“A mí, que soy menos que el más pequeño de todos los santos, me fue dada esta gracia de anunciar entre los gentiles el evangelio de las inescrutables riquezas de Cristo, y de aclarar a todos cuál sea la dispensación del misterio escondido desde los siglos en Dios, que creó todas las cosas; para que la multiforme sabiduría de Dios sea ahora dada a conocer por medio de la iglesia a los principados y potestades en los lugares celestiales, conforme al propósito eterno que hizo en Cristo Jesús nuestro Señor, en quien tenemos seguridad y acceso con confianza por medio de la fe en él” (1).
Las inspiradas palabras de Pablo revelan cuán consciente era el apóstol del valor del evangelio que anunciaba, de la pujante misión de la iglesia y de quiénes eran los destinatarios últimos del mensaje. Pero, también nos revelan el alto concepto que tenía de los demás con respecto de sí mismo. Encuentro que ellas son apropiadas para estos días en que florecen “apóstoles” por todas partes, cuyas tarjetas de presentación no ahorran en adelantos de las artes gráficas; una actitud con la que marcan diferencias con el resto de los hermanos y hermanas en la común fe.
Los tiempos que vivimos se caracterizan por un notable aumento del culto a la personalidad. Además del amor al dinero, a la sobre exposición pública e indisimulada búsqueda del poder - causas de muchos males - el auge de las comunicaciones audiovisuales nos bombardea con ídolos modernos tanto locales como universales.
El televisor se ha convertido en un altar por el que desfilan los dioses que retroalimentan un politeísmo que se inicia en el fanatismo tradicional, deportivo, pasatista, religioso y político para terminar en el egotismo
(2).
Por no darle toda la gloria al Creador de lo visible e invisible - autor y sustentador de la vida, misericordioso perdonador, redentor de los pecadores arrepentidos, y justo juez en el día del juicio final - los idólatras prefieren distribuir sus preferencias entre dioses variados. Se niegan a depender del Uno Todopoderoso; y eligen depender de múltiples sustitutos en los que confían por creerlos más gratificantes, justos, humanos y democráticos. Están atrapados en la urgencia del “actualizarse”, practican el difundido hábito de elegir “a la carta” a quién adorar, y consideran “pérdida de tiempo” el buscar por sí mismos en la Biblia y encontrar al Dios vivo digno de adoración.
La inmensidad del Creador de todo lo visible e invisible resulta imposible de apreciar desde nuestra prejuiciada y finita racionalidad. Por eso, la Biblia nos muestra a un Dios misericordioso que busca religarse con Su criatura y Su creación. Lo hace revelándose al hombre de muchas maneras a lo largo de la historia en su deseo de ser conocido, recibido y adorado en espíritu y en verdad.
La rebelión contra Dios anuló en el hombre natural la capacidad de relacionarse con Él; más aún, diluyó en él la noción de haber sido originalmente creado a imagen y semejanza de Dios. Por ello, el pecador irredento se empeña en mantener alejado a Dios de su vida, perdiendo así toda ocasión de conocer Su multiforme sabiduría. Paradójicamente, huye de Él para arrojarse a los múltiples brazos de la anárquica diversidad politeísta; paga, eso sí con sumo placer, un alto precio para entretenerse en los juegos que le prometen descubrirse a sí mismo. La idolatría se burla perversamente de la unicidad de Dios.
En este contexto en el que vivimos, encontramos en la Biblia suficientes fundamentos como para afirmar que
la iglesia de Jesucristo es Una e Indestructible porque: Dios es Uno; el pueblo de Dios es Uno; el Reino de Dios es Uno; la esposa de Cristo es Una; el edificio de la iglesia es uno; el cuerpo de Cristo es Uno. Estas verdades son las que habremos de analizar a continuación.
1. DIOS ES UNO.
Es sabido por el AT que Dios se ocupó en revelarle a Israel que lo había escogido para ser testigo a los pueblos vecinos que Él era el único Dios vivo. Por ello, el monoteísmo de Israel contrastó siempre con el politeísmo reinante en el mundo. Aunque los líderes puestos por Dios debían reconvenir vez tras vez a un pueblo olvidadizo que Él era el Dios de Abraham, Isaac y Jacob.
La enseñanza involucrada era más profunda aún, como vemos en la confesión que los judíos reconocen como “Shemá”: “Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, el Señor uno es” (3).
La palabra hebrea para “uno” usada aquí es “ekjád”; y es frecuentemente usada para describir una unidad compuesta; por ejemplo: un racimo de uvas. Así fue transmitida de generación en generación por los judíos, incluidos los enviados por Jesucristo (apóstoles y posteriormente escritores del NT con excepción de Mateo). Esta doctrina bíblica de la deidad fue aceptada por los denominados padres de la iglesia cristiana, tanto judíos como paganos convertidos por el Espíritu Santo gracias al testimonio apostólico.
Por otra parte, desde el comienzo de su Revelación Dios nunca ocultó al hombre el carácter plural de su identidad
(4). Se revela como Padre, Hijo, y Espíritu Santo sin dejar de ser Uno. Pero, a la mente humana - limitada por el pecado-, le resulta imposible relacionar la unicidad divina con las evidencias de su pluralidad
(5).
Podríamos decir, entonces, que el Shemá es una declaración acerca del monoteísmo judeo-cristiano y de la “Trinidad”
(6) monoteísta, pues ambas se basan en la Revelación divina que afirma que Dios es Uno.
Tal como afirma el apóstol Juan:
“Porque tres son los que dan testimonio en el cielo: el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo; y estos tres son uno” (7).
2. EL PUEBLO DE DIOS ES UNO
Por el Antiguo Testamento sabemos que Dios deseaba que Israel fuese tratado como Su pueblo
(8), cuya misión era la de testificar al mundo que hay un solo Dios, creador de todo y soberano de todas las naciones. Su soberana elección apuntaba a la creación de una comunidad multinacional de Su pueblo; esta es la visión que nos brinda el AT cuando anuncia unfuturoglorioso a Israel, referido al tiempo en que se cumpliría la promesa a Abraham por la que en su simiente serían benditas todas las familias de la tierra. Sin embargo, no todo Israel lo disfrutará sino aquél que las Escrituras definen como “el remanente”
(9).
Le tocó a un judío, Pablo, explicar cómo gracias a la desobediencia del pueblo de Dios – que sigue atado a las obras de la Ley- los gentiles (paganos) accedieron a la salvación que viene por la Gracia inmerecida de Dios y se alcanza por la fe en Jesucristo, su Hijo
(10). Su exposición en Romanos 11 es sencillamente magistral.
En el NT leemos que el pueblo de Dios, la casa de Dios, es la única iglesia de Cristo(11). La epístola a los Efesios se enfoca en la elección de los gentiles, su conversión, la eliminación del muro divisorio y la unificación de todos los conversos judíos y gentiles en un solo pueblo
(12).
En la iglesia única de Dios convive gente de toda nación, tribu, pueblo y lengua; por esa razón ninguna etnia, raza, nacionalidad o ciudadanía puede arrogarse ser “el pueblo elegido de Dios”. ¿Más claro? Ningún asidero bíblico hay para que una denominación - cualquiera sea su historia, tradición, tamaño, organización, ubicación o arquitectura – proclame ser la única iglesia de Cristo. Aquí entran, por igual, los creyentes que se congreguen en grupos católico romanos, anglicanos, presbiterianos, luteranos, metodistas, bautistas, independientes, hermanos libres, pentecostales y toda otra denominación cristiana creada o a crearse por los hombres.
Pero, hay aún más. El grupo teológico de Lausana nos advierte sobre las interpretaciones erróneas que favorecen a algunas etnias incluidas en el pueblo único de Dios, distorsionando Su Plan revelado en las Escrituras:
“Por lo tanto, afirmamos firmemente que, si bien hay múltiples etnicidades dentro de la única iglesia por la clara intención de Dios, ningún grupo étnico individual tiene un lugar privilegiado en la economía de la salvación de Dios ni en el propósito escatológico de Dios. Por lo tanto, creemos firmemente que el lugar separado y privilegiado dado al moderno estado de Israel en ciertas formas de dispensacionalismo o sionismo cristiano debe ser cuestionado, en tanto y en cuanto niegue la unidad esencial del pueblo de Dios en Cristo.”(13)
En apretado resumen, que el lector ampliará y mejorará acudiendo a su Biblia, podríamos concluir diciendo que el pueblo de Dios es Uno porque:
1. Ha sido redimido por Jesucristo, comprado al precio de su sangre derramada en la cruz del Calvario una sola vez y para siempre
(14).
2. Ha nacido de Dios, pues Él es el Padre que nos adoptó como a hijos e hijas espirituales para formar un pueblo, una casa; porque Dios quiso tener una familia que herede junto con Cristo Jesús sus riquezas en gloria
(15).
3. Participa de la naturaleza divina gracias a que Jesucristo triunfó sobre el pecado, el mundo y Satanás, resucitó y ascendió al Santuario celestial desde donde domina sobre todo, y de donde esperamos habrá de regresar a buscar a sus hermanos y hermanas
(16).
4. Imita a Dios cuando le obedece diariamente y sigue fielmente Sus instrucciones, ya que Su voluntad es que muchos más lleguen a conocerle personalmente recibiendo a su Hijo Jesucristo
(17).
5. Fue creado por Dios para hacer buenas obras en un mundo corrompido por el pecado, en el cual el príncipe de las tinieblas entenebreció con mentiras las mentes de la gente para retenerla
(18); y porque tiene en común:
“un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos, y en todos”. (19)
El Señor de la iglesia es quien cada día añade a ella a los escogidos que salvará junto a los que ya están seguros en Cristo. El Espíritu Santo habita en los renacidos; les llena, sostiene y santifica, garantizando a lo largo de la historia la unidad de la única iglesia cuya sombra se percibe desde mucho antes de la encarnación de Jesucristo.
En la próxima continuaremos con La iglesia es Una (II) si el Señor lo permite. Mi deseo de un Bendecido 2013 para todos los lectores.
Notas
1. Pablo a los Efesios 3:8-12
2. Egotismo es una devoción excesiva por lo que uno siente, piensa, habla, escribe, hace o da; su opuesto es el altruismo.
3. Deuteronomio 6:4; sobre ella comenta Matt Slick: "Esta confesión del monoteísmo no excluye la doctrina bíblica de la Trinidad: 'Dios' es plural (Elohim), lo que posiblemente implica la Trinidad, y ‘un’ (ekjád) puede sugerir una unidad de las Personas en la Divinidad (Compare Génesis 2:24, donde la misma palabra 'uno' es usada para Adán y Eva)".
En “Deuteronomio 6:4, la palabra 'shemá' (oye), ¿niega la Trinidad?";Walvoord, John F., y Zuck, Roy B., “
The Bible Knowledge Commentary”,
Wheaton, Illinois: Scripture Press Publications, Inc.) 1983, 1985
4. Génesis 1:26,27. El uso del plural “Hagamos” revela que desde antes de la Creación Dios anticipaba cómo se revelaría al hombre sin dejar de ser Uno sólo. Sobre ello se han escrito bibliotecas enteras que refutan las herejías (Testigos de Jehová y Mormones entre ellas) que niegan la divinidad de Jesucristo. Prefiero remitir al lector a los mártires cristianos de los primeros siglos (siglo II, antes del concilio de Nicea) como: Ireneo, “Contra las herejías” IV, 20, 1, 3; Tertuliano, “Contra Práxeas”, 12; Justino, “Diálogo con Trifón”, 61-62
5. Romanos 3:11
6. El término “Trinidad” no figura en la Biblia. Tertuliano (160-220) lo usó por primera vez en su estudio de la doctrina bíblica de la divinidad; se basa en que cada una de las personas es hipóstasis de la misma esencia inmaterial; significa que Jesucristo compartió las naturalezas humana y divina simultáneamente, sin mezclarlas. A partir de allí fue adoptado como doctrina cristiana. Era, en realidad, una respuesta a las herejías de fuerte influencia greco-latina que fueron corrompiendo a la iglesia, como el gnosticismo, docetismo y ebionismo; unas negando la perfecta humanidad, otras la perfecta divinidad del Hijo de Dios
7. 1ª Juan 5:7; comparar con Romanos 3:30; Gálatas3:20; Santiago 2:19
8. Éxodo 4:22; 7:16; 29:45; 1ª Reyes 6:13; Ezequiel 43:9; confirmado en el NT: 2ª Corintios 6:16
9. Génesis 12:1-3; Oseas 1:10; Gálatas 3:16
10. Romanos 9:25-33; y recomiendo leer todo el capítulo 11 de Romanos
11. Hebreos 3:6; 1º Pedro 2:9,10
12.Efesios 2:13-19; 4:5,6
13.“Reflexiones del Grupo de Trabajo de Teología de Lausana”. Ver original entrando a: http://www.lausanne.org
14. Lucas 1:68; Hechos 15:14; 18:10; Efesios 2:4-9; 1ª Pedro 1:18,19; 2:9; Apocalipsis 5:9; 1ª Corintios 6:20; 7:23
15. Juan 3:3-5; 1ª Juan 5:1; 1ª Pedro 1:14,23; 2ª Corintios 6:16-18; Romanos 8:16-17; 2ª Corintios 6:16-18; Gálatas 4:4-7; Efesios 2:19; Hebreos 12:3-13
16. 2ª Pedro 1:4; 1ª Juan 4:7; 5:18
17. Efesios 5:1; 1ª Corintios 11:1; Filipenses 3:17; 1ª Tesalonicenses 1:6; 2:14
18. Efesios 2:10; Tito 2:14; 3:8,14; Hebreos 10:24; 1ª Pedro 2:12
19. Efesios 4:5,6
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