno, e Ignacio Manuel Altamirano fungía como responsable de la parte literaria. Ambos tenían tras de sí una reconocida obra escrita y abundante producción periodística.
La Estrella de Belén no pasa desapercibida para los lectores de la prensa, algunos de ellos registran su presencia en el universo de intensa circulación de impresos existente en aquél entonces. Muestra de ello es el soneto escrito por un anónimo (residente en el interior del país), pieza en la que cada nombre en cursiva corresponde a una publicación que por la época circulaba en México:
Sigue el antiguo
Monitor charlando,
Al público la
Orquesta divirtiendo,
Y la
Opinión furiosa combatiendo,
Y el
Siglo ni mordiendo ni adulando.
El
Boquiflojo su misión llenando,
El
Diario a
Carabantes imprimiendo,
La
Iberia sus sonrisas repartiendo,
La
Revista los dientes rechinando.
Sigue el
Ferrocarril sin un durmiente;
Vacilando la
Estrella protestante;
Salió
La Voz cascada y penitente:
Sigue Don Sebastián siempre adelante,
Sin temor de que el hilo se reviente
Ni que ningún
Don Trinidad le espante.
[4]
Como reacción a La Estrella de Belén comienza a publicarse La Razón Católica.
[5] En la edición primera, como editorial de presentación, apunta lo nocivo que es la irrupción de la prensa protestante en el escenario nacional. La mira del periodismo no católico es propagar las doctrinas del protestantismo, con el fin de “inculcar en el espíritu de los hombres sencillos e ignorantes los errores que fomentan el orgullo de nuestra razón, e incitan las malas inclinaciones de nuestra naturaleza”.
[6] Abunda en la descripción de su contraparte:
El catolicismo es el objeto de las diatribas de algunos escritores, que han aparecido en estos últimos días, encargados, según anuncian ellos mismos, de extirpar de México la incredulidad y la creencia católica bajo el nombre de mentira religiosa que ellos le dan. No tenemos motivo para temer, que estos periodistas, cualesquiera que sean sus elementos de ciencia y de poder, lleguen a destruir en la República la creencia religiosa que profesa el pueblo mexicano, ni nos alarma la confianza que presumen tener en la justicia de la causa, que sacrílegamente llaman de Dios.
[7]
El proyecto periodístico más importante del conservadurismo católico mexicano en el último tercio del siglo XIX lo representa
La Voz de México. De la fecha de su nacimiento, 17 de abril de 1870, al 19 de febrero de 1875 es el órgano informativo de la Sociedad Católica de México.
[8] Después, y hasta el 30 de diciembre de 1908, cuando cesa de publicarse, mantuvo una estrecha cercanía ideológica con los postulados del catolicismo.
La Estrella de Belén tiene algunas dificultades que la llevan a suspender su publicación correspondiente al 6 de mayo, la que aparece una semana después. Ante la breve ausencia
La Voz de México pone en duda que la publicación protestante pueda volver a circular.
[9] La misma fuente saluda haber recibido en sus oficinas el tercer número de
El Sol de Judea, “consagrado a combatir los errores que defiende el protestantismo”.
Quien antes duda que la
Estrella de Belén siguiese con vida,
ante la evidencia de que sí continúa propagándose, le dedica un amplio editorial al “pequeño periódico redactado por noveles protestantes […] en realidad no es otra cosa mas que un libelo consagrado a calumniar la santa institución del Pontificado, y a lanzar amargas y sangrientas sátiras contra los vicarios de Jesucristo”. Ejemplifica sobre los daños padecidos en Inglaterra y Alemania por la ruptura con la Iglesia católica en el siglo XVI, en esas naciones, afirma, hay “llagas incurables que en su población ha dejado el protestantismo: miseria y prostitución, envilecimiento casi fabuloso”.
[10] El medio católico señala que constantemente el impreso protestante lanza sus diatribas contra un personaje muy respetado en el mundo:
La Estrella de Belén es verdaderamente fecunda en cuanto atributar insultos gratuitos a los Papas, y nada perdona para satisfacer su saña contra hombres que por sus virtudes, su ciencia, sus obras verdaderamente grandiosas y su amor sincero a la humanidad, están colocados a tan grande altura, que el protestantismo no es siquiera digno de dirigir sus miradas para contemplarlos.
[11]
El último número de La Estrella, el 17 de fecha 10 de septiembre,en el acervo de la Hemeroteca Nacional de México parece no haber sido la entrega final. Pensamos esto porque el editorial de
La Voz, citado antes, corresponde al 26 de octubre, es decir casi siete semanas después del ejemplar existente en la Hemeroteca resguardada por la UNAM. Es claro por los ritmos característicos del periodismo diario, caso de
La Voz, que si su editorial estaba comentando hacia finales de octubre la línea de
La Estrella de Belén, es porque en días previos estaba en circulación una edición posterior al 10 de septiembre.
P.S. Presentación de los 17 números de
La Estrella de Belén en la ciudad de México, el jueves 21 de febrero, a las 18:30 horas en San Jerónimo 117 (a cien metros de Avenida Revolución), Col. San Ángel.
[1] La Estrella de Belén, 25/III/1870, p. 1.
[2] Ibid, p. 3.
[3] La Estrella de Belén, 8/IV/1870, p. 7.
[4] El Siglo XIX, 17/IV/1870, p. 3.
[5] María Teresa Camarillo, “Publicaciones periódicas religiosas del último tercio del Siglo XIX”, en Belem Clark de Lara y Elisa Speckman (editoras),
La República de las letras. Asomos a la cultura escrita del México decimonónico. Publicaciones periódicas y otros impresos, vol. II, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 2005, p. 141.
[6] La Razón Católica, 22/IV/1870, p. 1.
[8] Lilia Vieyra Sánchez,
La Voz de México (1870-1875). La prensa católica y la reorganización conservadora, México, UNAM-INAH, 2008, p. 18.
[9] La Voz de México, 7/V/1870, p. 3.
[10] “
La Estrella de Belén y los Papas”,
La Voz de México, 26/X/1870, p. 1.
[11] Ibid.
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