En uno de esos momentos de conversaciones a corazón abierto, me preguntaba un amigo si somos los seres humanos los que con nuestra abulia, egoísmo y nuestro fatalismo, haremos que el año no sea mejor.
No siempre las preguntas están bien hechas, hay veces que es más difícil preguntar que responder. La contestación en este caso, se me daba implícita. Salvo en los años en que ciertos fenómenos naturales desencadenan fuerzas destructivas, somos los seres humanos los que lo estropeamos casi todo.
Un año nuevo es para mí –y supongo que para mucha gente‑como un folio en blanco: me siento responsable de él, de su blancura sin contaminar.
Lo que ya no sé si es la abulia, el egoísmo y nuestro fatalismo, quienes echan a perder los años, o “Desde el Corazón” pienso que es más bien la actividad insensata y desenfrenada, egoísmo y la inmoralidad en tantas esferas de los hombres, que alardean de que el mundo depende de sus manos, cuando es sólo, quizá, la destrucción del mundo lo que de ellas depende.
La victoria de contribuir a un mundo mejor se edifica sobre la verdad, el valor y la fe, y el miedo la mentira y la incredulidad cuando se instalan, como el virus de los ordenadores mentales, lo primero que destruyen es el valor, la verdad y la fe. Con lo cual difícilmente conoceremos las potencias contrarias o porque las mentiras nos las disminuirán o porque el miedo las acrecentarán o porque la falta de confianza nos hará desconfiados de todo y de todos. Y así ni el año 2013, ni ningún otro, podrá empezar bien.
A los problemas, mientras nos sea dado hay que cogerlos de frente. Estudiarlos con objetividad, averiguar su gravedad e importancia, y luego ya oponérseles con buen espíritu, fortaleza del ser interior y sana confianza.
En España, el año 2013, se abre además de con serias crisis económicas, con dos miedos: general, uno y otro, particular; uno, el peligro que supone el humillante paro, otro, el peligro que produce el despotismo político que con sus corrupciones pisotea el vivero de nuestra democracia. Por descontado, existen otros miedos: las empresas en crisis, la sociedad en crisis, la familia en crisis, la moral en crisis, la religión en crisis.
¿Para qué sirven los Partidos?; para poco. Hacen su juego partidista basándose en necias falsedades; utilizando ideales fingidos, paradigmas de honor, bienestar social, libertades, grandes palabras desprovistas de médula. Los grandes conceptos –Patria, amor, moral, heroísmo, ética, bondad, civismo‑ somos nosotros, y sin nosotros se vacían. De ahí, que
la insuperable lección evangélica, es señalar que en lugar de maldecir la oscuridad que nos rodea, vale mucho más encender una vela “y no ponerla debajo del almud”. La sencilla invitación a encender una vela y ponerla en lugar que alumbre, además de estar llena de sabiduría, es una clara invitación a la esperanza.
En un mundo como el nuestro, donde la oscuridad es densa: fanatismo, subdesarrollo en contraste con hedonismo, analfabetismo ético, discriminación racial, hambre, terrorismo cruel y de guante blanco, guerras…, de poco sirve maldecirla, lamentarnos y quedarnos con los brazos cruzados sin hacer nada, ya que entonces la oscuridad se vuelve más profunda y no hay camino de salida posible.
En un tiempo semejante, lo que verdaderamente hace un año nuevo es saber encender con decisión una pequeña luz de esperanza, porque ésta, unida a otras luces de muchos hombres de buena voluntad, podría dar a nuestro mundo un rostro más humano.
Si se encendiera la luz de la fe, de la comprensión, de la fraternidad, de la justicia, de la solidaridad real no de fachada, muchas cosas en nuestra sociedad podrían cambiar. Se trata de optar por no meramente maldecir, sino de encender una luz, comenzar a actuar coherentemente, con la esperanza puesta en un año mejor, donde la luz del bien vencerá a la oscuridad del mal, en donde los hombres seducidos por el ejemplo de Jesús, estaremos aprendiendo a ser hermanos.
Aportando como cristianos posturas humanizadoras cuando la política está cayendo en un burocratismo inhumano; honrados servicios al bien común, cuando tantos se mueven por intereses particulares, posturas críticas transformadoras, cuando los poderes se olvidan de las necesidades reales del pueblo, ejemplos de capacidad creativa cuando la sociedad cae en la vulgaridad y en el ocio de la constante diversión. Una luz capaz de cambiar las estructuras sociales injustas, evitar la acumulación de la riqueza en pocas manos, crear una energía que impida que las decisiones socio-económicas sean monopolizadas por quienes se creen los dioses de este mundo y en su contra intentar un reparto equitativo de las cargas fiscales. En suma, trabajar para que el pueblo alcance un nivel elevado de bienestar, de cultura y genuina espiritualidad y de conciencia ciudadana solidaria.
Será así que haremos UN AÑO REALMENTE NUEVO.
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