Tras el Gran Despertar previo a la independencia de los Estados Unidos surgió un Segundo Gran Despertar a principios del siglo XIX. Tenía similitudes con el Primer Gran Despertar, pero este tuvo algunos rasgos singulares que analizaremos.
La guerra de independencia o revolución americana no fue el final de la creación de los Estados Unidos, más bien fue el principio.
Millones de personas de Europa y Asia intentaron buscar en los vastos territorios por conquistar un medio para sobrevivir y entrar a formar parte del sueño norteamericano.
Gentes de los países más diversos consiguieron crear un crisol de culturas que hasta ese momento no se había visto en ningún lugar del mundo. De esta manera los Estados Unidos se anticiparían a la globalización en casi cien años.
El reto para la joven nación fue la asimilación de decenas de religiones y culturas muy distintas.
La libertad religiosa sería uno de sus pilares básicos, pero también los principios cristianos impuestos por los Padres Fundadores.
Entre los protagonistas de este Segundo Gran Despertar cabe destacar a Charles Finney, James Taylor, Lyman Beecher o Alexander Campbell.
A diferencia del Primer Gran Despertar, el nuevo despertar se originó netamente en los Estados Unidos. En el primer cuarto del siglo XIX, nuevos predicadores itinerantes comenzaron a agitar a la nación con el fuego de su predicación.
Entre todos estos destacaba la figura de Charles Finney.
Muchos vieron en
Charles Finney al creador de una nueva forma de vivir la religión. Finney era el hijo menor de una gran familia de campesinos de Connecticut, pero sus padres eran pobres y no pudieron facilitar una carrera universitaria a su hijo. A pesar de todo intentó convertirse en abogado, pero su conversión en la ciudad de Adams (New York) le hizo volcarse al mundo de la predicación.
Finney estudió en el seminario presbiteriano, pero no se encontraba muy a gusto en esta denominación, demasiado formal para el joven predicador.
Además de realizar sus campañas evangelísticas, Finney fue un firme defensor del abolicionismo. En la segunda etapa de su vida se centró más en esta tarea que en la predicación directa del Evangelio.
Es curioso que una de las características de este gran avivamiento fuera su profundo enfoque social. Mientras que el Primer Gran Despertar tuvo un sentido político, el segundo luchó contra las trágicas condiciones que imponía la industrialización a las clases obreras y contra la esclavitud.
El resultado de este Segundo Gran Despertar se vería en el Movimiento de Santidad de la segunda parte del siglo XIX.
Uno de los enemigos que tuvo que enfrentar este Segundo Gran Despertar fue el movimiento deísta que se había infiltrado en las capas sociales más altas, pero también al cristianismo racionalista, que comenzó a cuestionar tanto la Biblia como las manifestaciones sobrenaturales de la religión.
El Segundo Gran Despertar
puso un especial énfasis en la conversión, la confesión y el arrepentimiento. Curiosamente este movimiento no nació en las colonas de la costa Este, su origen estaba en los nuevos estados en los que los pioneros arriesgaban su vida por un palmo más de tierra.
Los principales agentes de este avivamiento fueron los pastores bautistas y metodistas que llegaban a las nuevas ciudades de fronteras, que solían ser violentas e inhumanas.Se hacían reuniones en mitad del campo, de manera espontánea y miles de personas de todos los lugares del mundo, respondían a la invitación de la conversión.
Tras este movimiento surgieron algunos grupos algo desviados en sus doctrinas como los adventistas, de los que ya hablaremos más adelante.
El Segundo Gran Despertar hizo un gran énfasis en la obra social, la libertad de los esclavos y la mejora de mujer tanto en la iglesia como en la sociedad. La Guerra Civil Norteamericana pondría al movimiento en una difícil tesitura, pero al final terminaría con el empuje de un nuevo Gran Despertar.
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