Frente al Don Juan de la literatura clásica pone a un segundo Don Juan, que a veces parece su imitador y otras veces su rival: Don Luis Mejía.
La de Don Luis es también una historia de escándalos y conquistas.
En el primer acto del drama Don Juan y Don Luis conciertan una cita en la Hostería Buttarelli. Quieren saber cuál de los dos ha corrido más aventuras y ha tenido más lances de amor durante el año.
Don Juan es el primero en llegar, cuando el reloj da las campanadas de las ocho, hora fijada para la cita. Llega con antifaz a la mesa preparada por Buttarelli en el centro del escenario y ocupa una de las sillas.
Inmediatamente después de él entra Don Luis, también con antifaz y se dirige a la otra silla. Ambos se despojan de las máscaras que cubren sus rostros y se dan a conocer. A continuación inician los relatos de sus hazañas.
El de Don Luis es largo; resumido, explica aventuras en Flandes, donde quedó arruinado, robo en el tesoro en un palacio episcopal, encarcelado en Alemania, vida de crápula en Italia y en Francia. Por tercera vez arruinado, piensa recobrar su fortuna contrayendo matrimonio en España con una dama muy rica, Doña Ana de Pantoja. Así lo dice a Don Juan, a quien invita a la boda.
Antes, recapitula sus lances de espada y de amores y expone:
Mas, como Don Juan, mi historia
también a alargar renuncio;
que basta para mi gloria
la magnifica memoria
que allí dejé con mi anuncio.
Y cual vos, por donde fui
la razón atropellé,
la virtud escarnecí,
a la justicia burlé
y a las mujeres vendí.
Mi hacienda llevo perdida
tres veces, mas se me antoja
reponerla, y me convida
mi boda comprometida
con Doña Ana de Pantoja.
Mujer muy rica me dan
y mañana hay que cumplir
los tratos que hechos están,
lo que os advierto, Don Juan,
por si queréis asistir.
También Don Juan abrevia el discurso de sus hazañas, que concluye con estas palabras:
Por donde quiera que fui
la razón atropellé,
la virtud escarnecí,
a la justicia burlé
y a las mujeres vendí.
Yo a las cabañas bajé,
yo a los palacios subí,
yo los claustros escalé
y en todas partes dejé
memoria amarga de mí.
Ni reconocí sagrado
ni hubo razón ni lugar
por mi audacia respetado;
ni en distinguir me he parado
al clérigo del seglar.
A quien quise provoqué,
con quien quise me batí,
y nunca consideré
que pudo matarme a mí
aquél a quien yo maté.
A esto Don Juan se arrojó
y escrito en este papel
está cuanto consiguió,
y lo que él aquí escribió
mantenido está por él.
Después de semejantes bravuconadas entran en escena los números. Don Luis asegura que ha matado a 23 hombres. Don Juan a 32. Don Luis ha conquistado a 56 mujeres. Don Juan a 72. Y agrega:
Desde una princesa real
a la hija de un pescador,
ha recorrido mi amor
toda la escala social.
Las hazañas de Don Juan superan a las de Don Luis. Mejía ha matado a 23 hombres y conquistado a 56 mujeres. Los muertos por Don Juan han sido 32 y las mujeres conquistadas, 72.
Sorprendido, Don Luis examina a Don Juan y le hace una pregunta:
¡Por Dios que sois hombre extraño!
¿Cuántos días empleáis
en cada mujer que amáis?
DON JUAN
Partid los días del año
entre las que ahí encontráis.
Uno para enamorarlas
otro para conseguirlas,
otro para abandonarlas,
dos para sustituirlas
y una hora para olvidarlas.
Pero la verdad a hablaros,
pedir más no se me antoja,
y puesto que vais a casaros
mañana, pienso quitaros
a Doña Ana de Pantoja.
Puede entenderse la reacción y la furia de Don Luis ante la amenaza de Don Juan de quitarle a la mujer con la que iba a contraer matrimonio al día siguiente.
En toda esta escena, sentados ante mesas de la misma hostería, están presentes Don Diego, padre de Don Juan, y Don Gonzalo de Ulloa, Comendador de Calatrava, padre de Doña Inés, con la que existía cierto compromiso de matrimonio.
Después de todo lo escuchado entre los dos mujeriegos, Don Gonzalo advierte a Don Juan antes de partir que olvide a su hija; jamás se la dará por esposa.
Y adiós, Don Juan. Mas desde hoy
no penséis en Doña Inés.
Porque antes que consentir
en que se case con vos,
el sepulcro, ¡juro a Dios!,
por mi mano la he de abrir.
Don Juan hace burla de las palabras del anciano. Le lanza un desafío insolente:
Me hacéis reír, Don Gonzalo;
pues venirme a provocar
es como ir a amenazar
a un león con un mal palo.
Y pues hay tiempo, advertir
os quiero a mi vez a vos
que, o me la dais, o por Dios
que a quitárosla he de ir.
DON GONZALO
¡Miserable!
DON JUAN
Dicho está;
sólo una mujer como ésta
me falta para mi apuesta;
ved, pues, que apostada va.
El drama sube de tensión.
Sobornando a la criada de Doña Ana, Don Juan llega hasta su dormitorio y consuma el acto sexual. Cuando ambos contendientes se enfrentan, Don Luis desafía al Tenorio y le apremia al duelo. Le dice:
Lo que tardo, me enoja,
en lavar tan fea mancha.
Don Juan, yo la amaba, sí;
mas con lo que habéis osado,
imposible la habéis dejado
para vos y para mí.
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