Nunca se miente tan a gusto como cuando se miente en nombre de Dios. Nunca se gobierna tan seguro como cuando se gobierna en nombre de Dios. Nunca se gana tanto dinero tan aséptico –qué buen detergente es el agua bendita‑como cuando se gana en el nombre de Dios.
O sea, que para conquistar el reino de este mundo conviene referirse continuamente al otro. Respecto a esto, en todas partes cuecen habas, también en un Protestantismo iletrado bíblicamente; pero la Iglesia de Roma es una especialista.
¡Qué impresionante despliegue mediático está resultando la dimisión del Papa! ¡Qué magnífica publicidad para la Corte de los Jerarcas! ¡Qué de titulares tan sorprendentes como atrevidos!: que si ¡el futuro de Dios! Que si “la esencia del Catolicismo” que si “la sabiduría de los humildes” y qué notable cantidad de artículos de prensa, de importantes políticos españoles, tales como Mariano RAJOY, la Casa Real, Alberto RUÍZ-GALLARDÓN, José BONO, Josep A. DURÁN LLEIDA, Ana BOTELLA, Francisco CAMPS, Ignacio GONZÁLEZ, y
no me extrañará mucho que aparezca alguno de Protestantes subvencionados.
Y cuántos “mienten” pues pese a sus muchas loas al Pontífice Máximus (Ingeniero de puentes), en la práctica no hacen caso a las admirables premisas de muchos valores eternos que el Dr. RATZINGER proclamó, y que a mí, “Desde el Corazón” me gustaron, incluso cuando sugirió que “los no creyentes, al menos podrían y deberían vivir en las insuperables normas de la Ley de Dios”.
Por mi parte, nada que objetar y sí comprender, una renuncia que justifica porque le faltan fuerzas físicas y espirituales –esto me sorprende un poco, pues pienso que siendo continuamente llamado “Santidad” y conservando tal título, cómo es que ésta se ha debilitado al igual que las fuerzas físicas‑ para seguir sirviendo a Jesucristo; pero celebro que haya decidido por el propio cansancio, que rezar por el mundo desde el amor de Dios es más importante que ser Papa.
¡Expectante! todo lo que se está debatiendo con respecto a esta decisión que marcará historia. No sé si servirá de mucho, que afinen la curia que elegirá un nuevo Papa, y
que tengan cuidado con atribuir la elección al Espíritu Santo, pues hubo quien puso en duda la elección de aquel sencillo Juan Pablo I, quien según se dijo, cuando se enteró por encima de las finanzas vaticanas, se murió del susto, y resultaba muy sospechoso que el Espíritu Santo eligiera un vicario que les iba a durar unos cuantos días. Y
por todo lo que leo, descubro “Desde el Corazón” que el reino de la Iglesia Romana, sí es de este mundo.
Pues a este mundo, quisiera en este y otros artículos, sugerirles que reflexionen sobre ciertos puntos, que Roma tiene asumidos, y proclama en todo momento, y que sin embargo nunca somete a un debate Teológico ¡Qué bien se miente, cuando se engaña en el nombre de Dios!, pues no se dice la verdad cuando se afirma la supremacía del Obispo de Roma, de su infalibilidad y de la sucesión de su obispado.
Que Pedro fuera obispo de Roma no tiene bases, ni en las Sagradas Escrituras, ni en la historia. El que Roma fuera la Iglesia madre o sede principal de la cristiandad, tampoco puede sostenerse con las Sagradas Escrituras.
También se engaña cuando se enseña que Pedro fuera superior jerárquicamente a los demás Apóstoles e infalible, pues tales principios no están fundamentados en los Evangelios.
Y no se enseña la verdad, cuando se afirman las prerrogativas del Apóstol Pedro como jefe infalible de la Iglesia, las cuales, según la Iglesia de Roma, debía transmitir a sus sucesores y su su-puesto obispado de aquella Iglesia. Ay, las divinas palabras que no lo son, y menos mal que no son en estos tiempos en latín para enturbiarlas.
Pero
cuando la Iglesia de la Jerarquía –organización que tampoco tiene el respaldo bíblico‑se desvía del plan de Dios, juega en tal conjura un papel de protagonista que no le corresponde. ¡Qué osadía! ¡Qué suplantación! ¡Qué atrevidos engaños!
Y enseñar negro cuando es blanco es tirar piedras, a la larga, contra el propio tejado. Porque quien al cielo escupe, a la cara le cae. Dios es lento para la ira y grande en misericordia, es bueno infinitamente, pero cuando Su Palabra no es seguida, y obedecida tal cual es, no dejará a los falsos maestros sin consecuencias. Digo yo.
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