La renuncia del Papa Benedicto XVI tomó a muchos por sorpresa. Hacía 600 años que no había renunciado un papa y en esa ocasión renunció para resolver un cisma en la Iglesia Católica Romana. Sin embargo, al nombrar al nuevo papa los cardenales tendrán que lidiar con una división grande en la vida de la Iglesia Católica. Tendrán que decidir si escogen un Papa que afronte las varias crisis que están afectando al catolicismo en Occidente o uno que se enfoque en las creciente comunidades católicas del Sur.
Muchas personas de occidente, seamos protestantes o católicos, asumimos que los cardenales necesitan enfocar las crisis financieras y de abuso sexual.
También hay muchos en Europa y Norteamérica que argumentan que la Iglesia Católica Romana tiene que “modernizarse” y permitir que se casen los sacerdotes, que mujeres sean sacerdotisas y darle espacio a las minorías sexuales.
La secularización de occidente ha creado una crisis en muchas de las instituciones religiosas de Europa y Norte América y muchas personas dicen que las iglesias tienen que cambiar a la luz de las normas sociales cambiantes.
Los supuestos implícitos detrás de ese llamado son que 1) las iglesias no tienen futuro a no ser que se parezcan a la sociedad de su alrededor y 2) en el futuro el resto del mundo se secularizará al igual que Europa y EEUU. (En otras palabras “nosotros” en el norte somos el futuro.)
Sin embargo, las iglesias, tanto protestantes como católicas, están creciendo rápidamente en el sur.
Por ejemplo, para el año 2025 casi la mitad de todos los católicos en el mundo vivirán en América Latina y los dos lugares donde más crecerá el catolicismo serán África y Asia.
El catolicismo en Europa sigue decreciendo y en EEUU crece a un nivel pequeño. Pero todo el crecimiento en EEUU se debe a los grupos minoritarios y los inmigrantes. Y son los inmigrantes los que están sosteniendo que el decrecimiento europeo no sea mayor. En 1920 Hilaire Belloc afirmó que “Europa es la Iglesia y la Iglesia es Europa” (en
Europe and the Faith). Claramente eso ya no es verdad.
El centro demográfico de las iglesias cristianas está en el sur, aunque el poder, el dinero y las estructuras están en el norte.
La tentación que tenemos los que estamos en el norte es creer que nuestras agendas deben regirnos al planificar para el futuro.
Muchas denominaciones protestantes en EEUU y Europa están decreciendo, mientras sus iglesias hermanas en el sur están creciendo rápidamente. Sin embargo, las iglesias protestantes del norte asumen que sus agendas son las más importantes y que el futuro se parecerá más a ellos que a las iglesias hermanas más dinámicas del sur.
Las necesidades de las iglesias crecientes son muy diferentes a las de las iglesias que están declinando. También quisiera sugerir que ellas tienen mucho que enseñarnos sobre la espiritualidad y dinamismo de una fe viva. Sin embargo, a los de EEUU y Europa nos costará mucho aceptar que los del sur tengan algo profundo que enseñarnos sobre la fe y la vida. También nos será difícil escuchar sus voces al pensar en los temas candentes que están enfrentando nuestras iglesias.
Sin embargo, el crecimiento de las iglesias del sur nos obliga a lidiar con muchas preguntas difíciles.
¿Cuál será nuestra brújula al desarrollar la visión y el liderazgo que necesitan las iglesias en el futuro, las crisis del norte o el crecimiento del sur (y los retos que presentan esos cristianos)?
La mayoría de los cardenales de la Iglesia Católica Romana son del norte, así que ellos tendrán que enfrentar ese asunto a su manera. Pero quisiera sugerir que las iglesias evangélicas enfrentamos una situación similar. ¿Nos dejaremos guiar por lo que Dios está haciendo en el sur o insistiremos en seguir orientándonos por lo que “fue” en EEUU y Europa?
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