Los locales de culto, como el resto de espacios habitables, deben estar climatizados, es decir mantenerse a determinados niveles de temperatura y humedad de forma que la estancia de los ocupantes sea confortable. En invierno de las zonas frías habrá que calefactarlo. Y en épocas templadas y calurosas habrá que refrigerarlo.
Sobre la calefacción comentar que el sistema de
radiadores de agua a alta temperatura normalmente no es una buena solución para los locales de culto. La distribución de personas acumuladas en determinadas zonas, y otros espacios vacíos, hace que difícilmente llegue el calor a todas las áreas. Además, si el local es de techos altos, el calor tiende a subir, y se produce una estratificación térmica, manteniendo la parte superior caliente, y la inferior fría, provocando una sensación térmica poco confortable, con la cabeza caliente y los pies fríos; justamente lo contrario de lo más conveniente.
Una buena solución para calefacción en un salón de cultos de techos altos será la calefacción a media-baja temperatura, por
suelo radiante. Con este sistema se calienta el suelo, con lo que calienta los pies de los ocupantes, y se produce una pequeña corriente de convección de aire caliente que alcanza a los mismos. Además la temperatura moderada evita pérdidas de calor. Sería el sistema más adecuado, pero requiere una inversión que normalmente las iglesias no pueden acometer.
Por otra parte, también es necesario refrigerar. Por ello es bastante razonable plantear
sistemas de climatización frío-calor, con bomba de calor, de forma que la misma instalación que vamos a realizar para refrigerar, nos sirve para calentar. Las características de uso de los locales de culto, que se ocupan en momentos determinados y permanecen vacíos el resto del tiempo, conduce a plantear sistemas de aislamiento y climatización de baja inercia térmica, de forma que podamos calentar o enfriar el aire de la estancia rápidamente, antes de las reuniones. Para ello, un buen aislamiento por el interior de las paredes, y un sistema de climatización por aire parecen ser los más adecuados.
Lo normal es que las iglesias instalen
sistemas de multi-split. Este sistema tiene algún inconveniente: produce frío de forma muy localizada, a no ser que se instalen casetes de techo que tienen mayor alcance. Con el tema del calor seguimos teniendo el mismo problema de soltar el aire por arriba, y dificulta el calentamiento uniforme del aire en toda la altura de la estancia. Además no tiene en cuenta la necesaria renovación del aire interior.
Sobre este tema me gustaría comentar: los locales de culto tienen las características de reunir un gran número de personas en un lugar bastante cerrado por exigencias acústicas, y ello provoca un agotamiento del oxígeno interior, haciendo necesaria la renovación de aire.
Un pastor estaba preocupado porque la gente bostezaba siempre durante sus “sermones”. Trataba de preparase lo mejor posible, incluso ayunaba y oraba por el mensaje, pero siempre veía a la gente adormecida durante la predicación. Más tarde descubrió que al no haber ventilación, el oxigeno se agotaba, y al final del culto no había el oxígeno suficiente, provocando ese fenómeno de adormecimiento.
Aunque a nadie se le escapa la necesidad de refrigeración, y normalmente siempre se instalan sistemas de clima,
es frecuente que se pase por alto la necesidad de ventilación del local, pero es una necesidad primordial en los locales, para garantizar la salubridad y confort de los usuarios. En algunos locales se colocan grandes aparatos de climatización, pero no se renueva el aire, y la humedad relativa del aire se eleva producto de la transpiración y respiración de tantas personas, creando incomodidad y problemas de condensación en las superficies frías.
El Código Técnico, se ocupa de la ventilación en los edificios, y regula que todas las estancias deben tener renovación del aire. Los locales de servicio como los aseos o cocinas deben tener sistemas de extracción de aire, de manera que se cree una baja presión en los mismos, y así el aire del resto de las estancias entre hacia ellos, evitando en todo momento que los olores puedan salir.
Para toda instalación de climatización es de aplicación el Reglamento de Instalaciones Térmicas en los edificios, RITE. En dicho reglamento se establecen criterios para el cálculo de la renovación necesaria para cada estancia, en función de los usos, que requieren diferentes calidades de aire.
Los locales de culto pueden asimilarse a lo que el RITE denomina IDA 3, Aire de calidad media, y establece una renovación de aire de 8 dm3/s, que son 28,8 m3/h. Las entradas de aire deben tener unos filtros, para limpiarlo de impurezas.
Es decir, que
dado que normalmente los locales de culto están obligados a tener cerradas las ventanas por temas de ruido, se obliga a la instalación de un sistema de ventilación que garantice la necesaria renovación de aire. Será necesario extraer aire del interior, y permitir que entre del exterior, para lo que normalmente hay que realizar una impulsión del mismo.
El caudal necesario dependerá por tanto del número de ocupantes, y las indicaciones del RITE son muy altas. Para un local de 100 personas harán falta 2.880 m3/h, para un local de 300 personas serían 8.640 m3 /h.
Se da una circunstancia añadida, y es que el RITE exige que haya recuperación de calor a partir de caudales mayores de 0,5 m3/s =1.800 m3/h, que correspondería a una ocupación de más de 62 personas. Esto se implanta como medida de ahorro y eficiencia energética de los sistemas de climatización. La recuperación de calor se realiza por medio de intercambio de calor entre el aire que se extrae y el que entra de fuera. Son máquinas tipo cajón metálico con dos ventiladores, y un intercambiador de calor, tipo radiador, en el que se cruzan los dos circuitos de aire. De esta forma, por ejemplo en verano, el aire exterior (35º), intercambia con el aire que extraemos (28º), de forma que baja su temperatura, antes de impulsarlo dentro. En invierno, el aire exterior, que puede estar a 0º, intercambia calor con el aire que extraemos, que puede estar a 21º, y lo atempera, antes de impulsarlo al interior.
Lo ideal es instalar un sistema de renovación de aire con recuperador de calor, de forma que el aire exterior, después de intercambiar calor con el que sale, se aporte a un sistema de climatización por aire, que lo termina de calentar o enfriar, y lo impulsa a la estancia. De esta manera, el salto térmico entre el aire aportado a la máquina y el que impulsa en menor, y se produce ahorro de energía. Algunos salones de actos presentan salidas de aire en el suelo cerca de los asientos, para favorecer la localización de la climatización sobre los ocupantes, y evitar el problema mencionado del aire caliente en el techo y el suelo frío.
Hay que tener en cuenta que las salidas de aire enrarecido, y las propias máquinas exteriores de climatización, no pueden estar en cualquier lugar, sino que las ordenanzas Municipales normalmente establecen unas distancias mínimas al nivel de calle y a las ventanas de la misma fachada. Para determinados caudales puede ser que se obligue a conducir el aire hasta la cubierta.
También hacer mención de las energías renovables. No es complejo, y está extendido en el mercado, establecer un sistema de aprovechamiento del sol para calentar agua o aire para calefacción. En locales con buena orientación solar y posibilidades de espacio se puede instalar unos paneles de acumulación de energía solar térmica, que nos ahorrarían mucho dinero en calefacción.
Otro recurso gratuito es el calor de la tierra, lo que se denomina Geotermia. La temperatura a partir de 1,5m de profundidad permanece prácticamente estable a lo largo del año. Esta fuente es muy aprovechable en climas continentales, en los que la temperatura varía mucho de invierno a verano. La Geotermia profunda introduce conductos de agua a gran profundidad, para el intercambio térmico, calentando o enfriando el agua para aportarla después a un sistema de calefacción-refrigeración. Este caso quizás no es lo ideal para locales de culto. Pero la Geotermia superficial con intercambio térmico por aire puede tener una buena aplicación para los locales de culto. Consiste en disponer unos conductos de aire enterrados, de forma que se toma aire del exterior, y se hace circular por dichos conductos, y así aprovechar la temperatura de la tierra para atemperarlo, y luego se aporta al sistema de climatización por aire.
No es sólo una cuestión de conciencia ecológica o medioambiental, al pensar en la reducción de las emisiones de CO2 y gases contaminantes por el menor consumo de energía, sino que supone el aprovechamiento de los medios que Dios ha puesto a nuestro alcance, y que no parece lógico despreciar de forma desconsiderada. Además también es una cuestión económica. Tristemente, muchas veces miramos solamente la inversión inicial, y por eso desechamos cualquier instalación de energía renovables, pero es interesante pensar en los ahorros de consumo de energía que van a suponer, lo cual nos puede dar unos periodos de retorno de la inversión relativamente aceptables. También hay que pensar en los gastos de mantenimiento elevados que llevan aparejados las instalaciones de climatización , y que serán menores en sistemas de calefacción por baja-media temperatura, o sistemas de climatización de menor potencia, por trabajar con menores saltos térmicos.
Una buena renovación del aire, con un sistema de recuperación de calor, y apoyos térmicos por energía solar o geotermia, puede aminorar en gran manera la necesidad de refrigeración de los locales, y requerirnos máquinas de clima de menor potencia, que además van a ser más baratas de instalar y mantener.
Debemos superar esa costumbre de encerrar el local a cal y canto, sin ningún tipo de ventilación, y luego colocar grandes máquinas de aire acondicionado, con la idea de que así resolvemos todo el problema. Esas máquinas pueden enfriar desmesuradamente pero no proporcionan sensación de confort al no eliminar la humedad relativa del ambiente, y tampoco aportan el necesario oxígeno para mantener las buenas condiciones de salubridad. Y qué decir de las estancias anejas, donde reunimos a los niños, o cocinamos, los cuales en ocasiones no reúnen las condiciones mínimas de salubridad, y acumulan los olores corporales, que se pueden percibir al acceder a ellos.
La sensación de confort está determinada no sólo por la temperatura que haya en un ambiente, sino también de esos otros factores, como la humedad relativa, etc. Incluso un local con una temperatura algo elevada, pero dotada de un pequeño movimiento de aire, por ejemplo con unos ventiladores o con un sistema de ventilación con extracción, puede proporcionarnos una buena sensación de confort. Otra estancia puede tener una buena temperatura, pero la excesiva humedad ambiental, o la falta de oxígeno pueden hacernos sentir incómodos y con sensación de agobio.
¡Que el aire de nuestras iglesias no se estanque, y que fluya ese viento purificador, que renueve nuestra alma. Que frente al agobio y la opresión que este mundo produce, podamos respirar profundamente y llenarnos del oxígeno del amor de Dios en Cristo Jesús!
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