Junto con el Seminario Teológico Presbiteriano de México (STPM) y algunas escuelas (que ya no permanecen) y hospitales, la casa de publicaciones El Faro, con la revista del mismo nombre, ha sido una de las empresas más emblemáticas del presbiterianismo mexicano desde sus inicios.
Pero este concepto (empresa) cuya ambigüedad es útil para expresar los propósitos que le dieron origen, puesto que está dedicada a promover el mensaje cristiano y al mismo tiempo a desarrollarse como una fuente de empleos sana y responsable, ha manifestado en los últimos tiempos un enorme descuido por parte de la Iglesia Nacional Presbiteriana (INPM).
Efectivamente, porque parecería que sus dirigentes, y especialmente, los tan celosos conductores de la educación cristiana no están conscientes de la importancia eclesial y cultural de este proyecto editorial, dado que
El Faro pertenece, por derecho propio, a ese conjunto de publicaciones de fines del siglo XIX, como El Abogado Cristiano Ilustrado, que marcaron toda una época en la divulgación de las ideas protestantes en momentos decisivos para la transformación no solamente religiosa del país, pues aportaron una visión del mundo fresca y renovadora, a contracorriente de la prensa católica, empeñada en mantener los privilegios de la Iglesia dominante.
Dentro de los estudios sobre la prensa protestante de esa época, mencionaremos dos, uno que se ocupa de manera general del asunto, y otro, específicamente consagrado a las dos revistas mencionadas.
El primero es de Alicia Villaneda, “Periodismo confesional: prensa católica y prensa protestante, 1870-1900”, que forma parte del volumen coordinado por Álvaro Matute, Evelia Trejo y Brian Connaughton,
Estado, iglesia y sociedad en México. Siglo XIX (México, UNAM-Porrúa, 1995).
Citando este texto, Adriana Pineda Soto describe el papel de las revistas protestantes:
Así como la prensa católica le adjudicaba a los liberales la desmoralización nacional, la prensa de otras sectas culpaba a la dirigencia del culto católico como opositora al progreso, a la libertad y a la reforma; en México, la prensa protestante guardó ciertas características, ya fuera metodista o presbiteriana, su línea editorial respondía a tópicos comunes, trataban: las diferencias teológicas, su oposición al catolicismo, su adhesión a las ideas liberales. Con celo reclamaban a las autoridades civiles hacer guardar y respetar a la ley: si se realizaba alguna fiesta religiosa en la vía pública y las autoridades locales no la suspendían se sentían obligados a salvaguardar los preceptos jurídicos.
[1]
El segundo, de Ariel Corpus,
Soldados de plomo. Las ideas protestantes de El Faro durante el porfiriato; 1885-1900, tesis de licenciatura en Ciencias Históricas (San Luis Potosí, EESCIHA, 2006).
[2]
El tercero, de Penélope Ortega,
El Abogado Cristiano Ilustrado y El Faro: la prensa protestante de la época ante el Porfiriato, tesis de licenciatura defendida en la UNAM en febrero de 2011.
Resumiendo el contenido de estas revistas, la autora señala:
En general, estas publicaciones protestantes se orientaron a la difusión de información interna de las iglesias, sermones dominicales, consejos de vida moral, aunque también, y éste es el aspecto que nos interesa, dieron cuenta del acontecer nacional e internacional y había espacio para editoriales y artículos con temática ajena al dogma. La óptica de una prensa que sin tener fines políticos, no pudo sustraerse a plasmar su propia interpretación de una realidad tan rica en matices y contradicciones como fue la del régimen porfirista, cobra importancia pues en ella se conjugaron el dogma religioso, el deseo de cambio social y la influencia liberal.
[3]
Ambos trabajos demuestran el grado de militancia social que alcanzó la revista, pues abiertamente se puso del lado del movimiento revolucionario.
Ya desde 1947, en la celebración de las “bodas de diamante” de la presencia presbiteriana, se advertían las carencias y limitaciones, pero con una mirada de esperanza: “También se deja ver que hay crisis de escritores, pues sólo notamos el pensamiento del Director [E.Z. Pérez] y un reducidísimo grupo de colaboradores; plumas veteranas que se han anquilosado y plumas nuevas que no surgen. A pesar de todo,
El Faro sigue su ruta, dando luz, combatiendo las falsedades de los romanistas y proclamando excelsitudes del glorioso Evangelio de Cristo que ahora se pregona por todos los ámbitos de la Nación mexicana”. Esta nota concluye con unos versos: “¡Oh, Faro luminoso, emblema de la idea,/ de la lucha y combate; excelso paladín,/ que siempre tu luz brille, que siempre se difunda,/ que nunca tu luz mengüe, que nunca tenga fin!”.
[4]
A diferencia del pasado, lo que hoy se evidencia es que existe un profundo rechazo al diálogo con la cultura, con todo y que la principal preocupación de sus fundadores era la proclamación del Evangelio al estilo protestante.
[3]P. Ortega Aguilar,
El Abogado Cristiano Ilustrado y El Faro: la prensa protestante de la época ante el Porfiriato, tesis de licenciatura en historia, Universidad Nacional Autónoma de México, febrero de 2011,
http://132.248.9.195/ptb2011/marzo/0667880/Index.html, p. 31. Énfasis agregado.
[4]Libro conmemorativo de las bodas de diamante de la Iglesia Presbiteriana en México, 1872-1947. México, Reforma, s.f., p. 81.
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